Salud emocional

Conmoción en el colegio Sant Ignasi de Barcelona por el accidente mortal de helicóptero en NY: cómo gestionar el duelo en la escuela

Hablar sin eufemismos, acompañar y crear espacios de memoria son tres elementos clave para afrontar el dolor

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Helicóptero con españoles al parecer perdió las aspas en el aire antes de caer al Hudson

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Fidel Masreal

Fidel Masreal

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El colegio jesuita Sant Ignasi de Barcelona está de luto. El trágico accidente de helicóptero en Nueva York en el que ha muerto una familia entera les ha tocado de pleno. Los tres niños fallecidos, de 11, 7 y 4 años, eran alumnos de la escuela. Tanto en el centro como en los grupos de whatsapp de madres y padres de todas las etapas escolares se ha vivido con conmoción la noticia. La comunidad educativa, empezando por el profesorado y demás personal, pasando por las familias y acabando por los alumnos, no se lo podían creer y les costaba asimilar la tragedia. Este viernes, que debía ser un día alegre, el último lectivo antes de las vacaciones de Semana Santa, se ha convertido en un día de profundo dolor.

La escuela Sant Ignasi se declara "conmocionada, dolorida y sin palabras" y expresa su apoyo a familiares y amigos de la familia Escobar-Camprubí

La escuela se ha declarado "conmocionada y dolorida" en un comunicado. "Queremos expresar nuestro apoyo, nuestro cariño a sus familiares y amigos, así como ofrecer el acompañamiento que puedan necesitar", han señalado. "Sin palabras que puedan expresar todos los sentimientos que en estos momentos nos atenazan, hacemos extensivo a todas las personas de nuestra escuela el deseo de acogerlas y acompañarlas en el duelo", han añadido. La comunidad educativa está preparando actos en recuerdo de la familia Escobar-Camprubí, de los cuales informarán "oportunamente".

De la mano de Mónica Cunill, doctora en psicología, profesora de la Universitat de Girona (UdG), especializada en el acompañamiento del proceso de pérdida y duelo, repasamos cómo desde el entorno puede ayudar a los menores a gestionar este dolor.

Primero, comunicar bien

"Lo primero a hacer es, seguramente ya lo han hecho, es reunir al claustro para dar espacio a ver cómo están los maestros y darles pautas para gestionar la situación en las aulas. En primer lugar, ayudarles a comunicar la noticia. En el aula, es importante que la información no les llegue distorsionada. Es bueno sentar a los niños en círculo y explicarles que sus compañeros estaban en Nueva York, han tenido un accidente muy grave -subrayando el 'muy'- y han muerto. No se deben usar eufemismos como que han ido al cielo porque algunos menores se lo pueden tomar a la ligera. Lo que hemos de darles es seguridad, desde la parte física, la presencia y dejándoles que se expresene. Es importante que se sientan acompañados y que se valide lo que les está pasando".

No sobreproteger

"Los adultos tenemos un papel muy importante. A veces con buena fe los sobreprotegemos porque si no se explica parece que no ha pasado. Pero sí ha pasado y los niños necesitan saber que tienen el espacio para vivir la experiencia, una experiencia que marca mucho. Si se hace una buena gestión, seguirán conectados con las víctimas desde el amor; si no, se puede generar mucho malestar y pueden pasar 30 años y acordarse de que eso no lo gestionaron bien, porque la infancia es un momento de mucha vulnerabilidad. Si se resuelve bien, es una oportunidad para aprender y crecer".

Validar sus reacciones, y apelar al amor

"Lo ideal sería disponer de protocolos previos, pero en todo caso, se debe saber que las reacciones de los niños pueden ser variadas, pueden no reaccionar, o llorar. El docente debe sostener y dejar espacio para que se expresen y pregunten. Y se puede hablar de la muerte. Si se pregunta qué es la muerte, se puede responder que el cuerpo deja de funcionar, no respiramos, no comemos pero que el amor y el cariño que sentimos por él o ella es para siempre".

Espacios simbólicos

"Es bonito ofrecer a los niños la posibilidad de participar en el entierro, sin obligarles, o bien preparar un dibujo... para que puedan participar llevándolo al entierro los maestros. Es importante que durante el duelo, durante meses, haya diferentes oportunidades de expresar las emociones. Se puede organizar una fiesta de despedida para celebrar la historia compartida con estos niños, lo que nos han enseñado, llevar a cabo un pequeño homenaje. En esa escuela se puede preparar una canción, un mural... Lo ideal es que los niños hagan la propuesta. Y en las aulas es bueno disponer de un espacio especial como el pupitre del niño, a modo de pequeño altar donde poner objetos simbólicos".

No abandonarlos a los tres meses

"Los niños no elaboran el duelo como los adultos, entran y salen del mismo de forma intermitente, por lo tanto, tras varios meses pueden ponerse a llorar, y hay que estar atentos a síntomas físicos o cambios de comportamiento. Se les da espacio, el duelo irá mejor, y también si se implica a las familias en ello, dándoles una charla. También se puede disponer de un espacio con cuentos que hablen del duelo o espacios y recursos en las aulas".

¿Y en casa?

El Hospital Sant Joan de Déu dispone de un protocolo llamado '¿Cómo explicar la muerte a los niños?', en el que se dan una serie de consejos útiles:

  1. Usar palabras sencillas. En un tono afectuoso y calmado. No tener miedo a usar la palabra muerte. Hay que usar pocas palabras para explicar lo sucedido y la muerte.
  2. Dejar que el niño tenga espacio para preguntar y para expresarse. Darle respuestas sinceras y honestas pero sin ofrecer más información, que quizás no podrá asimiliar. No dejar al niño solo y aceptar todas sus reacciones sin juzgarlas.
  3. La muerte inesperada y súbita de un adolescente en un accidente de coche será la más difícil de procesar.
  4. Comunicar la muerte a un niño de menos de seis años plantea retos. Hay que indicar conceptos como "todo", o "nunca", para subrayar que el niño fallecido no volverá. Si se trata de una muerte súbita, hay que ayudar al niño a aceptar una notícia, hecho que cuesta tanto a menores como a adultos. "Verbalizar nuestra incredulidad y nuestro estado de shock los ayuda a entender que todos necesitamos un tiempo para asimilar lo sucedido".
  5. Si el niño tiene más de 9 años, las claves son darles más espacio y tiempo. Los preadolescentes acostumbran a tener miedo por su propia mortalidad. Hay que recordar también que la adolescencia incluye cierta dificultad para expresar emociones. También se puede llorar sin lágrimas.