Investigación del Institut de Recerca Sant Pau
Un estudio destaca la importancia del contexto social en los intentos y conductas suicidas
El incremento de casos superó el 70% tras la pandemia, mientras que se redujo durante el confinamiento
Los investigadores intensifican la mirada sobre los factores sociales de la salud mental

El apoyo familiar en el duelo por suicidio es muy importante / Shutterstock


Fidel Masreal
Fidel MasrealPeriodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM - El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Cada vez son más las evidencias de que los problemas de salud mental no pueden explicarse al margen de nuestro entorno. No pueden entenderse como un problema biológico al margen de nuestra manera de ser, nuestra familia, nuestras condiciones de vida. Ahora una notable investigación del Hospital de Sant Pau de Barcelona publicada en la prestigiosa The Lancet Psychiatry constata que los datos antes, durante y después de la pandemia llevan a una conclusión de peso: querer quitarse la vida va más allá de un problema de salud mental. Las causas son complejas y el entorno influye muchísimo.
Que tras la pandemia han aumentado los intentos de suicidio, las autolesiones y los trastornos, y en especial entre los jóvenes, no es novedad. Lo que describe con detalle esta investigación es la necesidad de sacar conclusiones de ello de cara a la prevención y a un abordaje más acertado de este fenómeno, que es la primera causa de muerte entre los jóvenes.
Mujeres y jóvenes, más
Según los datos del equipo de Sant Pau, la pandemia registró un descenso notable de las conductas suicidas en Catalunya, sin embargo, después se produjo un incremento notable del 50% al 77% en conductas suicidas sin resultado de muerte. Se ha hecho un trabajo arduo de análisis de 26.000 casos de conductas suicidas desde el 2018 al 2022. Es decir, antes, durante y después de la pandemia del covid. Los incrementos más significativos se registran entre mujeres y jóvenes.
Una necesidad "apremiante"
Lo que es destacable de las conclusiones del estudio es que se apuesta claramente por la prevención de cara al futuro. Y se incide en la necesidad "apremiante" de llevar a cabo más estudios para entender "los factores contextuales" que llevan a las conductas suicidas y que hacen que en determinados momentos se produzcan menos casos (el encierro durante la pandemia) y en otros se multipliquen.
Los analistas pidan "respuestas políticas y estrategias de intervención personalizadas" que aborden los desafíos de la sociedad en tiempos de crisis. Lo que indican estas conclusiones es lo que muchos expertos y entidades llevan años reivindicando: tener en cuenta que la conducta suicida no se puede explicar por causas de salud mental, sino también y en especial debido a las condiciones de vida de la población.
Hacen falta respuestas políticas y estrategias de intervención personalizadas
Las tasas de suicidio han llevado a las administraciones a implantar medidas como el teléfono de atención al suicidio y programas para jovenes del ayuntamiento de Barcelona, así como una atención especializada del Departament de Salut dentro del 061, entre otros. Mientras, las entidades antiestigma como Obertament y las dedicadas específicamente a la prevención, lanzan campañas reclamando una mayor atención, no desviar la mirada sobre el fenómeno y al mismo tiempo abordarlo sin reduccionismos. Las principales observaciones que formula el sector son la necesidad de prevenir, atender a los primeros indicios de pensamientos suicidas, ofrecer apoyo psicoterapéutico y un seguimiento personalizado de cada caso. Y hablar con los menores al más mínimo indicio.
El estudio publicado en The Lancet Psychiatry es una evidencia más de que desde la comunidad científica se ofrecen evidencias sobre cómo los entornos sociales tienen que ver con el pensamiento que puede llevar a una ideación suicida. De algún modo indican que no se trata tanto de medicar o de poner una etiqueta psiquiátrica a quien piensa en quitarse la vida como de entender todos los componentes de su vida para ver qué puede estar llevándole a estos pensamientos.
En la universidad
Es el caso del entorno universitario, donde un reciente estudio de la UAB constata también un aumento notable de pensamientos suicidas. Los autores de la investigación citan cuestiones no relacionadas con salud mental diagnosticada sino con factores estresantes: jóvenes que acceden a la universidad, donde no tienen la red de apoyo del instituto, sometidos a más presión académica y sin referentes cercanos, que además buscan en el consumo de tóxicos una respuesta a la ansiedad que todo ello les genera y como consecuencia entran en mayores situaciones de estrés.
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