Psicología
Soledad y chemsex en hombres gays: ¿cómo se relacionan y qué peligros tiene?
La falta de pertenencia puede conducirnos a conductas autodestructivas

Chemsex en hombres gays / 123RF


Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
El chemsex es un fenómeno que ha adquirido notoriedad en los últimos años, especialmente dentro de la comunidad de hombres que tienen sexo con hombres. Se refiere al uso intencionado de sustancias químicas con el propósito de intensificar la experiencia sexual. Estas sustancias suelen incluir drogas como el GHB, la metanfetamina y la mefedrona, que son elegidas por sus efectos desinhibidores y estimulantes. Aunque puede percibirse como una práctica de exploración sexual, el chemsex conlleva una serie de riesgos que no deben pasarse por alto.
Una de las características más llamativas del chemsex es que las sesiones pueden extenderse durante horas o incluso días. Esto puede generar un entorno en el que los límites personales se difuminan y se comprometen aspectos esenciales de la salud física y emocional. Además, el chemsex no ocurre en un vacío: suele estar ligado a dinámicas sociales y emocionales que lo convierten en una práctica difícil de abordar.
Otro aspecto relevante es su asociación con las aplicaciones de encuentros rápidos. Estas plataformas no solo facilitan el contacto sexual, sino también el acceso a un entorno donde estas sustancias circulan con facilidad. La combinación de factores sociales, químicos y tecnológicos convierte al chemsex en un fenómeno complejo que requiere un análisis profundo.
¿Cuáles son los principales peligros del chemsex en hombres gays?
El chemsex acarrea numerosos riesgos, tanto físicos como emocionales. Uno de los peligros más evidentes es la exposición a infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo el VIH. Las drogas utilizadas en estas prácticas pueden reducir significativamente las inhibiciones y, en consecuencia, disminuir el uso de protección durante las relaciones sexuales. Además, el uso compartido de jeringuillas o utensilios para el consumo de drogas incrementa el riesgo de contagio.
A nivel físico, el uso continuado de estas sustancias puede provocar daños graves en el sistema nervioso y cardiovascular. También se observan casos frecuentes de sobredosis, especialmente en contextos donde el consumo se prolonga durante días y se pierde el control sobre las cantidades ingeridas. El cuerpo, sometido a un estrés extremo, puede colapsar en situaciones de abuso severo.
Por otro lado, el impacto emocional y psicológico es igualmente preocupante. El chemsex está vinculado a altos niveles de ansiedad, depresión y aislamiento social. Muchas personas que lo practican reportan una sensación de vacío posterior a las sesiones, que se convierte en un círculo vicioso difícil de romper. Además, las relaciones personales pueden verse gravemente afectadas, ya que el consumo de drogas tiende a generar conflictos interpersonales y dificultades para mantener una red de apoyo saludable.
Finalmente, el chemsex está asociado con una dependencia psicológica y física que puede ser difícil de superar sin intervenciones adecuadas. La falta de información sobre cómo salir de esta dinámica perpetúa los riesgos y dificulta la recuperación.
¿Cómo se relaciona con la soledad?
La soledad es un factor clave que conecta profundamente con el chemsex. Muchos hombres gays enfrentan un contexto social que fomenta el aislamiento. Esto puede deberse a experiencias de rechazo, discriminación o dificultades para encajar en determinados entornos. En este contexto, el chemsex aparece como una vía de escape o como una forma de buscar conexión, aunque sea de manera temporal.
El deseo de pertenencia y aceptación juega un papel fundamental. El chemsex suele estar acompañado de un entorno social en el que las barreras iniciales se derrumban, creando la ilusión de intimidad. Sin embargo, esta conexión es efímera y puede intensificar la sensación de soledad una vez que termina la sesión.
Por otro lado, la soledad también puede actuar como un catalizador para el inicio en esta práctica. Las personas que carecen de redes de apoyo sólidas o que tienen dificultades para expresar sus emociones encuentran en el chemsex un espacio donde estas carencias parecen desaparecer. Sin embargo, esta percepción es engañosa y, a largo plazo, puede exacerbar los sentimientos de aislamiento.
Este vínculo entre soledad y chemsex también se refuerza por las barreras que muchos hombres gays enfrentan al buscar ayuda. El estigma asociado a estas prácticas y a las emociones que las rodean dificulta que quienes las experimentan hablen abiertamente sobre ellas, perpetuando así un ciclo de silencio y aislamiento.
Cómo el conocer otros testimonios puede ayudarnos en la superación del problema
Conocer los testimonios de otras personas que han pasado por experiencias similares puede ser una herramienta eficaz para quienes desean salir del chemsex. Escuchar historias reales permite generar un sentido de identificación y comprensión, rompiendo la sensación de soledad que suele acompañar a estas situaciones. Estos relatos pueden ofrecer esperanza y mostrar que es posible encontrar alternativas más saludables para enfrentar los retos personales.
Los testimonios también ayudan a visibilizar el problema, fomentando una discusión más abierta y empática sobre el chemsex. Al compartir experiencias, se crea un espacio donde las personas pueden reflexionar sobre sus propias prácticas sin sentirse juzgadas. Este tipo de conversación es crucial para comenzar a desmantelar los estigmas que rodean a esta práctica.
Además, las historias de superación suelen incluir estrategias prácticas que han resultado útiles para otras personas. Estos aprendizajes compartidos pueden inspirar a quienes buscan cambiar sus hábitos, ofreciendo herramientas concretas y accesibles. Aunque cada experiencia es única, los puntos en común suelen ser valiosos para trazar un camino hacia la recuperación.
Por último, conocer otros testimonios también ayuda a construir una sensación de comunidad. Saber que no se está solo en esta situación puede ser un gran alivio y un primer paso hacia el cambio. La conexión emocional que surge al escuchar a otras personas puede ser un catalizador para buscar nuevas formas de relacionarse con uno mismo y con los demás.
Como vemos, la relación entre la soledad y el chemsex en hombres gays es un fenómeno complejo que merece atención tanto a nivel individual como colectivo. Entender qué es el chemsex y cómo afecta a quienes lo practican es fundamental para abordar los riesgos que conlleva. Desde los daños físicos y emocionales hasta las barreras sociales que perpetúan su uso, las consecuencias son profundas y diversas.
Asimismo, el vínculo entre el chemsex y la soledad subraya la necesidad de crear espacios donde las personas puedan conectar de manera genuina y saludable. El aislamiento y la falta de redes de apoyo son factores que alimentan este problema, por lo que es crucial trabajar en estrategias que promuevan la inclusión y el apoyo mutuo dentro de la comunidad.
* Ángel Rull, psicólogo.
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