Psicología
¿Por qué procrastinas incluso cuando sabes que te perjudica? Seis formas de solucionarlo
El bloqueo emocional nos interfiere en actividades aparentemente sencillas

Procrastinación / 123RF


Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Procrastinar es una conducta habitual que muchas personas experimentan en su vida diaria. Se trata de posponer tareas importantes a pesar de saber que retrasarlas traerá consecuencias negativas. Puede parecer una simple cuestión de falta de organización, pero en realidad es un fenómeno mucho más complejo, vinculado a la gestión emocional y a la manera en que procesamos el esfuerzo y la recompensa.
Esta tendencia a posponer actividades suele estar influenciada por diferentes factores psicológicos. Entre ellos, el miedo al fracaso, la baja tolerancia a la frustración y la búsqueda de gratificación inmediata juegan un papel fundamental. Es por eso que, aunque una persona sea consciente de que procrastinar le traerá problemas, muchas veces le resulta difícil evitarlo.
Más allá de ser una simple "mala costumbre", la procrastinación puede convertirse en un obstáculo para el bienestar personal y profesional. Identificar sus causas y aprender estrategias para reducirla es fundamental para mejorar la productividad y el equilibrio emocional.
Factores psicológicos que influyen en la procrastinación
Aunque muchas veces se piensa que la procrastinación es el resultado de la pereza o la falta de voluntad, en realidad suele estar vinculada a procesos psicológicos más profundos. Es importante entenderlos para poder actuar con una mayor claridad.
Estos son los principales factores psicológicos que influyen en la procrastinación:
1. Miedo al fracaso
Cuando la presión por obtener un resultado perfecto es demasiado alta, la tarea puede generar ansiedad y, como consecuencia, se posterga para evitar la sensación de incomodidad.
2. Baja tolerancia a la frustración
Algunas personas experimentan dificultad para lidiar con tareas que no ofrecen gratificación inmediata, lo que las lleva a evitar actividades que requieren esfuerzo a largo plazo.
3. Falta de motivación intrínseca
Si una tarea no resulta atractiva o no tiene un significado personal, es fácil que se relegue en favor de actividades más placenteras o entretenidas.
4. Autopercepción negativa
La creencia de que no se es lo suficientemente capaz para realizar una tarea puede generar inseguridad y, en consecuencia, llevar a postergarla indefinidamente.
5. Sesgo de gratificación inmediata
El cerebro tiende a preferir recompensas rápidas sobre beneficios a largo plazo, lo que hace que actividades como revisar el teléfono o ver una serie resulten más atractivas que cumplir con una responsabilidad.
Impacto de la procrastinación en la vida diaria
Las consecuencias de procrastinar no se limitan a un simple retraso en la realización de tareas. Esta conducta puede afectar diferentes ámbitos de la vida, generando malestar y dificultades tanto a nivel personal como profesional.
Uno de los principales efectos negativos es el aumento del estrés. Posponer tareas importantes genera una sensación de urgencia que, en lugar de motivar, suele generar más ansiedad. Esta presión acumulada afecta la calidad del descanso y la capacidad de concentración, haciendo que el rendimiento general disminuya.
Además, la procrastinación puede afectar la autoestima. Cuando una persona se da cuenta de que no está cumpliendo con sus responsabilidades, puede desarrollar sentimientos de culpa y frustración. Con el tiempo, esto refuerza la idea de que "no es capaz" de gestionar su tiempo adecuadamente, perpetuando el ciclo de la procrastinación.
En el ámbito laboral o académico, postergar tareas puede traer consecuencias concretas, como plazos incumplidos, oportunidades perdidas o una disminución en la calidad del trabajo entregado. En relaciones interpersonales, también puede generar tensiones, especialmente cuando el retraso en el cumplimiento de compromisos afecta a otras personas.
Seis estrategias para reducir la procrastinación
Aplicar las siguientes estrategias de manera constante puede marcar una gran diferencia en la manera en que se gestionan las responsabilidades diarias. Con el tiempo, la procrastinación dejará de ser un obstáculo y se convertirá en una conducta cada vez menos frecuente.
Estas son las estrategias para reducir la procrastinación:
1. Dividir las tareas en pasos pequeños
Una de las razones por las que se procrastina es la sensación de que una tarea es demasiado grande o complicada. Dividirla en pequeños objetivos concretos facilita la acción y reduce la ansiedad asociada al proceso.
2. Establecer tiempos límite realistas
Definir un tiempo específico para cada tarea ayuda a evitar que se extienda indefinidamente. Es recomendable utilizar técnicas como el "time blocking" o el método Pomodoro para mejorar la gestión del tiempo.
3. Identificar los momentos de mayor energía
Cada persona tiene horas del día en las que se siente más productiva. Aprovechar estos momentos para realizar las tareas más complejas permite optimizar el rendimiento y reducir la tendencia a postergar.
4. Eliminar distracciones
La procrastinación suele estar asociada a la fácil accesibilidad a elementos que desvían la atención, como el teléfono o las redes sociales. Crear un entorno libre de interrupciones ayuda a mantener el enfoque.
5. Replantear la forma de ver las tareas
Cambiar la perspectiva respecto a una tarea puede hacer que se perciba como más atractiva o manejable. En lugar de enfocarse en el esfuerzo que requiere, es útil pensar en los beneficios que traerá completarla.
6. Recompensarse por los avances
Asociar un pequeño premio con el cumplimiento de una tarea ayuda a reforzar la motivación y a crear una relación más positiva con las responsabilidades.
Procrastinar es una conducta que afecta a muchas personas, pero entender sus causas permite empezar a trabajar en su reducción. Más allá de la organización del tiempo, es fundamental reconocer los factores psicológicos que la alimentan, como el miedo al fracaso, la falta de motivación o la búsqueda de gratificación inmediata.
Implementar estrategias concretas, como dividir las tareas, establecer tiempos límite y eliminar distracciones, puede ayudar a gestionar mejor el tiempo y a reducir la sensación de agobio. La clave está en construir hábitos que favorezcan una relación más equilibrada con el trabajo y las responsabilidades, permitiendo disfrutar del progreso sin la carga del retraso constante.
* Ángel Rull, psicólogo.
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