Análisis de comportamiento

Las 5 perversiones psicológicas del político corrupto

Autojustificación, victimismo, egolatría y narcisismo, cóctel básico de los políticos sin ética

"Creen que no se les reconoce lo que hacen y por tanto pueden apropiarse de dinero", apunta Joan Llinares

"Se reproduce un patrón de colegueo testosterónico y conductas machistas reprobables", explica la periodista Sara González

Dos obras asturianas en el caso de corrupción en la cúpula del PSOE y así fueron las conversaciones de Koldo para amañarlas

Dos obras asturianas en el caso de corrupción en la cúpula del PSOE y así fueron las conversaciones de Koldo para amañarlas / LNE

Fidel Masreal

Fidel Masreal

Barcelona
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Si algo demuestra la trama de presunta corrupción en la cúpula del PSOE es que la democracia española no supera esta lacra, esta indignidad que durante años ha aflorado en distintos partidos políticos e instituciones. Repasamos, con dos de las personas que más saben sobre corrupción, las características psicológicas que llevan a estos individuos a robar dinero público, a traficar con contratos, por beneficio propio y también de su partido. ¿Cómo hay pensar, qué escala de valores o de falta de valores hay que tener para poder corromperse durante años?

"Me lo merezco"

Una de las características de las personas corruptas es su convencimiento de que roban porque lo merecen. "Se consideran personas entregadas en cuerpo y alma a una misión, a la tarea de salvar una institución o gobierno -describe Joan Llinares, exdirector del Palau de la Música, ha ejercido diversos cargos anticorrupción en la administración- y creen que no se les reconoce lo que hacen y, por tanto, pueden apropiarse de dinero, porque es un justo premio por todo el bien que están haciendo a la sociedad, este es el perfil habitual de los capos". Llinares cita el caso de Millet.

Es un justo premio por todo el bien que están haciendo a la sociedad, este es el perfil habitual de los capos

Joan Llinares

— Funcionario público, ha ocupado distintos cargos anticorrupción en Catalunya y Valencia

Sara Gonzàlez, redactora de política de EL PERIÓDICO y autora del libro "Cas Mercuri, la galaxia Bustos", añade: "Se reproduce siempre este patrón según el cual creen que la sociedad les debe algo, que han hecho una tarea tan relevante que está perfectamente justificado que puedan beneficiarse y enriquecerse". Sería el caso de los Pujol, añade, con ideas como la de que Catalunya les debe todo lo que han hecho por el país.

Egolatría y narcisismo

"Es el caso de Manuel Bustos, que era un megalómano evidente. En nombre de la justicia social cometen arbitrariedades, por una actitud ególatra", detalla la periodista. Llinares corrobora que "son personas con una soberbia y egocentrismo tales que se consideran por encima de todos y de las propias instituciones, y creen que la gente debería estar agradecida".

En nombre de la justicia social cometen arbitrariedades, por una actitud ególatra

Sara González

— Periodista de EL PERIÓDICO, autora, entre otros, de 'Cas Mercuri, la galaxia Bustos'

Junto a estos, están los que Llinares describe como corruptos de tercera fila. Empleados, funcionarios, que "dado que les han regalado un sueldo de por vida, estarán agradecidos, y ya no hay ética que valga si han entrado así; son gente que hace la vida imposible a los funcionarios cumplidores, que chiva al corrupto quienes son los que hay que deshacerse de ellos porque pueden desbaratar el negocio".

El sociópata

Llinares describe otra característica del corrupto: la sociopatía. "Son aquellos que, al llegar al poder, buscan la forma de aprovecharse, y les da igual si se les reconoce o no. Lo suyo es articular mecanismos para apoderarse de lo que puedan para ellos y los suyos. Estos personajes han estado vinculados a la financiación de los partidos, porque empiezan de maletineros hasta que hacen valer el camino iniciado para ir apartando una parte para hacer su fortuna sucia, son los Bárcenas".

Saben lo que hacen pero lo niegan

Los expertos lo tienen claro: ningún corrupto podría alegar enajenación mental transitoria ante un tribunal, salvo -apunta Llinares- algún caso excepcional de personas con alguna ludopatía. "Se produce en ellos una sensación de victimismo, cuando los pillan, y dicen 'como puede ser que caiga yo si el otro lo hace, es injusto", explica González. "El patrón es de justificación y victimismo". "No han perdido el mundo de vista, viven el mundo al día, son plenamente conscientes", corrobora el experto.

Ignorantes y machistas, pero a veces cultos

Sara González apunta a una cuestión machista en el patrón del corrupto. "Es un patrón que se repite, un colegueo testosterónico y conductas machistas reprobables".

Añádase a ello el bajo nivel cultural de muchos personajes, comenzando por Luis Roldán o algunos de los actuales protagonistas del caso Koldo, Ábalos, Cerdán. Llinares ha conocido muchos de estos perfiles ("igual que no se sienten culpables por robar dinero público, no se van a sentir culpables por usar mujeres como prostitutas, algunos quieren la exclusiva y las colocan; en un caso en Valencia pagaban a prostitutas como si fueran traductoras") pero también opina que también existen corruptos de alto nivel intelectual y cita a Rodrigo Rato y Rafa Blasco. Y sobre la cuestión de género, apunta: "podemos hablar mucho de ello, pero en cuanto se toca poder, la tentación está ahí".

Por último, Llinares avisa de otro efecto psicológico de la corrupción: el mimetismo. "El corrupto imita a otros corruptos que están más arriba en el escalafón". El ejemplo máximo, según este experto, es el del Rey emérito, cuya conducta puede llevar a influir en un clima de corrupción sistémica como el que, denuncia, estamos viviendo.