Turismo y bienestar

Viajar para desconectar: ¿Realidad o promesa vacía?

Salud mental, destinos emocionales y marketing del autodescubrimiento

¿Viajar realmente mejora el estado psíquico? Analizamos si los viajes de desconexión cumplen lo que prometen

Mujer meditando en un entorno natural.

Mujer meditando en un entorno natural. / PIXABAY

Marc Darriba

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Barcelona
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Viajes de desconexión”. “Experiencias transformadoras”. “Encuéntrate a ti mismo”. Estas expresiones han dejado de ser frases inspiradoras para convertirse en estrategias habituales de marketing en el sector turístico. El viaje, antes símbolo de aventura, hoy se presenta a menudo como una especie de terapia emocional o herramienta de crecimiento personal a través del llamado turismo de bienestar. Pero… ¿hasta qué punto estas promesas se corresponden con la realidad?

Durante años, la psicología ha analizado el impacto de los viajes en el bienestar emocional. Y aunque no cabe duda de que cambiar de escenario puede ser beneficioso, diversos expertos coinciden en que no existen recetas mágicas. Como dice Javier Labourt, psicólogo especializado en viajes, “el viaje puede ser una herramienta de cambio personal si se aborda con actitud e intención, pero la transformación no está garantizada”.

¿Desconexión o simple evasión?

El atractivo de “desconectar de todo” es comprensible en una sociedad acelerada, hiperconectada y cada vez más exigente emocionalmente. Pero Labourt alerta de una confusión frecuente: “Desconectar de la rutina puede ser saludable, pero hacerlo para evitar conflictos internos puede tener consecuencias emocionales más graves al regresar”.

El viaje puede ser una herramienta de cambio personal si se aborda con actitud e intención, pero la transformación no está garantizada

Javier Labourt

— Psicólogo especializado en viajes

Según él, el problema no es viajar, sino esperar que el viaje resuelva por sí solo un malestar que es interno. Esta distinción entre evasión y autocuidado es clave: “El viaje puede sembrar una semilla de cambio, pero solo germinará si hay trabajo personal y honestidad emocional”.

Además, las redes sociales han añadido una capa de presión. Labourt lo resume así: “Vivimos más para mostrar que para vivir. Lo ‘instagrameable’ ha sustituido la profundidad de las experiencias”. Esta discrepancia entre lo que mostramos y lo que vivimos puede amplificar la insatisfacción y las comparaciones sociales, un fenómeno que estudios como los de Sonja Lyubomirsky han relacionado directamente con la disminución del bienestar emocional.

El relato emocional en B-Travel

Este marzo, en el salón B-Travel celebrado en Fira Barcelona del 28 al 30 de marzo, a palabra más repetida no es “autoconocimiento” ni “transformación”, sino experiencia. Experiencias intensas, visuales, exclusivas. muchas propuestas turísticas no ocultaban su intención de ofrecer “desconexión”, “bienestar” y “autenticidad”. Pero, ¿qué hay realmente detrás de estas palabras?

Un aurora boreal sobre Reine, en el norte de Noruega.

Un aurora boreal sobre Reine, en el norte de Noruega. / JOSÉ ALBERTO PUERTAS

Carles Carrión, cofundador de Kareba Viatges, asegura que cada vez más personas buscan vivencias que las remuevan emocionalmente y las hagan salir de su zona de confort. Una de sus rutas más singulares es una travesía por el desierto con acompañamiento emocional. “No se trata de visitar monumentos, sino de escucharse. El desierto, con su silencio e inmensidad, te conecta contigo mismo”, explica.

Otros stands, sin embargo, ofrecen lecturas más pragmáticas. En Llums de l’Àrtic, una agencia que organiza viajes para observar auroras boreales en catalán, afirman que “cuando se deja tiempo libre a los clientes, a menudo se quejan porque prefieren mantenerse activos”. En Arctic Yeti, especializados en viajes únicos y exigentes, responden con una sonrisa: “Hay quien quiere encontrarse a sí mismo, pero muchas veces bastaría con estar bien”.

Hay quien quiere encontrarse a sí mismo, pero muchas veces bastaría con estar bien

Artic Yeti, agencia de viajes

Eso sí, todos coinciden en una palabra clave: experiencia. Experiencias únicas, visuales, emocionales. La promesa ya no es solo ver mundo, sino vivir intensamente, conectar, sentir.

El valor real de los viajes

A pesar de estas contradicciones, el potencial del viaje como espacio de aprendizaje y crecimiento es innegable. “Salir de la rutina, enfrentarse a imprevistos, adaptarse a nuevas culturas o viajar en solitario puede favorecer la autoestima, la resiliencia y la flexibilidad cognitiva”, dice Labourt.

Eso sí, se necesita una actitud abierta, una intención clara y una disposición a vivir lo que se presente sin idealizaciones. Como él mismo apunta: “No se trata de esperar cambios automáticos, sino de abrirse a la experiencia con autenticidad e integrar los aprendizajes”.

la desconexión real no siempre pasa por el pasaporte

— Psicólogo especializado en viajes

También advierte de escenarios que pueden empeorar la salud mental: viajes con mucho estrés logístico, destinos con barreras idiomáticas o personas emocionalmente vulnerables que se encuentran solas en un entorno desconocido. “En estos casos, el viaje puede desbordar más que sanar”, afirma.

Alternativas y realidades

Cuando se trata de bienestar emocional, el viaje no puede sustituir un trabajo personal profundo. La psicoterapia, según Labourt, sigue siendo la herramienta más eficaz para abordar el malestar de forma sostenible. Eso no significa que viajar no ayude, pero sí que conviene situarlo en su lugar: “El viaje puede complementar, pero no sustituir un proceso terapéutico”. En definitiva, y como dice Labourt, “la desconexión real no siempre pasa por el pasaporte”. Tal vez convenga preguntarse si lo que necesitamos es marcharnos lejos... o mirarnos de cerca.