Psicología

Estrés en el trabajo: si haces estas cinco cosas, podrías estar al borde del colapso

La ansiedad laboral supone un motivo importante de malestar diario

Estrés laboral

Estrés laboral / 123RF

Ángel Rull

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El estrés laboral se define como la respuesta que experimenta cada persona ante la presión y las exigencias propias del entorno de trabajo. Esta respuesta, que forma parte del sistema de supervivencia, se activa cuando se perciben situaciones que requieren una adaptación inmediata ante demandas crecientes. En contextos en los que las tareas se acumulan o las expectativas son desproporcionadas, el cuerpo y la mente se preparan para reaccionar a través de respuestas fisiológicas y emocionales.

Desde una perspectiva psicológica, el estrés en el trabajo se manifiesta como un estado de tensión que afecta tanto a la esfera emocional como a la física. Este estado, cuando se activa de forma puntual, puede resultar adaptativo, ya que permite que la persona se concentre en resolver situaciones problemáticas. Sin embargo, cuando la presión se prolonga en el tiempo, el organismo se ve expuesto a un desgaste progresivo que interfiere en la capacidad para responder de manera efectiva. La sensación de estar constantemente sobrecargado, la imposibilidad de establecer límites claros y la percepción de que las exigencias nunca se detienen, son rasgos característicos de un estrés laboral crónico.

El estrés en el ámbito profesional no es exclusivo de un sector o tipo de trabajo, sino que se extiende a diversas áreas en las que las responsabilidades y las expectativas son elevadas. En muchos casos, el entorno laboral se ve marcado por la competitividad y la constante necesidad de cumplir con objetivos que, en ocasiones, resultan inalcanzables. Esta situación provoca que la persona se sienta atrapada en una espiral en la que la presión se vuelve insoportable, afectando su capacidad para disfrutar de los logros y disminuyendo la motivación. Así, el estrés laboral se revela como un fenómeno complejo, en el que la interacción entre factores externos y respuestas internas determina su impacto en la calidad de vida.

¿Qué síntomas tiene?

El estrés laboral se manifiesta a través de una serie de síntomas que pueden afectar diferentes ámbitos de la existencia de una persona. Entre los síntomas físicos, es frecuente observar alteraciones en el sueño, dolores de cabeza, tensión muscular y fatiga constante. Estas manifestaciones son señales claras de que el cuerpo está reaccionando a una sobrecarga prolongada, haciendo que la capacidad para recuperarse se vea comprometida.

En el terreno emocional y psicológico, el estrés en el trabajo suele presentar síntomas como la ansiedad, la irritabilidad y la dificultad para concentrarse. La mente se ve invadida por pensamientos recurrentes que generan una sensación de inquietud y preocupación constante. Esta carga mental puede llevar a la persona a experimentar fluctuaciones en su estado de ánimo, afectando la capacidad para disfrutar de momentos de relajación y bienestar. Es habitual que quienes atraviesan este estado se sientan abrumados por la presión, lo que les impide gestionar sus emociones de manera equilibrada y limita la posibilidad de encontrar soluciones efectivas a las situaciones que se presentan.

Por otro lado, en el comportamiento se pueden observar cambios que revelan la existencia de un estrés prolongado. La procrastinación, la disminución en la productividad y el retraimiento en las relaciones interpersonales son algunas de las conductas que se hacen evidentes en quienes viven bajo altos niveles de presión. La tendencia a evitar situaciones que implican responsabilidad, la dificultad para tomar decisiones y la sensación de estar desconectado de la realidad cotidiana, son señales de alerta que indican que el estrés ha alcanzado niveles perjudiciales. Estos síntomas, combinados entre sí, permiten identificar un patrón de respuesta que, de no ser atendido, puede evolucionar hacia un estado de agotamiento total.

Cinco cosas que hacemos con estrés laboral que podrían indicarnos que estamos al borde de un colapso

El estrés en el trabajo puede manifestarse en conductas que, a simple vista, parecen habituales, pero que en realidad advierten sobre un desgaste progresivo. En esta sección se identificarán cinco hábitos que, si se adoptan de manera sistemática, podrían ser señales de alerta de que la persona se encuentra al borde de un colapso emocional y físico. Es importante destacar que la presencia de una o varias de estas conductas no implica, de forma aislada, un deterioro irreversible, pero sí indica la necesidad de reflexionar sobre la forma en que se gestionan las presiones diarias y de adoptar estrategias que favorezcan un equilibrio saludable.

Estas son las cinco cosas que hacemos con estrés laboral que podrían indicarnos que estamos al borde de un colapso:

1. Tendencia a ignorar las señales de cansancio, tanto en el cuerpo como en la mente

Muchas personas tienden a minimizar o a pasar por alto la fatiga acumulada, manteniendo un ritmo incesante sin concederse el descanso necesario. Esta costumbre puede traducirse en una falta de atención a las necesidades propias, lo que eventualmente conduce a un agotamiento que afecta la capacidad para rendir en el trabajo y en la vida personal.

2. Sobrecarga de tareas sin establecer límites claros

Trabajar de forma continua, sin tomar pausas ni desconectar, es una práctica que, a la larga, deteriora la energía vital y aumenta la sensación de estar permanentemente abrumado.

3. Aislamiento social

La presión en el trabajo puede llevar a que se descuiden las relaciones personales, generando una desconexión que resulta perjudicial para la salud emocional. Al alejarse de los espacios de convivencia y de las actividades que aportan bienestar, la persona se ve sumida en un círculo de soledad y estrés que impide la recuperación emocional.

4. Dificultad para organizarse y priorizar tareas

Cuando el estrés se vuelve abrumador, se tiende a procrastinar y a postergar actividades importantes, lo que refuerza la sensación de descontrol y de saturación mental.

5. Incapacidad para desconectar de las exigencias laborales, incluso en momentos destinados al descanso

La constante revisión de correos electrónicos, la atención permanente a asuntos de trabajo y la falta de límites en el horario, son prácticas que alimentan el estrés y disminuyen la posibilidad de recuperarse plenamente. Estas conductas, en conjunto, constituyen una alerta sobre el estado emocional y físico, y sirven como indicativo de que es necesario reevaluar la forma en que se enfrentan las demandas del entorno laboral.

La identificación de estos cinco hábitos permite a cada persona reconocer patrones que, en apariencia, pueden parecer normales en un entorno de alta exigencia, pero que, de consolidarse, indican una proximidad al colapso. La reflexión sobre estas conductas invita a replantear la manera en que se gestionan las jornadas laborales, promoviendo la importancia de establecer límites claros y de atender las propias necesidades de descanso y socialización.

* Ángel Rull, psicólogo.