Psicología

El truco de la mejor universidad del mundo para aprender a escuchar lo que sientes

Conectar con nuestras emociones es la base de la plenitud

Aprender a escuchar lo que sientes

Aprender a escuchar lo que sientes

Ángel Rull

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Escuchar lo que sentimos es una habilidad clave para conectar con nuestras emociones y entender cómo influyen en nuestras decisiones, acciones y relaciones. Este proceso implica prestar atención a las señales internas que nuestro cuerpo y mente nos envían, como el ritmo de nuestra respiración, los latidos del corazón o las tensiones musculares, así como a los pensamientos y emociones que surgen en respuesta a diferentes situaciones.

A diferencia de simplemente reaccionar a nuestras emociones, escuchar lo que sentimos requiere un nivel de autoconsciencia que nos permite identificar lo que realmente está ocurriendo en nuestro interior. Esto significa ir más allá de las palabras o etiquetas que solemos usar para describir nuestras emociones y explorar su origen y significado.

Es común que esta habilidad pase desapercibida o se subestime en nuestra vida diaria. En un mundo lleno de distracciones externas, puede resultar difícil hacer una pausa y prestar atención a lo que sucede dentro de nosotros. Sin embargo, desarrollar esta capacidad es esencial para nuestro bienestar emocional y mental.

¿Por qué nos cuesta tanto?

Existen varias razones por las que escuchar lo que sentimos puede ser todo un reto. Una de las principales es la falta de educación emocional desde edades tempranas. En muchas culturas, las emociones se consideran temas secundarios o poco importantes, lo que nos lleva a crecer sin las herramientas necesarias para comprenderlas y gestionarlas.

Otra razón es el ritmo acelerado de la vida moderna. Con agendas llenas y constantes distracciones tecnológicas, a menudo no encontramos el tiempo o el espacio para detenernos y reflexionar sobre nuestros sentimientos. Este ritmo también puede generar un estado de desconexión con nuestro cuerpo, lo que dificulta identificar señales físicas asociadas con nuestras emociones.

Además, algunas personas pueden evitar escuchar sus emociones porque temen lo que podrían descubrir. El dolor emocional o la incomodidad pueden ser difíciles de afrontar, y muchas veces optamos por ignorarlos o distraernos con actividades externas en lugar de enfrentarlos directamente. Esta evitación puede llevar a una desconexión aún mayor, creando un círculo vicioso.

¿Cómo mejoraría nuestra vida si nos escuchásemos?

Desarrollar la habilidad de escuchar lo que sentimos puede transformar nuestra vida en varios aspectos. En primer lugar, nos ayuda a tomar decisiones más alineadas con nuestros valores y necesidades. Cuando entendemos lo que realmente sentimos, es más fácil identificar qué es lo mejor para nosotros en cada situación.

En el ámbito de las relaciones, esta habilidad mejora la comunicación y la empatía. Al estar más en sintonía con nuestras emociones, también somos más capaces de comprender y validar los sentimientos de los demás, lo que fortalece los vínculos afectivos y reduce los conflictos.

Además, escuchar nuestras emociones nos permite gestionar mejor el estrés y la ansiedad. Al reconocer lo que nos está afectando, podemos abordar esas emociones de manera constructiva en lugar de permitir que se acumulen y nos sobrepasen. Esto contribuye a un mayor equilibrio emocional y una mejor salud mental.

Finalmente, esta práctica nos conecta con nuestra autenticidad. Cuando aprendemos a escuchar lo que sentimos, desarrollamos una mayor comprensión de quiénes somos y qué queremos, lo que nos permite vivir de una manera más plena y significativa.

Este es el truco de la mejor universidad del mundo para aprender a escuchar lo que sientes

Investigadores de la Universidad de Harvard, liderados por Kristin Neff y Christopher Germer, han desarrollado un enfoque innovador para ayudar a las personas a escuchar lo que sienten. Este método, respaldado por la investigación científica, se basa en la práctica de la "autocompasión consciente" (mindful self-compassion).

El enfoque combina técnicas de atención plena (mindfulness) con ejercicios de autocompasión, enseñando a las personas a prestar atención a sus emociones sin juzgarlas y con un enfoque amable hacia sí mismas. Esto permite que las emociones fluyan de manera natural, en lugar de ser reprimidas o amplificadas.

Uno de los ejercicios clave consiste en dedicar unos minutos cada día a una "pausa emocional consciente". Durante este tiempo, se invita a las personas a cerrar los ojos, respirar profundamente y prestar atención a las sensaciones físicas y emocionales en su cuerpo. La clave es observar estas sensaciones con curiosidad y sin crítica, permitiendo que las emociones emerjan sin resistencia.

Otro componente fundamental es aprender a validar nuestras emociones. Esto implica reconocer que todos los sentimientos tienen un propósito y un mensaje, y que está bien sentir lo que sea que estemos experimentando. Este acto de aceptación reduce la resistencia interna y fomenta una mayor conexión con nosotros mismos.

Los resultados de aplicar este enfoque han sido notables. Participantes en estudios han reportado mejoras significativas en su bienestar emocional, una mayor capacidad para manejar el estrés y una sensación de mayor autocomprensión y equilibrio en sus vidas.

Aprender a escuchar lo que sentimos es una habilidad esencial para mejorar nuestra calidad de vida y nuestras relaciones. Aunque puede ser todo un reto al principio, los beneficios de desarrollar esta capacidad son profundos y duraderos. Desde tomar mejores decisiones hasta fortalecer nuestras relaciones y reducir el estrés, el acto de conectarnos con nuestras emociones nos acerca a una vida más plena y auténtica.

El enfoque desarrollado por la mejor universidad del mundo ofrece una guía práctica para empezar este viaje de autodescubrimiento. Al practicar la autocompasión consciente, podemos aprender a escuchar nuestras emociones de una manera más profunda y significativa, transformando nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. La clave está en empezar con pequeños pasos y mantener una actitud de paciencia y curiosidad en el proceso.

* Ángel Rull, psicólogo.