Psicología
Nunca hagas esto si quieres ser feliz y vivir más
Ser feliz también es cuestión de hábitos

¿Qué hay que hacer para ser feliz? / 123RF


Ángel Rull
Ángel RullLicenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
La felicidad es un concepto subjetivo que ha sido estudiado desde distintas perspectivas, incluyendo la filosofía, la psicología y la neurociencia. No existe una definición universal de cómo es ser feliz, ya que cada persona la experimenta de manera diferente. Para algunas, la felicidad puede estar ligada a momentos de tranquilidad, mientras que, para otras, se relaciona con la emoción de alcanzar metas personales o profesionales. Sin embargo, desde un enfoque psicológico, la felicidad suele definirse como un estado de bienestar emocional y satisfacción con la vida.
La felicidad no se limita a la ausencia de emociones negativas. Por el contrario, es un equilibrio entre experimentar emociones placenteras y tener la capacidad de manejar situaciones adversas. Esto significa que una persona puede ser feliz incluso enfrentando dificultades, siempre y cuando cuente con recursos emocionales y cognitivos para mantener una perspectiva positiva.
Además, la felicidad tiene un componente relacional. Las relaciones interpersonales juegan un papel fundamental en nuestra percepción de bienestar. Estudios han demostrado que las personas que mantienen conexiones cercanas y significativas tienden a reportar mayores niveles de felicidad. Estas relaciones no necesariamente tienen que ser románticas; las amistades, el vínculo con la familia y las redes de apoyo también son cruciales.
Por último, la felicidad puede entenderse como un proceso dinámico. No es un estado permanente, sino algo que fluctúa a lo largo del tiempo. La clave está en aprender a identificar qué nos hace sentir bien y trabajar para integrar esas experiencias en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo se relaciona con nuestra calidad de vida y con su duración?
La felicidad no solo mejora nuestra experiencia emocional diaria, sino que también tiene un impacto directo en nuestra salud física y mental. Numerosos estudios han encontrado una fuerte correlación entre niveles altos de bienestar emocional y una mejor calidad de vida, así como una mayor longevidad. Esto se debe a que la felicidad está vinculada con hábitos y comportamientos saludables que, en conjunto, prolongan la vida y la hacen más plena.
Uno de los principales beneficios de ser feliz es su efecto sobre el sistema inmunológico. Las personas que se sienten felices tienden a tener un sistema inmunológico más fuerte, lo que las hace menos propensas a enfermedades. Esto no es coincidencia, ya que la felicidad reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que en exceso puede debilitar las defensas del cuerpo.
La salud cardiovascular también se ve beneficiada por un estado de bienestar emocional. Las emociones positivas contribuyen a la reducción de la presión arterial y mejoran la circulación sanguínea. Esto disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas, una de las principales causas de mortalidad a nivel global.
Además, la felicidad tiene un impacto significativo en la salud mental. Las personas que se sienten satisfechas con su vida presentan menores índices de ansiedad y depresión. Esto, a su vez, promueve hábitos saludables, como el ejercicio regular, una alimentación equilibrada y un sueño reparador, todos factores que contribuyen a una vida más larga y de mejor calidad.
¿Nuestros hábitos interfieren en ser feliz?
Los hábitos juegan un papel fundamental en nuestra capacidad para experimentar la felicidad. Muchas veces, sin darnos cuenta, adoptamos comportamientos que sabotean nuestro bienestar emocional. Esto incluye desde patrones de pensamiento negativos hasta rutinas que drenan nuestra energía y limitan nuestra capacidad para disfrutar de la vida. La buena noticia es que, al ser conscientes de estos hábitos, podemos trabajar para transformarlos.
Uno de los hábitos más perjudiciales es la comparación constante con los demás. En una era dominada por las redes sociales, es fácil caer en la trampa de medir nuestra valía en función de los logros o la felicidad aparente de otras personas. Este comportamiento no solo genera insatisfacción, sino que también alimenta sentimientos de inseguridad y baja autoestima, impidiéndonos apreciar lo que tenemos.
Otro hábito dañino es la falta de autocuidado. Muchas personas priorizan las responsabilidades laborales o familiares a expensas de su propio bienestar. Sin embargo, descuidar nuestras necesidades emocionales y físicas nos hace más vulnerables al estrés y nos aleja de la felicidad. Pequeños gestos como dedicar tiempo a actividades que nos gustan o practicar la gratitud pueden marcar una gran diferencia.
Por último, el hábito de postergar las cosas importantes también interfiere con nuestra felicidad. Aplazar decisiones o acciones que podrían mejorar nuestra vida genera una sensación de estancamiento. Este patrón, conocido como procrastinación, no solo afecta nuestra productividad, sino que también incrementa la ansiedad y disminuye nuestra satisfacción con la vida.
Nunca hagas esto si quieres ser feliz y vivir más
Hay ciertos comportamientos que, si no se evitan, pueden convertirse en verdaderos obstáculos para alcanzar la felicidad y vivir una vida más larga. Identificar y eliminar estos hábitos es clave para mejorar nuestro bienestar general y disfrutar de una existencia más plena.
Estas son las tres cosas que nunca debes hacer si quieres ser feliz y vivir más:
1. Aferrarse al resentimiento
Uno de los principales enemigos de la felicidad es mantener rencores y resentimientos. Estas emociones negativas no solo afectan nuestras relaciones con los demás, sino que también tienen un impacto en nuestra salud física. Estudios han demostrado que el resentimiento prolongado puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas, como problemas cardíacos y trastornos del sistema inmunológico. Perdonar, aunque no siempre es fácil, es una forma efectiva de liberar estas emociones y fomentar un estado de paz interior.
2. Vivir en un estado constante de insatisfacción
Otro comportamiento que debemos evitar es la incapacidad de apreciar lo que tenemos. Las personas que constantemente buscan más, ya sea en términos materiales, profesionales o relacionales, tienden a sentir un vacío permanente. Esto no significa que no debamos tener metas o aspiraciones, sino que es fundamental aprender a valorar el presente mientras trabajamos por un futuro mejor.
3. Negarse a salir de la zona de confort
Aunque pueda parecer paradójico, evitar situaciones nuevas o complejas puede limitar nuestra capacidad para ser felices. La zona de confort, aunque segura, puede convertirse en una prisión que nos impide crecer y descubrir nuevas facetas de nuestra personalidad. Tomar riesgos controlados y abrirnos a nuevas experiencias nos permite encontrar nuevas fuentes de felicidad y realización personal.
Ser feliz y vivir más no es solo cuestión de evitar comportamientos dañinos, sino también de cultivar hábitos que promuevan el bienestar. Identificar y cambiar aquellas prácticas que interfieren con nuestra felicidad es un paso crucial hacia una vida más plena. La felicidad se construye día a día, y pequeñas decisiones conscientes pueden marcar una gran diferencia en nuestra calidad de vida y en cómo enfrentamos el mundo.
* Ángel Rull, psicólogo.
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