El diario de Noah

Las dos caras del invierno

Hay algo en esa oscuridad que te obliga a quedarte en casa. Es como si la vida misma te dijera: "Para un rato, respira"

La falta de luz me deja sin energía. Es como si mi cuerpo quisiera apagarse también

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La Navidad genera emociones a veces contradictorias.

La Navidad genera emociones a veces contradictorias. / Zowy Voeten

Noah Zafra

Noah Zafra

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La falta de luz en invierno siempre me deja un poco rara, con sentimientos encontrados. Es como si el día se escapara antes de que pudiera hacer algo con él. No sé si es porque los días son tan cortos o porque, pero el mundo se siente un poco más silencioso. Es curioso, porque por un lado me gusta. Hay algo en esa oscuridad que te obliga a quedarte en casa y estar más tranquila. Es como si la vida misma te dijera: "Para un rato, respira". Pero por otro es un poco triste ver cómo el día termina casi antes de empezar.

Por la tarde, cuando ya está oscuro, a todos nos encanta estar en casa con una manta, tomando algo caliente y leyendo o viendo una serie. Me gusta esa sensación de llegar, quitarme los zapatos, ponerme ropa cómoda y envolverme en una manta. Siento que no hay nada más importante que estar ahí, en mi pequeño rincón del mundo. Es una sensación súper acogedora, como si el mundo se hiciera pequeño y seguro. Lo que puede significar también más tiempo con la familia. Es como si el invierno te diese un descanso de todo lo que puede haber fuera.

Me cuesta mucho levantarme

Pero también hay una parte que me pesa. La falta de luz me deja sin energía. Es como si mi cuerpo quisiera apagarse también. Además, no sé si a todos les pasa, pero me cuesta más ser productiva. Me cuesta mucho levantarme por las mañanas, y cuando el sol ya se pone a media tarde, parece que el día se acaba demasiado pronto, como si no tuviera tiempo suficiente para hacer lo que quiero o lo que necesito.

Siento que me vuelvo un poco más melancólica. Echo de menos los días largos de verano

Quiero quedarme en cama todo el día, y siento que me vuelvo un poco más melancólica. Echo de menos los días largos de verano, cuando la luz dura hasta tarde y sientes que puedes hacer mil cosas. Y la sensación de salir a la calle: los parques están vacíos, hace demasiado frío para caminar por mucho tiempo, y las calles se ven diferentes, sin gente.

Al final, creo que el invierno tiene dos caras. Por un lado, está esa sensación de calma, de refugio, de estar contigo misma y con las personas que quieres. Pero por otro, está esa oscuridad que a veces te abruma, que te hace sentir más lenta y hasta un poco perdida.

Supongo que es cuestión de aprender a encontrar el equilibrio, de aceptar que el invierno también es un tiempo necesario

Supongo que es cuestión de aprender a encontrar el equilibrio, de aceptar que el invierno también es un tiempo necesario, aunque a veces lo único que quieras sea saltarte esta parte del año y despertar directamente en primavera.