Psicología

Heridas de la infancia: ¿cuáles son las tuyas?

Lo ocurrido en los primeros años de vida afecta en la etapa adulta

Niño solo triste123RF

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Ángel Rull

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La infancia es una etapa crucial en el desarrollo de una persona, donde se forjan las bases de su personalidad, relaciones y emociones. Durante este período, los niños pueden enfrentar diversas experiencias que, dependiendo de cómo se manejen, pueden dejar una marca profunda en su bienestar emocional y mental. Estas experiencias dolorosas y traumáticas a menudo se conocen como heridas de la infancia y pueden tener un impacto duradero en la vida adulta de una persona.

¿Qué son las heridas de la infancia?

Las heridas de la infancia son experiencias traumáticas o dolorosas que ocurren durante los primeros años de vida de una persona y que tienen un impacto significativo en su desarrollo emocional y psicológico. Estas heridas pueden ser el resultado de diferentes situaciones, como abuso físico o emocional, negligencia, abandono, pérdida de un ser querido, conflictos familiares o cualquier otro evento estresante que ocurra en la infancia.

Las heridas de la infancia pueden manifestarse de diferentes maneras y afectar a las personas de manera única. Algunas heridas pueden generar sentimientos de abandono o rechazo, mientras que otras pueden causar una baja autoestima, dificultad para establecer relaciones saludables, problemas de confianza o dificultades para regular las emociones. Estas heridas pueden persistir hasta la edad adulta y tener un impacto significativo en la calidad de vida de una persona si no se abordan adecuadamente.

Es importante tener en cuenta que no todas las experiencias difíciles de la infancia se consideran automáticamente heridas. Los niños son resilientes y tienen una capacidad innata para adaptarse, pero cuando las experiencias traumáticas superan su capacidad de afrontamiento, pueden dejar una marca duradera en su desarrollo emocional.

¿Cómo sé de adulto que tengo una herida de la infancia?

Identificar si se tiene una herida de la infancia puede ser un proceso complejo, ya que los efectos de estas heridas pueden manifestarse de diferentes maneras y variar de una persona a otra. Sin embargo, hay algunas señales comunes que pueden indicar la presencia de heridas de la infancia en la edad adulta.

Estos son los indicadores que podrían sugerir la existencia de heridas no resueltas:

·       Patrones de relaciones disfuncionales: las personas con heridas de la infancia a menudo experimentan dificultades en sus relaciones interpersonales. Pueden tener miedo al compromiso, problemas para confiar en los demás, establecer relaciones tóxicas o repetir patrones poco saludables en sus vínculos afectivos.

·       Baja autoestima y autocrítica: las heridas de la infancia pueden llevar a una imagen distorsionada de uno mismo y a una falta de confianza en las propias habilidades y valor personal. Las personas con heridas de la infancia a menudo se juzgan severamente a sí mismas y tienen dificultades para reconocer sus logros.

·       Dificultades para regular las emociones: las heridas de la infancia pueden afectar la capacidad de una persona para manejar y regular sus emociones de manera saludable. Pueden experimentar cambios de humor abruptos, dificultad para expresar sus sentimientos o una tendencia a reprimir emociones intensas.

·       Comportamientos adictivos o autodestructivos: algunas personas con heridas de la infancia recurren a comportamientos adictivos, como abuso de sustancias, comer en exceso o autosabotaje, como una forma de hacer frente a su dolor emocional.

·       Sentimientos persistentes de tristeza o vacío: las heridas de la infancia no resueltas pueden dejar un profundo sentimiento de tristeza o vacío en la vida adulta. Aunque puedan tener momentos de felicidad, estas emociones negativas pueden persistir y afectar su bienestar general.

Las cinco heridas de la infancia

A lo largo de la infancia, es común experimentar diferentes tipos de heridas emocionales que pueden dejar cicatrices duraderas en nuestro ser. Estas heridas pueden afectar nuestra a autoestima, nuestras relaciones interpersonales y nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la vida.

Estas son las heridas de la infancia que podemos tener:

1. Rechazo

La herida del rechazo ocurre cuando un niño siente que no es aceptado o valorado por quienes le rodean, ya sea por sus padres, familiares o compañeros de escuela. Este sentimiento de ser rechazado puede generar una profunda sensación de falta de valía personal y dificultad para establecer relaciones saludables en el futuro.

2. Abandono

La herida del abandono se produce cuando un niño experimenta la pérdida o la ausencia emocional de una figura significativa en su vida, como un padre o una madre. Esta herida puede generar un miedo constante a ser abandonado, dificultad para confiar en los demás y una tendencia a buscar constantemente la aprobación y la atención de los demás.

3. Humillación

La herida de la humillación ocurre cuando un niño es objeto de burlas, críticas o humillaciones por parte de sus padres, familiares o compañeros. Esta experiencia puede generar una baja autoestima, sentimientos de vergüenza y una tendencia a desarrollar una personalidad sumisa o, por el contrario, una actitud defensiva y agresiva.

4. Traición

La herida de la traición se produce cuando un niño experimenta la ruptura de la confianza en una relación significativa, como la infidelidad de un padre o la traición de un amigo. Esta herida puede generar dificultades para confiar en los demás, miedo a la intimidad emocional y una tendencia a establecer barreras protectoras para evitar ser lastimado nuevamente.

5.Injusticia

La herida de la injusticia ocurre cuando un niño percibe que ha sido tratado de manera injusta o que no se le ha dado el reconocimiento y la equidad que merece. Esta herida puede generar resentimiento, ira y una sensación de victimización constante, lo que puede dificultar la capacidad del individuo para establecer relaciones equitativas y resolver conflictos de manera saludable.

Es importante reconocer y sanar estas heridas para poder vivir una vida plena y saludable. La terapia y el trabajo personal pueden ser herramientas valiosas para abordar estas heridas, explorar su origen y encontrar formas de sanar y transformar nuestras experiencias pasadas.

* Ángel Rull, psicólogo.