PSICOLOGÍA

El orgullo: aspectos positivos de esta emoción para aplicar a tu vida

La admiración por uno mismo parece prohibida a nivel cultura

Saltos de felicidad

Saltos de felicidad / periodico

Ángel Rull

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las emociones son moldeadas por nuestra educación, las experiencias que vivimos o la cultura en la que nos desenvolvemos. Sentirlas es algo innato, sin juicio alguno cuando somos pequeños, pero que empiezan a distorsionarse a medida que nos hacemos mayores. Dejamos de lado unas, las pretendemos evitar, nos desbordan y nos bloquean. Otras, sin embargo, las usamos con demasiada frecuencia y también pueden acabar por bloquearnos. Esto se debe al rechazo de unas compensado por el uso excesivo de otras. Reacciono siempre desde la rabia porque no quiero enfrentarme a las pérdidas y a la tristeza que la acompaña, por ejemplo. Esto nos hace desbordarnos y vivirlas de forma extrema, pensando que nos sabotean y que no nos ayudan a estar bien.

El orgullo es una de las emociones que más fácilmente intenta anularse a nivel social. Se asocia con soberbia, con rencor o con creerse por encima de los demás. Sin embargo, esto no es real. Sí que un extremo orgullo nos coloca en un pedestal, pero su ausencia genera complejo de inferioridad y baja autoestima. El orgullo sano es aquel que nos conecta con la admiración por nosotros mismos y nos permite reconocer lo que somos. Nos hace estar en el centro de nuestra propia vida, lo que no es egoísta como nos han hecho creer. Desmitificar esta emoción nos permitirá sentirla y usarla a nuestro favor, con todos los beneficios que esto implica.

Admiración

Cada emoción está diseñada para abrirnos el camino hacia la estructura que quieren establecer. Nos ofrece la llave para sistemas de seguridad, de justicia o de desarrollo. Para ello, el requisito es que ante determinadas circunstancias sepamos usar la emoción correspondiente. Si, por ejemplo, he tenido una pérdida, la estructura a lograr es la de desarrollo, pero ni la rabia o el miedo nos lo permitirían. Ante dicha pérdida, la llave para alcanzar ese desarrollo es la tristeza. El orgullo tendría como estructura la admiración. Para lograrlo tenemos que usar esa emoción en todos aquellos momentos donde lo que se nos demanda es sentir admiración, o bien por nosotros mismos o bien por los demás. Si sentimos miedo en lugar de orgullo o la tristeza nos hace pequeños, lo que sentiremos es una ausencia de admiración por nosotros mismos, no habrá verdadero reconocimiento.

Conectar con el orgullo implica saber que es una emoción válida y necesaria, que lleva alrededor numerosas mentiras y que su verdadero propósito es hacer que te reconozcas a ti mismo. ¿Cómo podemos conectar con esta emoción de forma sana? Los siguientes puntos te ayudarán a ello:

1. Celos y admiración

Cuando no conectamos con el orgullo hacia los demás, lo que sentimos es rabia, que se transforman en celos. Nos molesta que otros tengan algo y nosotros no, aunque no siempre quiere decir que se lo queramos quitar. Es importante escucharnos en este punto y generar una sensación de admiración por lo que el otro tiene o ha logrado. Eso no nos hace a nosotros menos válidos.

2. Qué he logrado yo

Tener en cuenta nuestros méritos pasados y que en su momento no reconocimos puede ayudarnos en este instante. Hacer una lista de dichos méritos y ver su importancia es necesario para conectar con el orgullo.

3. Creencias limitantes

¿Qué creencias te han impuesto sobre lo malo del orgullo? Identifícalas todas, haz una lista y busca demostrar que no es así. El orgullo no es vanidad ni narcisismo. El orgullo es admirarnos por lo que somos, independientemente de lo que otros sean o esperen.

Reconocernos a nosotros mismos, sentir admiración y conectar con nuestro orgullo es necesario para que tengamos una vida plena. Sin esta emoción no siempre viviremos emociones como la alegría o el amor, ni nos lo permitimos ni sentimos merecerlo. Para dar la vuelta a todo nuestro sistema emocional, tenemos que dejar que el orgullo entre en nuestra vida.

Ángel Rull, psicólogo.