Polémica decisión del Ayuntamiento de Barcelona
Entidades y expertos alertan de que las pistolas táser puede poner en riesgo la salud mental
Las asociaciones antiestigma advierten de que perpetúan prejuicios sobre enfermedad mental vinculada a violencia
El Ayuntamiento sostiene que son una herramienta no letal para situaciones de riesgo

Un agente blande una pistola Táser. / FERRAN NADEU


Marc Darriba
Marc DarribaBarcelona se prepara para equipar a la Guardia Urbana con pistolas táser (que emiten descargas eléctricas) a partir de 2026. El Ayuntamiento defiende que son una herramienta "no letal" para actuar en situaciones de riesgo, pero profesionales de la salud mental alertan de que podrían agravar el sufrimiento de las personas en crisis y perpetuar la respuesta policial como mecanismo de contención.
"Nos preocupa es que la táser se convierta en una herramienta de contención en lugar de apostar por protocolos de desescalada"
Según los expertos, cuando una persona sufre un episodio de crisis emocional grave, el primer recurso disponible suele ser llamar a los servicios de emergencia. En muchas ocasiones, quienes llegan primero no son equipos sanitarios, sino patrullas policiales. El Ayuntamiento justifica la incorporación de las pistolas táser para "situaciones de riesgo grave e inminente", incluyendo los intentos de suicidio. Una decisión que, para muchas entidades y profesionales de la salud mental, no solo es controvertida, sino que puede suponer un retroceso en la atención basada en derechos.
Una respuesta basada en la fuerza
"Lo que nos preocupa es que la táser se convierta en una herramienta de contención en lugar de apostar por protocolos de desescalada e intervención especializada", alerta Ivan Cano, terapeuta ocupacional y responsable de Derechos e Incidencia de la federación Salut Mental Catalunya. Para Cano, la introducción de esta arma choca con las estrategias del Ayuntamiento en materia de salud mental: "Por un lado, se habla de una atención comunitaria y basada en derechos, y por otro, se dota a la policía de una herramienta coercitiva".
"Si alguien ya está en un estado de tensión extrema, una descarga no le calma, sino que puede empeorar la situación"
La táser, que emite una descarga de hasta cinco segundos para inmovilizar a la persona, se presenta como una alternativa menos lesiva que otros métodos de reducción policial. Sin embargo, Cano señala que el problema va más allá del dolor físico: "Esto refuerza la ecuación salud mental igual a peligrosidad, y este estigma tiene consecuencias graves en la autoestima y en el proceso de recuperación de las personas con problemas de salud mental".
Impacto no solo físico sino emocional
El efecto inmediato de una pistola táser es la pérdida de control muscular, pero ¿qué sucede a nivel neurológico y emocional? La doctora Mercè Falip, neuróloga especializada en epilepsia del servicio de neurología del Hospital de Bellvitge, explica que estas descargas actúan sobre la médula espinal, bloqueando el movimiento de la persona. "Pero eso no significa que pacifiquen una crisis emocional", añade. "Si alguien ya está en un estado de tensión extrema, una descarga no le calma, sino que puede aumentar su estrés y empeorar la situación".
Consecuencias graves
Los estudios científicos, según Falip, han analizado el uso de las pistolas táser en personas sanas, pero no en personas con patologías preexistentes. Esto supone un riesgo añadido.
Un abordaje terapéutico puede requerir horas, mientras que el uso de una táser reduce el problema en segundos
"Hay gente con implantes neurológicos, marcapasos o condiciones como la epilepsia que pueden sufrir consecuencias graves si reciben una descarga", advierte la neuróloga. Además, en estados de ansiedad o hipertensión, "no sabemos si el uso de la táser podría desencadenar respuestas desproporcionadas del sistema nervioso autónomo, como una crisis vagal o un paro cardíaco".
Un modelo policial
La cuestión de fondo, según los expertos, es el papel que deben desempeñar las fuerzas policiales en la atención a la salud mental. Irídia, centro de defensa de los derechos humanos, ha denunciado que en muchos casos la primera respuesta en situaciones de crisis son agentes armados, en lugar de profesionales sanitarios especializados. "Un abordaje terapéutico puede requerir horas, mientras que el uso de una táser reduce el problema en segundos", explica Mireia Salazar-Gabarró, abogada de Irídia. "Esta lógica de respuesta rápida es peligrosa porque deshumaniza la intervención y puede poner en riesgo la vida de la persona".
Uno de los elementos más polémicos del nuevo reglamento es su aplicación en casos de intentos de suicidio. Para Cano, de Salut Mental Catalunya, esto es una muestra de la visión coercitiva con la que todavía se tratan estas situaciones: "La solución nunca puede ser la violencia, y la táser es una forma de violencia institucional. Lo que necesitan estas personas es un entorno seguro, no una descarga eléctrica".
Alternativas: recursos y formación
Ante este escenario, las organizaciones que trabajan en salud mental reclaman alternativas. Para Salut Mental Catalunya, es necesaria una apuesta decidida por modelos de atención basados en la desescalada y la mediación. "El primer paso es asegurar que la policía no sea la primera respuesta en situaciones de crisis", propone Cano. Una opción podría ser la creación de equipos de intervención comunitaria formados por profesionales sanitarios y trabajadores sociales.
También es imprescindible mejorar la formación de la policía en salud mental, según las entidades. Falip destaca que "un agente no puede identificar a simple vista si una persona tiene una condición neurológica o un problema de salud mental. Este desconocimiento incrementa los riesgos".
La visión policial
Pedro Velázquez, intendente mayor de la Guardia Urbana de Barcelona Velázquez ha señalado que se usará el arma siempre con "congruencia, oportunidad y proporcionalidad" cuando existe un "riesgo racionalmente grave e inminente para agentes o terceras personas", además de para la propia persona. En este sentido, el anteproyecto de reglamento también tiene en cuenta el uso de la pistola eléctrica para los casos de intentos de suicidio, que en los últimos tres años se han cuadriplicado en la ciudad, según el intendente mayor.
Los agentes que lleven la pistola eléctrica también deben garantizar asistencia médica e irán equipados con un desfibrilador. No se usará en concentraciones de personas; menores de 14 años, ancianos, enfermos y mujeres embarazadas; animales (a no ser que se evite un mal mayor o grave) y cerca de sustancias, líquidos o gases inflamables. Desde la Guardia Urbana se señala que las pistolas eléctricas que hay en el mercado son menos lesivas para las personas e incluso gente con marcapasos pueden recibir una descarga y absorber la energía sin mayores consecuencias.
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