Psicología

"No pareces gay": por qué este comentario aparentemente inofensivo es más dañino de lo que crees

El ‘passing’ viene condicionado por la heterosexualidad como norma

El peligro del ‘passing’

El peligro del ‘passing’ / 123RF

Ángel Rull

Ángel Rull

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La expresión "no pareces gay" se ha popularizado en contextos sociales donde se valora de manera implícita una apariencia y comportamiento que se asocia a lo “normal” dentro de la heteronormatividad. El término ‘passing’ se refiere a la capacidad o presión que sufren algunas personas para ser reconocidas como parte del grupo mayoritario, en este caso, presentándose como heterosexuales. Esta exigencia de conformidad se convierte en un mecanismo que, de forma sutil, margina a quienes tienen orientaciones sexuales diversas, pues su valor social se reduce a la medida en que se alejan o acercan a un ideal preestablecido.

En el contexto social y psicológico, el ‘passing’ implica un esfuerzo constante por ocultar características o comportamientos que pudieran revelar una identidad sexual no normativa. Este proceso, a menudo impuesto por normas culturales rígidas, genera tensiones internas en las personas.

La presión para “pasar” desapercibidos en términos de orientación sexual tiene un impacto profundo en la salud mental. Desde la perspectiva de la psicología, el esfuerzo por mantener una imagen que se ajuste a expectativas sociales puede llevar a sentimientos de aislamiento. Tanto el sentir como la manifestación externa se ven comprometidos al intentar encajar en moldes que no reconocen la riqueza de la identidad de cada ser, lo que resulta en una experiencia emocionalmente agotadora y, en ocasiones, dolorosa.

¿Qué hay de homófobo en el 'passing'?

La raíz de la homofobia se nutre de ideas y actitudes que posicionan la heterosexualidad como el único modo legítimo de ser y relacionarse. Cuando alguien dice “no pareces gay”, se está reforzando la noción de que existen formas “correctas” e “incorrectas” de ser gay, sugiriendo que existe un modelo único que debe cumplirse. Esta declaración, aparentemente inocua, envía un mensaje implícito: hay una forma de ser gay que es aceptable y otra que, en cambio, se considera aberrante o incluso indeseable.

Este tipo de comentarios se sustenta en prejuicios profundos que refuerzan la idea de una norma inamovible, en la que la diversidad sexual se encasilla en estereotipos limitantes. Al insistir en que una persona “debería” manifestar ciertos rasgos para ser reconocida como parte de la comunidad gay, se niega la posibilidad de que la autenticidad se exprese en múltiples formas. El comentario se convierte en un mecanismo sutil para mantener jerarquías sociales y excluir a quienes no se ajustan a un ideal preestablecido, generando una barrera para la aceptación plena de la diversidad.

Además, el ‘passing’ como fenómeno social está intrínsecamente vinculado a la construcción de identidades basadas en la conformidad con patrones estéticos y comportamentales. Esta perspectiva reduce la riqueza de la experiencia personal a un conjunto limitado de características visibles, lo cual puede constituir una forma de homofobia estructural. Desde el análisis psicológico se puede afirmar que esta visión estrecha no solo afecta la autoestima, sino que también incide en la percepción que las personas tienen de sí mismas, alimentando sentimientos de inseguridad y exclusión en contextos en los que la diversidad debería ser celebrada.

La homofobia encubierta, expresada a través del ‘passing’, se manifiesta de manera insidiosa en conversaciones cotidianas y en la cultura popular. Cuando se cuestiona la apariencia o la forma de ser de una persona gay, se pone en tela de juicio la autenticidad de su identidad, lo que genera una tensión interna considerable.

¿Qué consecuencias tiene el 'passing' en hombres gays?

La exigencia de ‘passing’ genera una serie de repercusiones en la salud mental de quienes se ven forzados a ocultar o modificar aspectos esenciales de su identidad. Para muchos hombres que se reconocen como gays, la necesidad de aparentar una imagen que se alinee con los estereotipos de la heterosexualidad implica un conflicto interno profundo. Esta tensión entre el ser auténtico y la presión social puede desembocar en sentimientos de ansiedad, estrés y en ocasiones, depresión, al sentir que la verdadera esencia se ve comprometida.

La experiencia del ‘passing’ no solo se limita a los efectos emocionales, sino que repercute en la construcción de la identidad personal a largo plazo. Cuando se obliga a la persona a mantener una fachada, se crea una brecha entre lo que se siente internamente y lo que se expresa en el exterior. Esta disonancia interna es fuente de conflictos que afectan tanto la autopercepción como las relaciones sociales.

En el ámbito interpersonal, la presión para “pasar” puede llevar a la persona a renunciar a espacios de vulnerabilidad y autenticidad. La imposición de un molde estereotipado, que determina qué aspectos son aceptables, limita las posibilidades de conexión genuina con otras personas. La dificultad para expresar la totalidad de la experiencia personal puede traducirse en un aislamiento emocional, donde tanto la seguridad personal como la sensación de pertenencia se ven mermadas. Así, la construcción de relaciones interpersonales se vuelve más complicada, y la persona puede sentirse atrapada en un ciclo que refuerza la exclusión y la invisibilidad.

¿Qué podemos decir mejor?

El lenguaje tiene el poder de construir o destruir realidades, y en este sentido, es fundamental repensar expresiones que, aunque parezcan inofensivas, conllevan consigo juicios y estereotipos restrictivos. En lugar de recurrir a comentarios que juzguen la apariencia o el comportamiento de las personas en función de su orientación, se puede optar por expresiones que reconozcan la diversidad de formas de ser y vivir la sexualidad. Así, en lugar de decir “no pareces gay”, es posible fomentar un diálogo que celebre la autenticidad sin imponer estándares predefinidos.

Una comunicación respetuosa parte del reconocimiento de que cada ser posee una complejidad única, lo cual invita a evitar reduccionismos. Es preferible expresar asombro o admiración por la variedad de manifestaciones que enriquecen nuestra sociedad, en lugar de encasillar a las personas en categorías rígidas. Al hacerlo, se promueve una cultura en la que la aceptación y el respeto son valores fundamentales, permitiendo que cada quien se exprese libremente sin temor a ser juzgado. Esta aproximación resulta beneficiosa para la salud mental, pues refuerza la confianza en el propio ser y favorece relaciones más empáticas.

Asimismo, desde la perspectiva psicológica resulta importante resaltar el impacto positivo de un lenguaje inclusivo y no normativo. Al elegir cuidadosamente las palabras, se contribuye a la creación de entornos en los que la diversidad se reconoce y se valora. Con ello, se establece un puente entre el discurso público y el bienestar personal, haciendo que la comunicación se convierta en una herramienta para el empoderamiento y la integración.

El reconocimiento de que la diversidad sexual se manifiesta en múltiples formas es esencial para avanzar hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa. La transformación del lenguaje y la adopción de expresiones que no encasillen ni restrinjan la experiencia personal son pasos fundamentales para desmantelar estructuras homofóbicas. En este sentido, el papel de la educación y del debate público se vuelve crucial para construir espacios donde la autenticidad sea valorada y el respeto prevalezca.

* Ángel Rull, psicólogo.