PROPUESTAS CONTRA EL AISLAMIENTO
Los expertos destacan los factores sociales de la soledad no deseada
La estructura, función y calidad de las relaciones humanas, factores clave
Se proponen planes de acción comunitaria para generar redes de apoyo
Fidel Masreal
Fidel MasrealPeriodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM - El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Los datos sobre la soledad no deseada son alarmantes. Los gobiernos dedican programas específicos a abordar este fenómeno. Y lo más significativo es que afecta en especial a los jóvenes. A los muy jóvenes, tal como precisan responsables del Ayuntamiento de Barcelona. Pero más allá del impacto emocional que genera esta sensación en quien la sufre y en la sociedad, ¿cuáles son las claves para abordarla? Los investigadores cada vez piden ir más allá de la sensación psicológica y atender a todo el entorno. La investigadora social Elisa Sala ha dictado una ponencia en un congreso del voluntariado catalán ofreciendo claves que pasan por una intervención en red.
La tormenta perfecta
Dos datos son suficientes para comprender la magnitud del reto. Después de la pandemia, la población en la UE que dice sentirse sola la mitad del tiempo ha pasado del 12% al doble, el 25%. En España, el 25% de la juventud se siente sola. En Barcelona la prevalencia de soledad ha subido. Como sube, este sentimiento, en todos los países y en todas las franjas de edad. Si estos datos los sumamos al aumento de la esperanza de vida, tenemos lo que Sala define como "la tormenta perfecta".
Estructura, función y calidad
"La estructura, la función y la calidad de las relaciones humanes ha sido un factor subestimado", a la hora de afrontar el reto de la soledad, defiende esta experta.
La estructura, la función y la calidad de las relaciones humanas ha sido un factor subestimado
La estructura es la presencia o no de personas en nuestra vida. Es decir, la existencia de una red. La función tiene que ver con el apoyo: disponer de alguien cuando lo necesito. La calidad son los aspectos afectivos de las relaciones. Una mujer mayor, citada por Sala, se quejaba de que sus hijos acudían cuando sucedía algo, pero ella lo que quería es que fueran a su casa a merendar con ella. Eso era lo que necesitaba. Los hijos cumplían con la estructura y la función de las relaciones humanas. No con la calidad.
Tocarnos más
"Las conexiones sociales, tocarnos, abrazarnos, besarnos, generan oxitocina, endorfinas, generan salud, y las relaciones saludables son canalizadoras del estrés, porque cuando congeniamos con relaciones genuinas, de amistad, de amor, de comunidad, vecinales, nos alegramos", defiende Sala. A eso hay que añadir que la soledad está relacionada con la ausencia de un propósito vital.
Tres tipos de soledad
Soledad social. Cuando no sentimos que formamos parte del grupo, sentimos soledad social.
Soledad emocional. Es la que se produce cuando carecemos de relaciones significativas, saludables, las que nos dan lo que necesitamos para sentirnos bien, confiados y seguros en el mundo.
Soledad existencial. Tiene que ver, según Sala, con "ese vacío que sentimos todas las personas del mundo cuando nos preguntamos cosas sobre nuestro propósito vital, cuando nos damos cuenta de que nacemos y morimos solos".
Un abordaje complejo
Abordar la soledad y tomar medidas no es tan fácil cuando los expertos describen la complejidad de un fenómeno que es al mismo tiempo subjetivo (un sentimiento personal) y al mismo tiempo es universal porque todos lo sentimos en algún momento de nuestras vidas. Y además tiene un componente social.
Barrios antisoledad
La vertiente social de la soledad hace que expertos como Sala cada vez hablen con más insistencia de cuestiones como la pobreza (asociada a más soledad), la desigualdad e incluso cuestiones como la forma de los barrios, de los parques, la llamada "infraestructura social". Generar espacios que promuevan "relaciones saludables de seguridad y confianza". Y eso son cuestiones concretas como la existencia de bibliotecas que puedan actuar como refugios climáticos, diseñar la ciudad "de los 15 minutos" donde todos los servicios estén a esta distancia máxima, disponer de espacios verdes, de una red de voluntariado y de convivencia entre generaciones. Añádase a ello retos como el actual individualismo, la autonomía, el edadismo (discriminación) hacia las personas mayores.
¿Soledad o aislamiento?
Cuando muere una persona mayor y nadie se da cuenta de ello hasta varios días o semanas después, se afirma que se trataba de una persona solitaria. Sala advierte de que esto es un error: esta persona estaba aislada, esto es seguro, porque si hubiera tenido una red social se habrían dado cuenta de que, por ejemplo, no bajaba a comprar el pan. Lo que no podemos asegurar es que se sintiera o no sola.
Un abordaje complejo
Ante una situación compleja, los expertos plantean diferentes modelos de acción. Todos incorporan de un modo u otro la vertiente individual, psicológica, y la social. Con la presencia de muchos actores implicados.
Sala propone cambiar la mirada paliativa a otra de preventiva, basada en valores como la ayuda mutua. "Lo tenemos aquí, en nuestra sociedad, y cuando los ponemos en marcha la gente se activa, como se ha puesto de manifiesto durante la pandemia o en la crisis del 2008. El reto es que estas redes que se generan sigan actuando después, para ello tenemos que ponernos manos a la obra desde las administraciones", indica esta experta. "La acción comunitaria es la palanca que nos ayuda a generar cambios, permite afrontar las demandas desde una construcción colectiva y con corresponsabilidad, debemos resignificar el ciclo vital", concluye.
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