Tras las declaraciones de la 'consellera' Parlon asociando problemas mentales a asesinatos
Estigmatizar es pensar que trastorno mental es igual a violencia
Los 'bichos raros' se rebelan contra el estigma
Según las estadísticas, las personas con trastornos mentales son más víctimas de violencia que agresoras

La consellera de Interior, Núria Parlon, en la comparecencia de esta mañana en Tarragona. / ACN
Ariadna Rogero
Últimamente han aparecido en los medios de comunicación una serie de casos delictivos en los que se asociaba violencia con salud mental. La violencia, sobre todo la que parece no tener un sentido o explicación evidente, siempre nos da miedo. Y buscar su origen para protegernos es muy humano. Nos genera mucha inseguridad creer que puede estallar en cualquier momento y de cualquier modo. Y necesitamos una razón, aunque sea multicausal.
Nos conformamos con explicaciones reduccionistas sobre la violencia, y aquí entra el riesgo de estigmatización
Ahora bien, analizar las causas de la violencia a menudo es muy complejo y el problema es que a menudo nos acabamos conformando con explicaciones reduccionistas o imprecisas. Y aquí es donde entra el riesgo de estigmatización: simplificar lo complejo, atribuir una causa sin tener en cuenta el contexto, hacer generalizaciones, afirmaciones poco cuidadosas o sesgadas tiene el peligro de la discriminación. En el discurso generalizado faltan matices.
Señalando en la plaza pública a las personas con trastorno mental como causantes de los problemas de convivencia nos convertimos en una ciudadanía de la época medieval. Y hoy en día tenemos los conocimientos y las herramientas para hacer un análisis algo más profundo. No podemos permitirnos el lujo de reducir lo complejo a una respuesta en blanco o negro.
La mayoría no son violentas
La mayoría de personas con trastornos mentales no muestran comportamientos violentos, y muchos actos violentos tienen causas complejas que van más allá de la salud mental. Los psicólogos forenses niegan que el principal factor para cometer un delito grave sea sufrir un trastorno.
Los psicólogos forenses niegan que el principal factor para cometer un delito grave sea sufrir un trastorno
Según las estadísticas, las personas con trastornos mentales son más víctimas de violencia que agresoras. Y lo habitual es que las personas que cometen delitos no tengan un trastorno mental.
A pesar de las evidencias, socialmente nos empeñamos en atribuir la violencia a personas que “no están bien de la cabeza”. Hay quien cree que atribuir sus causas a la salud mental es una respuesta válida o al menos tranquilizadora. Cuando en muchos casos en los que la salud mental se relaciona con un hecho violento estaríamos hablando de lo que se llama atribución errónea de causalidad o falacia causal.
Comer helados no provoca ataques de tiburón
Tal como explica Fran Eiroa, investigador principal del Grup de Recerca en Intervenció en Psicologia Clínica i de la Salut i Promoció del Benestar de la Universitat de Barcelona (UB), la atribución errónea de causalidad se produce cuando se confunde una correlación con una relación causal. Y nos da un ejemplo: "Un clásico de atribución errónea sería establecer causalidad entre el consumo de helados y los ataques de tiburón. Se ha observado que los dos hechos suceden en un momento determinado del año, lo cual podría llevar a alguien a concluir que comer helados provoca ataques de tiburón. Sin embargo, la verdadera causa subyacente es la temperatura, en verano hay más gente que come helado y también hay más gente que se baña en el mar, lo cual hace aumentar la probabilidad del ataque de tiburón".
Es necesario entender que las personas con problemas de salud mental somos nosotros.
Este ejemplo, que parece absurdo, demuestra la importancia de no saltar a conclusiones sobre la causalidad sólo porque dos variables estén correlacionadas. La correlación no implica causalidad y la confusión surge por no considerar a los otros factores en juego.
De igual modo, pensar que las personas con trastornos mentales son más propensas a ser violentas es una falacia, ya que la presencia de trastornos mentales no implica necesariamente que una persona se convierta en violenta. E incluso cuando una persona con un trastorno mental está implicada con un hecho violento, el diagnóstico no tiene por qué ser la causa si no hay pruebas de que así lo demuestren.
La violencia suele estar influida por otros factores
Todos los expertos concluyen que estigmatizar es pensar que trastorno mental es sinónimo de violencia, cuando hay otros muchos elementos de riesgo que tienen mucho más peso en esta variable. Nacer hombre implica mayor riesgo de tener conductas violentas que nacer mujer. También existen factores asociados a la conducta violenta como podría ser la desigualdad social, la falta de acceso a recursos de salud mental adecuados, el consumo de drogas, de alcohol, haber sufrido violencia o ciertos rasgos de personalidad como la tendencia a la ira y la impulsividad.
El retrato diez mil veces repetido en la narrativa de los medios de comunicación, tanto en noticias, true-crime, como en contenidos de ficción, de la persona que en pleno episodio maníaco, por poner un ejemplo típico, empieza a disparar a diestro y siniestro, no responde a un patrón de comportamiento real de las personas que experimentan este tipo de síntomas en nuestro contexto.
Los medios deben dar mucha más voz a las personas reales que conviven con estas etiquetas diagnósticas
Quizás lo que hace falta que hagan los medios de comunicación para compensar estos sesgos es dar mucha más voz a las personas reales que conviven con estas etiquetas diagnósticas. Es necesario entender que las personas con problemas de salud mental somos nosotros. Somos nuestra familia, nuestro equipo de trabajo, nuestros amigos. En todos los ámbitos convivimos con y entre personas que pueden haber tenido algún episodio, alguna crisis, o que están siguiendo un tratamiento médico para compensar sus síntomas. No es justo que nos refiramos a 'ellos' como si las personas con trastorno mental o las que causan conflicto no fuéramos también todos nosotros.
Vivir bajo sospecha
Cuando los medios se llenan de este tipo de titulares: “La Generalitat descarta peligrosidad social en Catalunya tras los cinco crimenes y atribuye dos a problemas de salud mental”, el efecto directo de esta criminalización es que las personas que habían empezado a hablar abiertamente de ellas se planteen si quizás se han equivocado. Porque cuando esta idea se esparce, la persona con un diagnóstico de salud mental se convierte automáticamente en sospechosa.
La sospechad de violencia Influye en el jefe de Recursos Humanos que decide no contratarla, en el propietario que decide no alquilarle una vivienda
Una sospecha que le acompaña en su día a día e influye directamente en su calidad de vida. Influye también en el jefe de Recursos Humanos que decide no contratarla para evitar posibles problemas, en el propietario que decide no alquilarle una vivienda, en la pareja que le dice “que no te has tomado la pastilla” cuando tienen una discusión y quiere invalidarla.
De modo que las personas con algún trastorno de salud mental, debiendo lidiar con todo este estigma a su alrededor, se encuentran debiendo demostrar continuamente, con el esfuerzo añadido que esto implica, que son igual de capaces, de responsables, de trabajadoras y de racionales, como cualquier otra.
Ariadna Rogero, responsable de Prensa y Activismo de Obertament