Psicología
Familiares que son hogar: ¿Cómo identificarlos y potenciar esos vínculos?
Solo algunas personas nos ofrecen un verdadero espacio de seguridad

Personas que son hogar / 123RF


Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
El concepto de "personas hogar" se refiere a aquellos seres humanos que nos ofrecen un refugio emocional, un lugar seguro donde podemos ser nosotros mismos sin temor a ser juzgados. Estas personas nos aportan apoyo, comprensión y un sentido profundo de pertenencia. No se trata necesariamente de quienes comparten nuestro espacio físico, sino de aquellos que contribuyen a nuestro bienestar emocional y mental.
Las personas hogar suelen transmitir calidez, empatía y una capacidad innata para escuchar y validar nuestras emociones. Estar cerca de ellas genera una sensación de paz y equilibrio, como si su mera presencia pudiera aliviar nuestras preocupaciones. Estos vínculos son esenciales para nuestra salud psicológica, ya que nos recuerdan que no estamos solos y que contamos con una red de apoyo.
Además, estudios psicológicos han destacado que estas personas hogar actúan como factores protectores frente al estrés y la ansiedad. Su presencia en nuestras vidas puede disminuir la percepción de aislamiento y aumentar nuestra capacidad para enfrentar situaciones adversas. Este tipo de relaciones también influyen positivamente en nuestro desarrollo personal, ya que nos motivan a crecer y superar nuestras propias limitaciones.
Cabe destacar que el concepto de persona hogar no está ligado a roles familiares tradicionales. Si bien muchas veces son padres, madres o hermanos quienes ocupan este lugar, también pueden ser abuelos, tíos, primos o incluso amistades cercanas. Lo importante no es el título que tengan en nuestro árbol genealógico, sino la calidad de la relación que construimos con ellos.
¿Pueden serlo algunos familiares más allá de nuestros padres?
Aunque en muchas culturas se atribuye a los padres el rol principal de "personas hogar", es importante reconocer que otros familiares también pueden desempeñar esta función. Por ejemplo, una abuela que nos crio con amor incondicional puede ser el centro de nuestra estabilidad emocional. De igual forma, un tío o una tía que nos acompañó durante momentos difíciles puede representar esa figura de apoyo y seguridad.
A menudo, los primos también pueden convertirse en personas hogar, especialmente si crecimos compartiendo experiencias significativas con ellos. En algunos casos, incluso un hermano o una hermana menor puede ofrecer ese refugio emocional, poniendo a prueba la idea de que solo los mayores tienen la capacidad de proteger y cuidar. Estas conexiones nos recuerdan que el amor y el apoyo pueden surgir de lugares inesperados dentro de la familia.
Además, estas relaciones especiales con otros familiares permiten que ampliemos nuestra perspectiva sobre el concepto de familia. No siempre necesitamos cumplir con un modelo tradicional para encontrar apoyo y afecto. Reconocer que cualquier miembro de la familia puede ser un punto de referencia emocional nos abre a nuevas formas de construir redes afectivas saludables y resilientes.
Es importante destacar que la ausencia de una relación positiva con los padres no impide que encontremos familiares que cumplan este papel. En ocasiones, los conflictos o la distancia emocional con los progenitores nos llevan a buscar consuelo en otras figuras familiares. Esto no resta valor a la conexión, sino que demuestra la diversidad y riqueza de los lazos afectivos que podemos construir.
¿Cómo los podemos identificar?
Identificar a las personas hogar dentro de nuestra familia requiere atención y reflexión. El primer paso es observar cómo nos sentimos en su presencia. Las personas hogar nos hacen sentir cómodos, comprendidos y aceptados tal como somos. Si un familiar nos genera tranquilidad y nos permite expresar nuestras emociones sin temor, es probable que estemos frente a una persona hogar.
Otra señal clave es la consistencia en el apoyo que nos brindan. Estas personas están presentes en los momentos importantes de nuestra vida, tanto en los buenos como en los difíciles. No se trata de que estén físicamente disponibles todo el tiempo, sino de que podamos contar con ellas cuando realmente las necesitamos.
Además, las personas hogar suelen ser aquellas que celebran nuestros logros sin envidia y que nos animan a seguir adelante incluso cuando dudamos de nuestras capacidades. Su actitud es genuina y desinteresada, lo que fortalece la confianza mutua. Reconocer estos patrones nos ayuda a valorar y cuidar esas relaciones especiales dentro de nuestra familia.
Un elemento adicional para identificar a estas personas es su capacidad para ofrecernos consejo sin imponer sus puntos de vista. Las personas hogar respetan nuestras decisiones y nos apoyan en el proceso de encontrarnos a nosotros mismos. Esta cualidad fomenta un ambiente de confianza donde podemos explorar nuestras emociones y pensamientos con total libertad.
¿Cómo podemos potenciar esos vínculos?
Una vez que hemos identificado a los familiares que son hogar, el siguiente paso es trabajar en fortalecer esos lazos. Una forma efectiva de hacerlo es a través de la comunicación abierta y sincera. Compartir nuestras emociones, pensamientos y experiencias permite que la conexión se profundice y que ambas partes se sientan valoradas.
Otra estrategia importante es el tiempo de calidad. Dedicar momentos exclusivos para estar con estas personas, ya sea mediante reuniones familiares, llamadas o incluso mensajes, refuerza la sensación de proximidad. No se trata de la cantidad de tiempo, sino de la atención plena que dedicamos durante esos encuentros.
Por último, expresar gratitud es fundamental para fortalecer estos vínculos. Agradecerles por su apoyo, recordarles lo importantes que son para nosotros y demostrarles aprecio a través de pequeños gestos contribuye a mantener una relación sana y duradera. La gratitud no solo fortalece los lazos afectivos, sino que también fomenta un clima de confianza y respeto mutuo.
También podemos potenciar estos vínculos mostrando interés por las necesidades y deseos de estas personas. Escuchar activamente, ofrecer apoyo en sus momentos difíciles y celebrar juntos sus logros crea un equilibrio saludable en la relación. Este tipo de interacciones fortalece el sentido de reciprocidad y construye una conexión más profunda.
Otra práctica valiosa es crear tradiciones familiares que fortalezcan los lazos. Actividades como cenas regulares, viajes o celebraciones especiales generan recuerdos compartidos que refuerzan el sentido de pertenencia y unidad. Estas experiencias compartidas actúan como pilares en la construcción de relaciones más sólidas y significativas.
Los familiares que son hogar representan un pilar fundamental en nuestra vida emocional. Identificarlos y cultivar esos vínculos nos permite construir una red de apoyo que nos brinda seguridad y bienestar. Estas relaciones no se definen por roles tradicionales, sino por la calidad del amor, el respeto y la empatía que compartimos.
Potenciar los lazos con estas personas implica compromiso, atención y gratitud. Al invertir en estas conexiones, no solo fortalecemos nuestra salud emocional, sino que también contribuimos a crear un entorno familiar más armonioso y significativo. En un mundo lleno de incertidumbres, los familiares que son hogar se convierten en anclas que nos ayudan a navegar las complejidades de la vida con mayor confianza y serenidad.
La capacidad de reconocer y valorar a estas personas en nuestra vida es una herramienta eficaz para construir una existencia más plena y equilibrada. Al nutrir estos lazos, no solo mejoramos nuestra vida, sino también la de quienes comparten con nosotros este viaje emocional y vital.
* Ángel Rull, psicólogo.
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