Psicología
El truco de los psicólogos para poner límites sin miedo en tres pasos
Los límites mejoran las relaciones interpersonales

Así podemos poner límites / 123rf


Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Los límites son las fronteras emocionales, físicas y psicológicas que establecemos para proteger nuestro bienestar y definir cómo deseamos que los demás interactúen con nosotros. Estas fronteras son fundamentales para preservar nuestra identidad, mantener nuestras prioridades y asegurar relaciones saludables. Poner límites no solo implica decir "no" cuando algo no nos conviene, sino también comunicar nuestras necesidades de manera clara y respetuosa.
En el contexto de las relaciones humanas, los límites permiten establecer un equilibrio entre lo que estamos dispuestos a dar y lo que deseamos recibir. Por ejemplo, podría tratarse de delimitar el tiempo que dedicamos a los demás, nuestras prioridades laborales o incluso nuestra privacidad. Cada persona tiene sus propios límites, y estos pueden variar dependiendo de las circunstancias y de la relación en cuestión.
La importancia de los límites radica en que nos ayudan a evitar situaciones de malestar, agotamiento o abuso. Sin ellos, corremos el riesgo de sobrecargarnos emocionalmente o de sentirnos irrespetados por quienes no conocen o no reconocen nuestras necesidades. Reconocer qué límites necesitamos y comunicarlos de manera efectiva es un paso crucial hacia una vida equilibrada y satisfactoria.
¿Por qué nos ayudan a mejorar los vínculos?
Establecer límites claros no solo beneficia nuestro bienestar individual, sino que también fortalece nuestras relaciones interpersonales. Aunque pueda parecer contradictorio, los límites bien definidos fomentan la confianza y el respeto mutuo, elementos esenciales en cualquier vínculo saludable.
Cuando comunicamos nuestras necesidades de manera asertiva, enviamos un mensaje claro sobre lo que valoramos y cómo deseamos ser tratados. Esto permite que las personas a nuestro alrededor comprendan mejor nuestras expectativas, lo que reduce los malentendidos y evita conflictos innecesarios. Por ejemplo, decirle a una amiga que necesitamos tiempo para descansar antes de comprometernos con un plan social ayuda a mantener una relación basada en el respeto y la honestidad.
Además, los límites contribuyen a evitar la acumulación de resentimientos. Cuando no expresamos nuestras necesidades, es probable que nos sintamos explotados o poco valorados, lo que eventualmente puede dañar la relación. Al contrario, establecer límites claros desde el principio ayuda a crear un entorno donde ambas partes se sienten seguras y respetadas.
Finalmente, los límites también fortalecen nuestra autoestima, ya que refuerzan la idea de que nuestras necesidades son importantes y merecen ser atendidas. Al cuidar de nosotros mismos, también estamos en mejor disposición para cuidar de los demás, creando vínculos más saludables y equilibrados.
¿Por qué nos generan miedo?
Aunque establecer límites es fundamental para nuestro bienestar, muchas personas experimentan miedo al intentarlo. Este miedo suele estar relacionado con el miedo al rechazo, la culpa o la posibilidad de generar conflictos. A menudo, sentimos que decir "no" o expresar nuestras necesidades podría hacer que los demás nos perciban como egoístas o poco comprensivos.
Uno de los factores que alimenta este miedo es la forma en que aprendimos a relacionarnos desde la infancia. Si crecimos en entornos donde se priorizaban las necesidades de los demás sobre las propias, es probable que internalicemos la idea de que poner límites es algo incorrecto o perjudicial. Esta creencia puede hacernos sentir culpables al intentar proteger nuestro espacio personal.
Además, la cultura también juega un papel importante. En muchas sociedades, especialmente en aquellas que valoran la armonía grupal por encima de la expresión individual, establecer límites puede ser visto como un acto disruptivo. Este contexto cultural refuerza el miedo a ser malinterpretados o juzgados por los demás.
Finalmente, el miedo también puede surgir de experiencias previas negativas. Si alguna vez intentamos establecer límites y enfrentamos reacciones adversas, como el rechazo o el enfado, es posible que desarrollemos una aversión a repetir esa situación. Sin embargo, es importante recordar que las reacciones de los demás no invalidan la importancia de cuidar nuestro bienestar.
Este es el truco de los psicólogos para poner límites sin miedo en tres pasos
El proceso de poner límites no solo mejora nuestra autoestima, sino que también crea un entorno donde el respeto y la comprensión mutua son la base de los vínculos. Aprender a cuidar de nosotros mismos a través de los límites no solo beneficia nuestra calidad de vida, sino que también nos permite ser más empáticos y presentes en nuestras relaciones.
Este es el truco para poner límites sin miedo:
1. Reconocer y definir los límites propios
El primer paso es identificar qué límites necesitamos para sentirnos cómodos y respetados. Esto implica reflexionar sobre situaciones que nos generan incomodidad o desgaste emocional. Por ejemplo, si constantemente nos sentimos agotados por aceptar demasiadas responsabilidades, podría ser necesario establecer límites en el ámbito laboral o familiar.
2. Comunicar los límites de manera clara y asertiva
El siguiente paso es expresar nuestras necesidades a los demás de forma directa, pero respetuosa. La comunicación asertiva es clave para transmitir nuestro mensaje sin generar conflictos. Por ejemplo, en lugar de decir "nunca me ayudas", podría ser más efectivo decir "me gustaría que compartiéramos las tareas para sentirme menos cargada". Este enfoque se centra en nuestras necesidades sin culpar al otro.
3. Mantener la consistencia
Finalmente, es fundamental ser consistentes en el cumplimiento de los límites que hemos establecido. Si cedemos constantemente ante presiones externas, enviamos un mensaje contradictorio que dificulta que los demás respeten nuestras fronteras. Mantenernos firmes refuerza la importancia de nuestros límites y facilita su aceptación.
Aplicar este método no solo nos ayuda a proteger nuestro bienestar, sino que también nos permite establecer relaciones más saludables y equilibradas.
Poner límites es una habilidad esencial para proteger nuestra salud emocional y fortalecer nuestras relaciones. Aunque puede generar miedo, comprender su importancia y aplicar estrategias efectivas facilita este proceso. Reconocer nuestras necesidades, comunicarlas de manera asertiva y mantener la consistencia son pasos clave para establecer límites sin miedo.
En definitiva, establecer límites es un acto de autocuidado que merece ser practicado y valorado. Con las herramientas adecuadas y una actitud compasiva hacia nosotros mismos, es posible superar el miedo y construir relaciones más saludables y equilibradas.
* Ángel Rull, psicólogo.
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