Salud mental y gestión emocional

Los especialistas piden hacer pedagogía sobre el mal humor en los trastornos mentales

Una buena comunicación asertiva con el paciente es clave para no incrementar la irritabilidad

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El mal humor, presente en los trastornos mentales.

El mal humor, presente en los trastornos mentales.

Fidel Masreal

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La depresión, el trastorno bipolar y otras patologías mentales no solo generan una tristeza constante, abatimiento, desesperanza y falta de interés por la vida. Existe otra realidad, más incómoda si cabe: la irritabilidad, el mal humor permanente, los reproches hacia todo y hacia todos. "Sí, es un tabú, porque nos quedamos a menudo en los síntomas clásicos pero no tenemos en cuenta otros aspectos que influyen directamente en la gestión de la enfermedad", describe Ingrid Mulero, psicóloga clínica.

¿Es incómodo hablar de esto? Bueno, pues hablemos de ello, de la impotencia, de la frustración y el malestar

Ingrid Mulero

— Psicóloga clínica del programa de colaboración de Salud Mental y Adicciones en Atención Primaria y Comunitaria

De hecho el mal humor está descrito en la patología depresiva y ansiosa y en los trastornos bipolares como un primer inicio de estas enfermedades. Es decir, es algo incómodo pero es decisivo para poder actuar cuanto antes. "De hecho en la población infantil y juvenil está descrito que la depresión no cursa como con los adultos, sino a veces con irritabilidad", explica Mulero, integrante del equipo de colaboración de Salud Mental y Adicciones.

Una emoción que tapa a otras

Thaïs Tiana Sastre, psicóloga del programa de prevención al suicidio del Hospital de Sant Pau, insiste en la importancia de entender este mal humor y su origen: "La rabia y el enfado son emociones secundarias procedentes de la primera que es la tristeza, la desesperanza... porque es más cómodo estar instalado en la rabia que en la tristeza, la rabia me enciende, la tristeza me apaga; esto, trasladado a la salud mental, se manifiesta en trastornos severos, en función de la historia personal de cada cual".

La rabia y el enfado son emociones secundarias procedentes de la primera que es la tristeza, es más cómodo estar instalado en la rabia que en la tristeza

Thaïs Tiana Sastre

— Psicóloga del programa de prevención al suicidio del Hospital de Sant Pau

Es decir, sucede más a quien desde la infancia ha visto como le hacían más caso si se enfadaba. O personas que tienden a dormir poco o que consumen alcohol.

¿Es así o es culpa de la depresión?

"A veces resulta difícil incluso diferenciar qué aspectos tienen que ver con los síntomas propios de la enfermedad y que otros tienen que ver con aspectos de personalidad", afirma Mulero. El papel de la familia es clave, como en todas las fases de la depresión o el trastorno. "Es importante explicar a la familia que esto que le pasa al paciente tiene que ver con la sintomatología depresiva, lo cual no quiere decir que la persona pueda gestionar estas emociones como le salgan, tienen que gestionar este síntoma, igual que si tengo diabetis y me tengo que controlar el azúcar", añade.

Darse permiso para irse

La familia debe darse permiso para irse, en determinados momentos, explica Tiana, "incluso si lo hace con sentimiento de culpa, porque la culpa viene contigo; de lo contrario, acabas cogiéndole manía a la persona a la que quieres; además, si cuando despotrica tú te vas, acaba entendiendo la situación".

El paciente ha de aprender a comunicar su estado de ánimo de forma no agresiva para sí mismo ni para su entorno, pidiendo que le dejen espacio. "Pero no nos quedamos -explica Mulero- con lo que ha de hacer el paciente para mejorar su estado de ánimo, sino también cómo la familia se puede comunicar con él".

¿Qué hacer? ¿Cómo actuar?

Ahí es donde interviene una comunicación asertiva y empática. Pero no tratar de ofrecerle siempre una visión luminosa de la vida. "Hacer esto es como hablarle de roquefort o alioli a alguien con gastroenteritis, intentamos como familiares darle cosas luminosas" y no es la mejor manera ni el mejor momento, describe Tiana Sastre. Y propone hacer algo tan sencillo como "no entrar al trapo del mal humor, no colaborar con la negatividad... pero quizás no hace falta que diga nada, puedes estar ahí con él, explicar algo".

Te puedes proteger, como familiar, y no hace falta verbalizarlo, porque si no le coges manía

Thaïs Tiana Sastre

— psicóloga del programa de prevención al suicidio del Hospital de Sant Pau

La comunicación ha de ser desde el yo: "Debemos decir -describe Tiana- cosas como 'cuando te veo enfadado, sufro' o 'cuando me contestas mal me siento herido, pero siempre desde el yo, porque es muy diferente a decirle 'eres un borde'". Como detalla Mulero, las frases del tipo 'tú eres... tú no me escuchas...no puedo con lo que te pasa, te tienes que dejar ayudar...' lo que generan es "más crispación y acusaciones mutuas, siempre es fácil ver lo que el otro no hace bien, más que ver qué te pasa a tí por dentro".

Iluminar los destellos

Darse permiso para sentirse mal, es otra clave para que los familiares gestionen estas situaciones. "Te puedes proteger, como familiar -explica Tiana Sastre- y no hace falta verbalizarlo, porque si no le coges manía a la persona que quieres. Después, cuando la persona deprimida dice algo positivo, entonces prestarle atención máxima, para reforzar estos destellos de luz al máximo, sin decirle 'estás más positiva' sino simplemente 'qué a gusto hemos estado, hablando del Barça'".

La conversación tras la tormenta

Cuando el trastorno se supera ¿es bueno hablar con quien lo ha sufrido del mal humor que ha estado desplegando o es mejor olvidarlo? "Invito a hablarlo pero desde el yo, de forma constructiva y sin juzgar y comunicar si hay cosas que necesitas hablar, que te dolieron, y lo puedes hacer con tu familiar, que ha pasado por el trastorno, o con otra persona o con un psicólogo, pero está bien que le des un espacio porque ha sido duro", recomienda Tiana Sastre.

Más herramientas para la familia

Ingrid Mulero pide que el sistema de salud mental tenga más en cuenta a los familiares para darles pautas para gestionar el trastorno de su ser querido y, en concreto, estos estados de ánimo irritables. "No siempre se puede hacer este trabajo con los familiares, por volumen de trabajo, a veces se quedan fuera, pero esta información es clave y cada vez hay más grupos multifamiliares", explica. "¿Es incómodo hablar de esto? Bueno, pues hablemos de ello, de la impotencia, de la frustración y el malestar", concluye.