Psicología

¿Por qué aún tememos mostrarnos afectivos en público? El miedo silencioso de las parejas LGTBIQ+

Las microagresiones diarias condicionan la expresión afectiva

¿Por qué aún tememos mostrarnos afectivos en público?

¿Por qué aún tememos mostrarnos afectivos en público? / 123RF

Ángel Rull

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El miedo silencioso de las parejas LGTBIQ+ hace referencia a una sensación de vigilancia constante que experimentan muchas personas al expresar afecto en espacios públicos. Aunque las sociedades han avanzado en materia de derechos y visibilidad, el temor a las reacciones ajenas sigue estando presente en muchas experiencias cotidianas. Este miedo no siempre es manifiesto o verbalizado, pero se filtra en gestos, en la contención del lenguaje corporal y en la necesidad de evaluar el entorno antes de mostrarse con naturalidad.

Históricamente, las personas LGTBIQ+ han sido socializadas en un contexto donde los afectos disidentes eran sancionados, ya fuera con violencia física, discriminación o exclusión social. Estas experiencias han dejado una huella profunda que no desaparece de un día para otro, incluso cuando la legislación otorga derechos igualitarios. Aún persisten situaciones en las que un simple gesto de cariño puede ser recibido con miradas reprobatorias, comentarios hostiles o, en el peor de los casos, agresiones.

¿Por qué nos da miedo mostrarnos afectivos en público?

El temor a expresar afecto en público dentro de las parejas LGTBIQ+ no es infundado. Este miedo tiene raíces en experiencias reales de rechazo y violencia que han marcado la historia del colectivo. Las personas han aprendido, a través de experiencias propias o ajenas, que ciertos gestos pueden desencadenar reacciones adversas en diferentes entornos.

Uno de los motivos fundamentales de este temor es la persistencia de actitudes discriminatorias. A pesar del reconocimiento legal de los derechos LGTBIQ+ en muchos países, la opinión pública no siempre ha evolucionado al mismo ritmo. Muchas parejas han sido víctimas de insultos, amenazas o incluso agresiones físicas solo por caminar de la mano o besarse en un espacio compartido.

Además, la socialización en una cultura heteronormativa enseña a que la disidencia afectiva y sexual debe ser "privada" o "discreta". Desde la infancia, se transmiten mensajes que refuerzan la idea de que el afecto entre personas del mismo género o de identidades no normativas es algo inapropiado o que podría incomodar a los demás. Esto genera un condicionamiento inconsciente que lleva a muchas personas a autorregular su expresión emocional para evitar conflictos.

Por último, el miedo también está ligado a la falta de representación positiva de las muestras de afecto LGTBIQ+ en los espacios públicos y mediáticos. Cuando estas expresiones de amor son invisibilizadas o mostradas de manera estereotipada, se refuerza la sensación de que no pertenecen a la esfera de lo público, sino que deben quedar relegadas a lo privado.

¿De qué manera juzga la sociedad heteronormativa a las parejas LGTBIQ+?

La sociedad heteronormativa, al establecer la heterosexualidad como modelo de referencia, ha generado mecanismos de vigilancia y control sobre las formas de afecto que se alejan de ese estándar. Aunque en algunos entornos urbanos y progresistas se ha avanzado hacia una mayor inclusión, en muchas otras partes del mundo y dentro de determinados sectores sociales, el juicio hacia las parejas LGTBIQ+ sigue siendo una realidad palpable.

Uno de los modos en los que se manifiesta este juicio es a través de la mirada social. Las miradas prolongadas, de sorpresa o desaprobación, pueden generar una sensación de intimidación y hacernos cuestionar si es seguro continuar con una muestra de afecto. Estas reacciones pueden parecer inofensivas, pero su acumulación en la vida cotidiana tiene un impacto significativo en el bienestar emocional.

Otro aspecto relevante es la microagresión verbal. Comentarios como "podrían hacerlo en otro lugar" o "no es necesario exhibirse" refuerzan la idea de que la afectividad LGTBIQ+ es inapropiada o fuera de lugar. Estas frases están cargadas de prejuicios y funcionan como mecanismos de censura que buscan limitar la expresión libre del amor.

También es frecuente la criminalización o patologización de las muestras de afecto. En muchos países, las personas LGTBIQ+ pueden enfrentar sanciones legales o acoso policial por besarse en público. A nivel mediático, no es raro encontrar discursos que asocian las relaciones disidentes con la corrupción moral o el "adoctrinamiento", promoviendo una percepción negativa que perpetúa la discriminación.

Siete pautas para la reeducación social

El miedo silencioso no es una simple precaución individual, sino un fenómeno social que afecta la manera en que las personas LGTBIQ+ se relacionan y construyen sus vínculos afectivos. Se trata de una interiorización del peligro que ha sido transmitida de generación en generación y que aún necesita ser puesta a prueba y desmontada.

Estas son las siete pautas para la reeducación social:

1. Visibilizar el afecto en espacios públicos

La representación es clave para la normalización. Cuando las personas LGTBIQ+ pueden expresar su afecto con naturalidad, contribuyen a que las futuras generaciones crezcan en un entorno donde la diversidad es parte de lo cotidiano.

2. Incluir educación en diversidad afectiva y sexual

La educación desde la infancia permite desmontar prejuicios y construir sociedades más inclusivas. La información basada en el respeto y la evidencia reduce el impacto de la discriminación.

3. Denunciar la discriminación

Es importante visibilizar las experiencias de violencia o exclusión para generar conciencia sobre los efectos de la homofobia y la transfobia en la vida cotidiana.

4. Fomentar la representación positiva en los medios de comunicación

Cuando las muestras de afecto LGTBIQ+ aparecen en contextos positivos y diversos, se refuerza su legitimidad y se combate la estigmatización.

5. Apoyar las leyes de protección contra la discriminación

La garantía de derechos en materia de igualdad es fundamental para que las personas puedan desenvolverse con seguridad en la esfera pública.

6. Promover espacios seguros y libres de prejuicios

Restaurantes, bares, empresas y eventos pueden adoptar políticas de inclusión que permitan a las parejas LGTBIQ+ sentirse bienvenidas y protegidas.

7. Generar diálogos abiertos sobre la afectividad

Hablar sobre estos temas ayuda a desmontar creencias erróneas y a construir un discurso basado en el respeto y la empatía.

El miedo a mostrarse afectivos en público dentro de las parejas LGTBIQ+ no es un problema individual, sino un reflejo de una sociedad que aún arrastra prejuicios y barreras. Aunque se han conseguido avances importantes, el temor a la reacción de los demás sigue siendo un factor limitante en la experiencia cotidiana del amor diverso. Para erradicarlo, es necesario un trabajo colectivo de educación, visibilización y acción social que permita construir espacios públicos verdaderamente inclusivos, donde todas las formas de afecto sean reconocidas y celebradas con total libertad.

* Ángel Rull, psicólogo.