Entrevista | Javier Yanguas Psicólogo especialista en gerontología
Javier Yanguas, psicólogo: "La dictadura de la felicidad deja al individuo muy solo"
"Ocultamos los cuidados porque la vulnerabilidad no nos gusta, ocultamos lo feo"
En 'Cuando los volcanes envejecen' el autor describe las emociones contradictorias de una mujer al cargo de su madre con demencia

Javier Yanguas / Plataforma Editorial


Fidel Masreal
Fidel MasrealPeriodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM - El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Cuidar a un ser querido con un problema grave de salud o al final de su vida genera emociones diversas y, a menudo, contradictorias. Es uno de los debates pendientes: cómo ayudar a quien cuida, como ayudar a quien necesita cuidados. En la novela, basada en hechos reales y en parte biográfica, 'Cuando los volcanes envejecen', Javier Yanguas entra a fondo en un tema tabú, no agradable pero por el que casi todos pasaremos. Yanguas cuenta con más de 30 años de experiencia en atención a personas mayores, investiga en relación al envejecimiento y es doctor el Psicología.
-¿Por qué todavía se silencian los cuidados, como se menciona en el libro?
-La vulnerabilidad no nos gusta. Nos gusta mucho la felicidad, banalizamos el sufrimiento. Parece que alguien con un cáncer, cambiando sus pensamientos con cuatro sesiones de mindfulness, ya está arreglado. Vivimos una paradoja de vulnerabilidad Los cuidados nos ponen en contacto con la fragilidad y la vulnerabilidad, por eso lo ocultamos.
Ocultamos lo feo, tenemos que estar con la persona vitamina y no con personas tóxicas, entedemos la autonomía como autosuficiencia
Ocultamos lo feo, tenemos que estar con la persona vitamina y no con personas tóxicas, hemos entendido la autonomía como autosuficiencia y no como interdependencia, que se ha vuelto algo clandestino. Es lo del yo, mi, me, conmigo. Y por otro lado, los hombres hemos entrado en el cuidado de los hijos pero no en el de los padres.
-Sin embargo, esta idea de las personas vitamina arrasa en las librerías...
-Somos generaciones centradas en el autocuidado, consumimos manuales de autoayuda y nos interesa menos el cuidado de los demás. Hemos pasado de sociedades comunitarias a sociedades de individuos. Esta dictadura de la felicidad deja al individuo muy solo y le obliga a ser una cosa que no es, que no somos. Estamos alegres y también triste, es parte de nuestra condición humana. La soledad es parte de la condición humana, no es una epidemia. Nos vamos de nosotros mismos y perdemos la profundidad de la vida. Es difícil amar la vida sin conocer el reverso tenebroso de las cosas.
-En el libro no se eluden las contradicciones emocionales de la cuidadora...
-Las relaciones son complicadas, no escondo la parte dura. Todo es muy contradictorio en nuestra vida. Pero si quieres mantener las relaciones necesitas compromiso. Si no te comprometes qué hay, la nada.
-En el libro aparece la reflexión: convivir con el deterioro ensombrece la existencia
-Te transforma. Los cuidados imprimen carácter. La cercanía con la fragilidad, con la decrepitud, con la pérdida de control de tu propia vida. Claro que ensombrece la existencia. Tienes que hacer un esfuerzo por darte cuenta de que es parte de la vida.
Claro que cuidar ensombrece la existencia. Tienes que hacer un esfuerzo por darte cuenta de que es parte de la vida
Asumir que somos lo que somos. He visto transformaciones de gente a la que he atendido. Y la experiencia de cuidar me ha cambiado, me ha hecho distinto.
-La protagonista cuida a su madre cuando sufre una demencia, y no esconde sentimientos a veces no positivos hacia ella, incluso un conato de agresión
-Uno de los sentimientos es la culpa. O la ambivalencia: te quiero mucho pero te mataría, me estás jodiendo la vida. Son sentimientos muy complicados. Muchas mujeres cuidan y a la vez tienen hijos. Haces un paréntesis en tu vida profesional y personal. A veces las parejas se rompen. Es de una exigencia enorme.
Uno de los sentimientos es la culpa. O la ambivalencia: te quiero mucho pero te mataría, me estás jodiendo la vida
Tiene sentido transitar por estos grises. Por ejemplo, abordo el tema del maltrato, que evidentemente es malo, pero entendamos que a veces las situaciones son muy complicadas, muy jodidas. Debemos tener una mirada épica de las cosas pero ser un poco compasivos con nosotros mismos. Es muy fácil juzgar desde fuera.
-La mayoría de amigas de la madre la abandonan...
-Yo mismo he visto a personas calvas por la quimio por la calle y me ha dado miedo pararme. Nos incomoda, no sabemos qué decir, nos da miedo. No saludamos y no nos damos un abrazo. Deberíamos reconocernos más en esa persona con demencia o calva por un tratamiento o por lo que sea, nos puede pasar a nosotros. Yo lo he hecho: parar, dar tres pasos atrás y decirle: 'te he visto y no me he atrevido'. Necesitamos sociedades más compasivas, reivindico la necesidad de dar esos tres pasos atrás.
-Reivindicas la compasión más que la empatía
-Sí, la empatía puede ser eso de 'sé como te sientes', me parece un poco de chulito. En cambio, la compasión es sufrir con, es estar cerca del que sufre y acompañarlo. Reivindico esa compasión, no la de la lágrima fácil. Necesitamos ponernos a la misma altura de los ojos.
-¿Qué opina sobre la opción de las residencias de personas mayores?
-No las demonizo. He trabajado en ellas. Todos queremos envejecer en casa o en la comunidad, pero a veces la vida se complica y no es posible.
La compasión es sufrir con, es estar cerca del que sufre y acompañarlo. Reivindico esa compasión, no la de la lágrima fácil
Pero necesitamos cambios en la atención, que los derechos se cumplan, una mirada ética, de dignidad y autonomía. Necesitamos que el cuidar no sea instrumental, de cambiar el pañal, sino que sea tirar del proyecto de vida de las personas. No tenemos los centros que merecemos.
-El final del libro aborda la muerte y reclama: nadie debería morir en soledad
-La medicina tiene límites, la vida tiene límites y entonces ¿qué queda? Queda estar ahí, que te cojan de la mano, que te miren a la cara, que estén contigo. No se puede hacer nada más. A veces también escondemos la muerte, cuando en ese momento necesitamos estar con otros y que nos acompañen. Francesc Torralba dice que ante la incertidumbre de la muerte queda la certidumbre del cómo, del cuándo...
-Y vinculado con todo esto, reclama usted la necesidad de los otros
-Hoy en el metro todo el mundo va con los auriculares y mirando el móvil. Nadie habla. No estoy conforme con estas sociedades. Reivindico la idea de existir en la mirada del otro. El vínculo más el apego. Tenemos que hacer un alto en el camino y mirar. Nos hemos creído que el yo es algo que está a priori y siempre es un a posteriori relacional.
Reivindico la idea de existir en la mirada del otro. El vínculo más el apego. Tenemos que hacer un alto en el camino y mirar.
No somos nada sin relaciones, nos constituimos en relaciones. Hay una quiebra de las relaciones: redes sociales, transhumanismo... Tenemos que repensar todo esto e invertir en relaciones.
-Otra paradoja es que evitamos el contacto con la decrepitud cuando todos pasaremos por ahí...
-Simone de Beauvoir dice que no sabemos quiénes somos e ignoramos lo que seremos. Reconozcámonos en ese viejo, en esa vieja. La protagonista del libro empuja la silla de ruedas con su madre y se ve en el futuro sentada en ella, empujada por su hija. Me viene bien verme en esa silla para aprovechar la vida, ponerle dirección, sabe que esto es finito y vivir más intensamente. Somos una sociedad que rechaza todo esto y preferimos pasar de puntillas. Yo prefiero no pasar de puntillas, así de claro.
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