Día de la Salud Mental

¿Podemos hacer humor sobre la salud mental? La risa como vía para normalizar el tema

Humoristas y activistas reflexionan en EL PERIÓDICO sobre cómo abordar con sentido del humor esta problemática

Illa aprobará este año el Pacto de salud mental diseñado por el Govern de ERC

El debate sobre la locura del sentido del humor

Patricio Ortiz

Fidel Masreal

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Hablar de salud mental es demasiado a menudo hablar de problemas, de dolor, tristeza, diagnósticos y medicación. Pero quienes pasan por estas dificultades y su entorno no se cansan de pedir que se hable en positivo, con esperanza...y con sentido del humor. Pero ¿podemos hacer humor sobre estos trastornos? ¿Podemos escribir algo como que los locos también ríen? EL PERIÓDICO ha reunido a un grupo de humoristas y activistas para abordar precisamente sobre este delicado asunto.

El respeto, la honestidad, el uso de la primera persona y la mirada de abajo hacia arriba, claves para un humor sano

"Loco hay que estar para no reírse", responde de entrada Andrés Fajngold, cómico. Y su compañero Andrea Farina, también cómico, va más allá: "Tenemos el beneplácito de poder hacer broma porque es nuestro trabajo, pero la palabra loco hace empoderarse de algo que tenía una connotación negativa, como en el mundo LGTBI+ con la palabra loca, que tenía un sentido despectivo y el colectivo se la ha apropiado".

"Loco hay que estar para no reírse"

Andrés Fajngold

— Cómico

De izquierda a derecha, Anna Esteve, actriz, Martín Correa-Urquiza, antropólogo, Marcos Obregón, del colectivo Nikosia, Fidel Masreal y Andrea Farina y Andrés Fajngold, cómicos, en el estudio de EL PERIÓDICO.

De izquierda a derecha, Anna Esteve, actriz, Martín Correa-Urquiza, antropólogo, Marcos Obregón, del colectivo Nikosia, Fidel Masreal y Andrea Farina y Andrés Fajngold, cómicos, en el estudio de EL PERIÓDICO. / Patricio Ortiz.

Anna Esteve, actriz de la compañía teatral Brots (representan 'Eucaristía' el día 12 de octubre en Sant Esteve de Palautordera, en el festival Folia, en una obra en la que se ríen precisamente de las etiquetas), es muy clara: "Yo me siento loca, sí, y rara, porque soy algo teatrera y me va bien pero hay personas que lo pasan mal y no se sienten reflejadas en esta palabra; la locura a veces es un exceso de coherencia".

Yo me siento loca, sí, y rara, porque soy algo teatrera y me va bien; la locura a veces es un exceso de coherencia

Anna Esteve

— Actriz de la compañía Brots

Anna Esteve, actriz, Martín Correa-Urquiza, antropólogo, y Marcos Obregón, del colectivo Nikosia, durante la conversación en EL PERIÓDICO.

Anna Esteve, actriz, Martín Correa-Urquiza, antropólogo, y Marcos Obregón, del colectivo Nikosia, durante la conversación en EL PERIÓDICO. / Patricio Ortiz.

Marcos Obregón, miembro de Radio Nikosia e integrante del Movimiento Galego da Saúde Mental, también cree positivo el hecho de apropiarse de la palabra loca. "Sería similar al hecho de que los negros se llamen negros entre ellos o que los homosexuales usen la palabra 'marica' en bromas, pero he visto charlas de psiquiatras que utilizaban la palabra 'loco' y el colectivo se sentía mal".

Martín Correa-Urquiza, antropólogo y profesor de la Universitat Rovira i Virgili (URV), opina que se puede hablar de todo, y que la clave es "desde dónde se habla, una cosa es que una persona psiquiatrizada haga un chiste sobre el colectivo y otra es ser nombrado por otro, ¿cuál es la intencionalidad?".

Una cosa es que una persona psiquiatrizada haga un chiste sobre el colectivo y otra es ser nombrado por otro

Martín Correa-Urquiza

— antropólogo y profesor de la Universitat Rovira i Virgili (URV)

Andrés Fajngold, cómico, durante la conversación en el estudio de EL PERIÓDICO.

Andrés Fajngold, cómico, durante la conversación en el estudio de EL PERIÓDICO. / Patricio Ortiz

"Generalmente el humor se ha hecho desde arriba hacia abajo, es más fácil aplastar a alguien que está abajo. En cambio, ¿podemos hacer chistes de psiquiatras y su obsesión sobrediagnosticadora de la vida?". "Siempre en el humor lo mejor es empezar riéndose de uno mismo -propone Andrés (a quien podéis ver actuar el trece de noviembre en El Molino y el 22 de noviembre en Vila-Seca), porque entonces la gente te da crédito para que puedas reírse de otras cosas, porque empiezas por ti mismo. Y además tratando de hacerlo, sí, de abajo hacia arriba".

Animan a apropiarse de la palabra 'loco' o 'loca' como vía para normalizar las cosas

"Sin humor, ¿cómo sobrevivimos?. Es la única forma y cuando uno está ingresado hay muchísimo humor", describe Marcos. "Es una buena herramienta porque en mi cabeza los problemas de salud mental están muy relacionados con la falta de humor. Me he encontrado pasando por épocas depresivas -relata Andrea (que actúa el 18 de octubre en el Teatre Metamorfosis y el 13 de noviembre en el Molino)- y lo que más notaba era que me costaba reír." Y continúa: "Sin humor no puedo vivir, ya desde pequeño, me río de mí mismo, tengo un humor surrealista y lo necesito como el aire. Un día sin reír es un día bastante perdido; río solo, en casa, y a veces se me escapa por la calle una sonrisa. Ayer me equivoqué de autobús, iba hablando solo y me reí y la chica de al lado del bus me miraba, ha, ha, ha".

"Sin humor, ¿cómo sobrevivimos? Es la única forma y cuando uno está ingresado hay muchísimo humor"

Marcos Obregón

— Miembro de Radio Nikosia e integrante del Movimiento Galego da Saúde Mental

Anna Esteve, actriz, Marcos Obregón, del colectivo Nikosia, Martín Correa-Urquiza, antropólogo y Andrés Fajngold y Andrea Farina, cómicos, en el estudio de EL PERIÓDICO.

Anna Esteve, actriz y Martín Correa-Urquiza, antropólogo, durante la conversación en el estudio de EL PERIÓDICO. / Patricio Ortiz

Marcos recuerda, con una sonrisa, cómo en el momento de mayor sufrimiento de su vida, le ingresaron. Había montado una escuela de interpretación y, según le explica su familia, una vez ingresado empezó a dirigir obras de teatro con los otros pacientes, y, en una ocasión, una de las ellas se subió a una mesa a bailar. "Me parece mal que no se pueda reír, y mucha gente se enfada por cualquier cosa", plantea.

"El problema es la chica de al lado -apunta Martín-, una sociedad en la que si nos reímos es que estamos locos o raros". "Además te dicen que no vives la realidad, que la realidad es otra -añade Anna- pero es que no puedes vivir solo con tristeza o solo con alegría". "Se nutren", añade Andrés. "Tengo un chiste en el que cuento que en terapia comenté que siento que estoy deprimido desde que nací y que después de mucho tiempo de terapia me dijeron que lo que me pasaba es que tengo depresión posparto".

Cosa muy distinta, coinciden, es hacer chistes con, por ejemplo, el babeo de personas con síndrome de Down. "Ahí estás humillando y destruyendo a un colectivo. Un montón de colectivos que estaban callados hasta ahora han empezado a defender sus derechos", apunta Andrés.

El chándal como síntoma

Andrea explica también en primera persona uno de sus chistes: "Cuando de repente me encuentro cómodo con el chándal, ¡cuidado con esto! La gente idealiza el desayuno en la cama y para mí es síntoma de depresión, de comer donettes en chándal en la cama. Era una imagen muy fea". Una persona le afeó, en redes sociales, que "no podía hacer bromas así para ridiculizar la depresión". Pero para Andrea esa era su experiencia personal. "¿Cómo puedes decir que esto está mal?", cuestiona.

"Se idealiza el desayuno en la cama y para mí es síntoma de depresión, de comer 'donettes' en chándal en la cama"

Andrea Farina

— Cómico

Andrea Farina y Andrés Fajngold, cómicos, durante la conversación en EL PERIÓDICO.

Andrea Farina y Andrés Fajngold, cómicos, durante la conversación en EL PERIÓDICO. / Patricio Ortiz

Anna insiste en que todo depende del contexto. "Si la persona está sufriendo mucho, no filtrará que es sentido del humor, no lo ve", opina. Andrés se pregunta si esta persona irá a un show de comedia, si no sería mejor que no se expusiera. "Es que ya no iría, no creo que fuera", apunta Anna, que recuerda una cosa: "Todos nos podemos sentir ofendidos, no es algo exclusivo de quien tiene etiqueta o diagnóstico, porque problemas de salud mental los tenemos todos".

¿Hemos mejorado?

Martín cree que estamos en transición hacia la posibilidad de hacer humor pero teniendo en cuenta si se está ofendiendo, pese a la extrema derecha y a diferencia de los chistes que se hacían hace hace 20 años ofendiendo a colectivos como los discapacitados. Marcos apunta que existe la extrema derecha pero también "la izquierda puritana" dictando sobre qué puede hablarse. "La clave es la honestidad que tengas tú con lo que haces y si estás usando al colectivo para hacer un chiste o realmente quieres hacer humor mostrando tus miserias y no reírte de las miserias de los demás", opina. "En el '1,2,3..' eran una barbaridad los chistes de gangosos", recuerda en alusión a las bromas que hacía Arévalo.

La palabra subnormal

Debate aparte merece la palabra 'subnormal'. "Se usa como sinónomo de imbécil, en el mundo de la comedia, o con Broncano", apunta Andrés. Originalmente, era un término psiquiátrico, como idiota o imbécil, recuerda Anna. Lo peor, concluye Andrea, es que acabe mandando el algoritmo de Instagram, que censura palabras relacionadas con la muerte. O que se impongan los insultos anónimos en las redes, convertidas en censoras sin límites, que no soportarían bromas sobre delirios, como el del hermano de Anna, quien creía que Messi era su hijo. Anna lo recuerda con una sonrisa, pese a que su hermano falleció en 2015.

La conversación acaba proponiendo un títular para este reportaje que no ofenda a nadie. Martín lanza la idea de '¿Hay humor en la locura?', y Anna -nadie como ella porque lo ha vivido- apuesta por 'La locura del sentido del humor'. "Sin humor será imposible tener una sociedad un poco mejor", concluye Marcos. "El humor es de todos", proclama Andrés.