Psicología
¿Sientes que todo te molesta últimamente? Puede ser tu cerebro pidiendo ayuda
La irritabilidad refleja cambios en nuestra salud mental

Cuando todo te molesta / 123RF


Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Hay momentos en la vida en los que parece que cualquier cosa nos irrita: el ruido del tráfico, las conversaciones ajenas, la forma en que alguien mastica o incluso la luz del sol. Este estado de irritabilidad constante puede hacer que reaccionemos con mayor sensibilidad ante estímulos que normalmente no nos afectarían de la misma manera. Aunque es común atribuir este malestar al estrés o al cansancio, en realidad puede ser una señal de que el cerebro está pidiendo ayuda.
La irritabilidad no es simplemente un mal humor pasajero. Es una respuesta emocional que indica que algo en nuestro sistema está fuera de equilibrio. En muchas ocasiones, es una manifestación de una sobrecarga mental, una falta de descanso adecuado o incluso un síntoma de que el cuerpo y la mente están intentando procesar algo que aún no hemos identificado del todo.
Este estado de hipersensibilidad ante el entorno no surge de la nada. Puede deberse a múltiples factores, desde cambios hormonales hasta una acumulación de estrés prolongado. A veces, cuando no podemos expresar lo que realmente nos preocupa, nuestro cerebro lo manifiesta a través de una reacción exagerada a estímulos externos. Identificar esta señal a tiempo puede ayudarnos a comprender qué está ocurriendo en nuestro interior y qué necesita nuestra mente para recuperar su equilibrio.
¿Nuestro cerebro pide ayuda a través de estar irritables?
El cerebro es un órgano increíblemente complejo que está en constante comunicación con el resto del cuerpo. Cuando experimentamos irritabilidad frecuente, puede ser una señal de que algo no está funcionando de manera óptima. Esta reacción es, en muchas ocasiones, una forma en la que nuestro cerebro nos avisa de que necesita atención, descanso o un cambio en nuestras rutinas.
Una de las razones más comunes por las que el cerebro responde con irritabilidad es la sobrecarga de estímulos. En la actualidad, vivimos expuestos a una gran cantidad de información, notificaciones constantes y demandas sociales que pueden agotar nuestra capacidad de procesamiento. Cuando el cerebro está saturado, se vuelve más difícil filtrar los estímulos irrelevantes, lo que puede llevar a una sensación de agobio y, en consecuencia, a un estado de mayor sensibilidad e irritación.
Otro factor relevante es el agotamiento emocional. Cuando hemos estado lidiando con preocupaciones intensas durante un tiempo prolongado, el cerebro puede entrar en un estado de hiperactividad, dificultando la capacidad de relajarnos. En estos casos, la irritabilidad es una manifestación de la fatiga mental, que puede generar una menor tolerancia a los imprevistos y una sensación de frustración constante ante situaciones cotidianas.
Asimismo, la falta de sueño es uno de los principales desencadenantes de la irritabilidad. Durante el descanso, el cerebro procesa emociones, consolida recuerdos y regula los niveles de neurotransmisores. Un sueño de mala calidad o insuficiente altera este proceso, afectando el equilibrio emocional y reduciendo nuestra capacidad de afrontar los estímulos externos con calma.
¿Qué otras señales debemos tener en cuenta?
La irritabilidad es solo una de las formas en que el cerebro puede expresar que necesita ayuda. Existen otras señales que pueden acompañarla y que nos brindan información valiosa sobre nuestro estado emocional y mental. Prestar atención a estos signos puede ayudarnos a identificar la raíz del problema y tomar medidas para recuperar el bienestar.
Uno de los síntomas más frecuentes es la fatiga persistente. Cuando el cerebro está sobrecargado, el cuerpo también lo resiente. Sentirse agotado a pesar de haber dormido lo suficiente, experimentar dificultades para concentrarse o notar una sensación de pesadez constante pueden ser indicadores de que el sistema nervioso está funcionando por encima de su capacidad habitual.
Otra señal importante es la dificultad para regular las emociones. Si últimamente todo parece generar una reacción desproporcionada, ya sea tristeza, frustración o desánimo, esto puede indicar que el cerebro está teniendo dificultades para gestionar el estrés. Las emociones tienden a intensificarse cuando el equilibrio neuroquímico está alterado, lo que puede llevar a respuestas emocionales exageradas ante situaciones que antes se manejaban con mayor facilidad.
Además, es común experimentar alteraciones en el sueño o en el apetito. Cuando la mente está en un estado de alerta constante, puede resultar difícil conciliar el sueño o mantener un descanso reparador. De la misma manera, los cambios en el apetito, ya sea una disminución o un aumento repentino de la necesidad de comer, pueden ser una manifestación de que el cerebro está buscando formas de compensar el malestar interno.
Sentir que todo molesta con más intensidad de lo habitual puede ser una señal de que el cerebro está tratando de comunicar que necesita un cambio. La irritabilidad no es simplemente un estado pasajero, sino una manifestación de que algo en nuestro sistema necesita ser atendido. Comprender su origen y observar otras señales que puedan acompañarla nos permite actuar de manera más consciente para recuperar el equilibrio emocional.
El estrés, la falta de descanso adecuado y la sobrecarga de estímulos pueden ser algunos de los factores que contribuyen a esta sensación de malestar constante. Prestar atención a las señales que envía el cuerpo y el cerebro es fundamental para evitar que el malestar se acumule y afecte otros aspectos de la vida cotidiana. A veces, el primer paso para sentirnos mejor es reconocer que nuestra mente está pidiendo un respiro y permitirnos atender esa necesidad con mayor compasión y cuidado.
* Ángel Rull, psicólogo.
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