Smartphones y salud
Controversia por un ensayo que asegura que los móviles causan el aumento de ansiedad adolescente
El psicólogo social Jonathan Haidt habla de causa-efecto entre teléfonos y aumento de la ansiedad
Otros autores rechazan con contundencia la falta de base científica del norteamericano y piden atender a otras causas

Menores con teléfonos móviles, en una fotografía de archivo.


Fidel Masreal
Fidel MasrealPeriodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM - El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Sin duda, "La generación ansiosa", del psicólogo social norteamericano Jonathan Haidt, está contribuyendo a remover un debate ya existente: el de la vinculación entre los teléfonos smartphone y las redes sociales y el aumento de los trastornos mentales de los jóvenes occidentales. Haidt hace una afirmación no exenta de polémica, en un texto cargado de información valiosa, y es que "entre las relaciones sociales y la ansiedad, la depresión y otras dolencias hay una relación de causalidad y no de mera correlación". Una afirmación que ha recibido críticas de parte de otros investigadores.
Haidt usa un lenguaje y afirmaciones muy contundentes, y criticadas en la ciencia social tras la aparición de su best-seller, como que "no se trata sólo de los smartphones y las redes sociales: se trata de una transformación histórica e insólita de la infancia humana", que el autor define como la Gran Reconfiguración: "Los patrones sociales, los modelos de conducta, las emociones, la actividad física e incluso los patrones de sueño de los adolescentes experimentaron una reestructuración radical en el transcurso de sólo cinco años". Afirma también que "la Gran Reconfiguración [así define los cambios en los adolescentes], por la cual la infancia basada en el teléfono sustituyó a la basada en el juego, es la principal causa de la epidemia internacional de enfermedades mentales en los adolescentes".
Los datos sobre consumo de horas en pantallas son demoledores y llevan a Haidt ha asegurar que es esta la causa principal del aumento de la ansiedad y la depresión entre los adolescentes. "Sostengo que esta Gran Reconfiguración de la infancia es la principal razón del tsunami de enfermedades mentales en los adolescentes que comenzó a principios de la década de 2010". Haidt cita a autores como Jean Twenge que asegura que los adolescentes que pasan más tiempo en redes sociales son "más propensos" a sufrir depresión, ansiedad y otros trastornos.
Matices del autor
Con todo, Haidt admite que "una gran parte de la epidemia" psicológica puede ser "consecuencia" de un contagio emocional al aflorar estas problemáticas de forma generalizada, con un "sesgo de prestigio" entre quienes explican sus casos. También Haidt abre una puerta a pensar de forma diferente en todo este debate cuando admite que, en el caso de los videojuegos, la adicción puede ser el trastorno o, en cambio, indicar trastornos que ya existían previamente. Haidt también admite que estos problemas psicológicos también tienen que ver en parte con una mayor disposición a explicar estas dolencias, o a que se patologiza la ansiedad y el malestar normales.
Rechazo contundente y categórico
Un reciente artículo publicado en la revista Nature por parte de Candice L. Odgers, directora de investigación y desarrollo en la escuela de Ecología Social de la Universidad norteamericana de Virginia, advierte de que la propuesta de Haidt es "audaz", y alerta de que afirmar "que las redes sociales son las culpables podría distraernos de responder de manera efectiva a las causas reales de la actual crisis de salud mental de los jóvenes". Afirmaciones tan serias requieren pruebas serias". Es más, Odgers critica abiertamente a Haidt por establecer una causa-efecto entre redes sociales y problemas mentales. "Los jóvenes -añade esta especialista- que ya tienen problemas de salud mental usan dichas plataformas [redes sociales] con más frecuencia o de manera diferente que sus pares sanos". Y concluye que existe un estudio de 72 países que no halla asociaciones significativas entre salud mental y redes sociales: "No hay evidencia de cambios drásticos asociados con el uso de la tecnología digital". La autora recuerda que la actual generación adolescente está influencia claramente por la crisis del 2008 y cita la importancia de la pobreza infantil en todo análisis.
Otros expertos, como Josep Matalí, jefe de psicología y coordinador de la unidad de conductas adictivas del Hospital de Sant Joan de Déu, huyen de discursos deterministas y de causa-efecto respecto a los móviles y la salud mental infantil y juvenil: "Parece que el debate es volver a ser neandertales, pero después todos decimos que la tecnología no se irá"
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