Emociones y crítica a Occidente
Omar El Akkad: "El miedo hace que el mundo entero despliegue una infinidad de posibilidades terribles"
El escritor y periodista lanza un contundente alegato crítico con la sociedad capitalista y disecciona emociones básicas
Odio, miedo, ira y venganza ocupan las reflexiones del libro, pero también amor y valentía

L’escriptor i corresponsal de guerra Omar El Akkad. | JORDI COTRINA


Fidel Masreal
Fidel MasrealPeriodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM - El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Pocas veces un libro se transforma en un puñetazo ético tan grande sobre las bases injustas de la actual civilización Occidental, a ojos de decenas de analistas de los principales diarios mundiales y autores de todo el planeta. Se trata de 'Algún dia todo el mundo habrá querido estar siempre en contra' / 'Algun dia tothom hi haurà estat sempre en contra' (Libros del Kultrum / L'Altra) de Omar el Akkad. Un texto en forma de decálogo que enhebra tanto la vivencia personal, la reflexión política, el ensayo, la descripción viva del genocidio a Palestina y, sobre todo, las contradicciones del sistema neoliberal.
Por quien soy y el lugar que ocupo en Occidente, no puedo comprar nada con mi miedo
El libro tiene, entre otras muchas virtudes, la capacidad de diseccionar sentimientos universales. Entre ellos, el miedo. "El miedo esconde la necesidad de provocarlo". El miedo, esta sensación tan primaria, es descrito por Akkad, como algo que hace que "el mundo entero despliegue una infinidad de posibilidades terribles". El autor hace analiza políticamente el miedo, porque lo pone en comparación con la visión capitalista de la vida en términos de compra y venta de intereses, de productos. "Por quien soy y el lugar que ocupo en Occidente, no puedo comprar nada con mi miedo". Y añade: "No quiero de ninguna manera que me permita comprar nada, ¿a quién le importaría lo que yo sienta por las banderas?".
Amor abrumador
Akkad contrapone el miedo que se ejerce sobre poblaciones como la Palestina, y ia discriminación al mundo árabe, con el amor. Otro sentimiento universal. Ante la tesis de que los palestinos no reaccionan al maltrato, el autor responde: "los palestinos reaccionan con un amor abrumador. De la misma manera que las poblaciones indígenas de un hemisferio entero, sujetos al peor genocidio de la historia de la humanidad, reaccionaron con un amor abrumador".
Son más los comprometidos con la solidaridad que los que lo están con la aniquilación
En su descripción de este amor, Akkad concluye: "Es un saber amar que el imperio no puede reconocer, porque es el amor de un pueblo por los otros. Cualquiera que haya rescatado a un familiar de entre las ruinas de un edificio bombardeado (...) sabe qué es amar. Pero a los ojos del imperio, a esto no se le puede llamar amor porque, para empezar, la consigna no ha sido nunca 'Ama' sin más bien 'Ámame. A pesar de todo, ámame a mí'.
El componente moral
El autor, de origen egipcio, desmenuza las contradicciones de los valores del poder Occidental sobre cuestiones como la guerra, las migraciones o la verdad misma. "El componente moral de la historia, el más necesario, se reduce sencillamente a una única pregunta formulada una y otra vez: cuando era necesario ¿quién se puso a favor de la justicia y quien a favor del poder?".
Cuando el lenguaje es insuficiente
A la hora de describir el genocidio en Palestina u otras injusticias planetarias, Akkad reflexiona sobre el uso de las palabras: "El lenguaje no es nunca suficiente. Se queda corto para ofrecer un espejo real de la vida. Así, el efecto calmante o doloroso de las historias que explicamos no reside en escoger las palabras adecuadas, sino en nuestra proximidad respecto de lo que las palabras adecuadas pueden ser". Según el autor, todo esto no es una cuestión abstracta sino "una manifestación real de poder, el privilegio de describir una cosa de manera vaga, incompleta, deshonesta, es separable del privilegio de mirar hacia otro lado".
De todas las repercusiones de los años de guerra contra el terrorismo, la que se subestima más a menudo es la distorsión de la lengua para sanear la violencia
El autor denuncia cómo mediáticamente y políticamente se usa el lenguaje "para lo contrario de su finalidad, o sea, para la destrucción del significado". "De todas las repercusiones de los años de guerra contra el terrorismo, la que se subestima más a menudo es la distorsión de la lengua para sanear la violencia".
Dolor, ira y esperanza
El relato contundente del autor incorpora otras emociones como la ira, el terror, el dolor y la culpa. Pero también palabras de esperanza: "Llegará el día en que ya no se podrá mirar hacia otro lado (...) el día en que la moneda social del progresismo aceptará como dinero de curso legal el sufrimiento de aquellos a los que antes asfixiaban en silencio". Y concluye: "Llegará el día en que las cosas cambiarán". Akkad cita otra emoción básica, la valentía. "No cuesta tanto de creer, incluso en las peores situaciones, que la valentía es el contagio más potente. Que son más los comprometidos con la solidaridad que los que lo están con la aniquilación".
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