Psicología

Sucesos como la muerte del niño de Valls desencadenan procesos de estrés postraumático

Un posible efecto es que la sacuda emocional se transforme en un trastorno

La intervención temprana de los especialistas, clave para evitar que la vivencia derive en depresión o ideas suicidas

Valls guarda un minuto de silencio por el niño fallecido en un coche en plena ola de calor

Valls guarda un minuto de silencio por el niño fallecido en un coche en plena ola de calor / EFE

Fidel Masreal

Fidel Masreal

Barcelona
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La muerte de un niño de dos años en Valls, a quien su padre dejó durante horas en el coche en plena oleada de calor, genera un impacto indiscutible. Primero porque se trata del fallecimiento de un menor, y en circunstancias especialmente graves y desgraciadas. Segundo por todas las consecuencias judiciales que su padre deberá afrontar. Y, en paralelo, porque la sacudida conduce directamente al fenómeno del trauma, del estrés postraumático, cuyas consecuencias han sido estudiadas por los expertos.

Benedikt Amann, uno de los mejores psiquiatra europeos en la investigación del trauma, que ejerce en el Hospital del Mar, lo describe como un problema de enorme magnitud. El padre "está en riesgo de desarrollar un trastorno de adaptación o estrés agudo, con síntomas típicos del trauma". Lo mismo, por supuesto, que la madre y otros familiares.

La duración

Amann llama la atención de que si este proceso psicológico dura más de un mes, se puede "padecer un trastorno por estrés postraumático", por lo que en este tipo de situaciones tan extremas, tan extraordinariamente duras, el psiquiatra subraya la importancia crucial de que se incorpore de inmediato "la intervención temprana de un terapeuta con experiencia en trauma en la familia". Y es que además del sufrimiento individual de cada uno de los integrantes de este entorno, las relaciones familiares van a verse también lesionadas.

Depresión o ideas de suicidio

El tipo de seguimiento psicológico que requerirán los familiares probablemente sea el de un psicólogo o psicóloga especializados. Y una terapia de periodicidad semanal. Además, en la evolución del padre, de la madre u otros familiares directos pueden aparecer síntomas más graves como depresión, ansiedad e incluso ideas de suicidio. En este caso al seguimiento, según apunta Amann, deberá incorporarse un psiquiatra con apoyo farmacológico.

El tipo de negligencia

El psiquiatra apunta -como hipótesis, y evidentemente sin entrar a señalar qué ha pasado en este caso ni por qué- que se dan circunstancias psicológicas diferentes según cómo se hayan desarrollado los hechos. No es lo mismo si un acontecimiento tiene la base en un descuido que si ha habido negligencia psicológica previa (falta de cuidado al menor a nivel emocional) o incluso maltrato físico. También se trataría de un caos distinto si existiera una enfermedad psiquiátrica del progenitor, con lo cual el apoyo psicológico debería intensificarse.

Un trauma no es una condena perpetua

Los expertos en traumas -al margen del caso de Valls- subrayan siempre la importancia de atajar el problema de inmediato e insisten en que no se trata de una condena de por vida. Las claves son:

-Iniciar una intervención terapéutica inmediata por parte de un especialista

-Activar el apoyo social, el apego y la confianza.

-Retirar el factor estresante, en los casos en que todavía sigue existiendo (esto está especialmente indicado cuando el trauma es fruto de un abuso físico o psicológico que se mantienen en el tiempo), porque de lo contrario el cerebro se ve incapaz de procesar los eventos traumáticos. 

-Incorporar dosis farmacológicas para facilitar el tratamiento, por parte del profesional de psiquiatría.

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