Psicología
Hay un número máximo de regalos que tu hijo debería recibir y tiene una explicación psicológica
El materialismo puede ser inculcado a los niños desde muy pequeños
Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
La costumbre de colmar de regalos a los hijos durante celebraciones como la Navidad o los cumpleaños tiene profundas raíces culturales y emocionales. Muchas madres y padres perciben los regalos como una forma de expresar su amor y dedicación. A través de estos obsequios, buscan materializar sentimientos que a veces consideran difíciles de transmitir con palabras o gestos cotidianos.
Además, el contexto social juega un papel importante. Vivimos en una sociedad donde el consumo está altamente valorado y donde los regalos son vistos como símbolos de éxito y felicidad. Este entorno refuerza la idea de que ofrecer más regalos es sinónimo de ser mejores padres o madres, generando una presión constante por cumplir con esas expectativas. Incluso los anuncios publicitarios y las comparaciones con otras familias pueden alimentar esta necesidad de ofrecer más regalos de los necesarios.
También existe un componente de compensación emocional. En familias donde los padres y las madres tienen poco tiempo para compartir con sus hijos debido a responsabilidades laborales u otras obligaciones, los regalos pueden convertirse en un medio para paliar esa sensación de culpa. Sin embargo, este tipo de enfoque puede desviar la atención de lo que realmente necesitan los niños: tiempo de calidad, atención y conexión emocional. Es importante reflexionar sobre cómo estas decisiones afectan la percepción que los niños desarrollan sobre el afecto y el consumo.
¿Tiene algún peligro psicológico sobre ellos?
Recibir un exceso de regalos puede tener consecuencias psicológicas importantes para los niños. Uno de los riesgos más evidentes es el desarrollo de un sentido de derecho desproporcionado. Cuando los niños se acostumbran a recibir todo lo que desean, pueden empezar a creer que merecen satisfacer todas sus necesidades y deseos de manera inmediata, lo que dificulta la formación de una actitud de gratitud. Este comportamiento puede extenderse a otras áreas de su vida, afectando sus relaciones con otras personas y su capacidad para enfrentar situaciones adversas.
Otro peligro es la sobreestimulación. Una gran cantidad de regalos puede saturar a los niños y hacer que no valoren lo que reciben. En lugar de disfrutar y apreciar cada obsequio, pueden sentirse abrumados y desinteresados, lo que desvirtúa el significado de los regalos y reduce su capacidad de disfrutar de las cosas simples. Además, el exceso de opciones puede generar una incapacidad para concentrarse en un solo objeto o actividad, lo que impacta negativamente en su atención y creatividad.
Además, el exceso de regalos puede interferir en el desarrollo de habilidades importantes como la paciencia, la tolerancia a la frustración y la capacidad de esperar. Si los niños reciben todo de manera inmediata, no tienen la oportunidad de aprender cómo lidiar con la espera o cómo trabajar para obtener lo que desean. Este aprendizaje es esencial para su desarrollo emocional y social. También puede dificultar la adquisición de valores relacionados con el esfuerzo y la superación personal.
¿Qué conseguimos si los limitamos?
Establecer un límite en el número de regalos que reciben los niños tiene beneficios significativos tanto para ellos como para sus familias. En primer lugar, fomenta la gratitud y el aprecio por lo que reciben. Al recibir menos regalos, los niños pueden centrarse más en el valor emocional y simbólico de cada uno, en lugar de enfocarse solo en la cantidad. Este enfoque también les enseña a ser más conscientes de los esfuerzos que implican obtener ciertos bienes.
Además, limitar los regalos también ayuda a reducir la sobreestimulación. Un número razonable de obsequios permite a los niños disfrutar plenamente de cada uno y explorar su significado de manera más profunda. Esto les enseña a valorar más las experiencias y los objetos, promoviendo un consumo más consciente desde una edad temprana. También se promueve una mayor capacidad para encontrar alegría en actividades no materiales, como jugar con otros o disfrutar del aire libre.
Por otro lado, limitar los regalos crea un espacio para que las familias se enfoquen en aspectos más importantes de las celebraciones, como compartir tiempo juntos, crear recuerdos y fortalecer los lazos emocionales. Estos momentos tienen un impacto mucho más duradero en el bienestar de los niños que cualquier objeto material. Las celebraciones pueden convertirse en una oportunidad para transmitir valores familiares y tradiciones significativas que no dependan exclusivamente de lo material.
También es importante mencionar que un menor número de regalos puede reducir las expectativas irreales que los niños puedan desarrollar a futuro. Al aprender desde pequeños que la felicidad no está directamente relacionada con la cantidad de objetos que poseen, es más probable que crezcan con una visión más equilibrada y saludable sobre lo que realmente importa en la vida.
¿Cuál es el número exacto?
Determinar un número exacto de regalos puede variar según las circunstancias y valores de cada familia, pero muchos expertos coinciden en que tres o cuatro regalos son una cantidad ideal. Esta regla permite equilibrar el deseo de dar y recibir con la necesidad de evitar el exceso y promover el valor de cada obsequio. Este enfoque también ayuda a los niños a concentrarse en disfrutar de cada regalo individualmente.
Una estrategia efectiva es la regla de los "cuatro regalos", que consiste en dar algo que nuestros hijos deseen, algo que necesiten, algo para vestir y algo para leer. Este enfoque no solo limita la cantidad de regalos, sino que también fomenta la diversidad y el significado de los obsequios, ayudando a los niños a comprender que cada regalo cumple un propósito específico. Esta práctica también puede ser una herramienta útil para que los niños aprendan a priorizar y valorar lo que realmente necesitan o desean.
Sin embargo, más allá del número, lo más importante es el mensaje que transmitimos a través de los regalos. Es fundamental que los niños comprendan que el amor y el compromiso de sus familias no se miden por la cantidad de obsequios, sino por la calidad de las relaciones y el tiempo compartido. Este enfoque les ayudará a desarrollar una visión más saludable y equilibrada sobre el valor de las cosas materiales. También les permite entender que los regalos no son la única forma de expresar el afecto, lo que enriquece su concepción del amor familiar.
Como vemos, limitar el número de regalos que reciben los niños no solo tiene beneficios psicológicos y emocionales, sino que también ayuda a construir una relación más sana y equilibrada con el consumo y el significado de las celebraciones.
* Ángel Rull, psicólogo.
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