PSICOLOGÍA
He perdido el control con la comida: éstos son los síntomas
Las alteraciones alimentarias afectan desde lo emocional toda la vida de la persona
Ángel Rull
Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Ángel Rull
La pérdida de control de la comida es una afección grave que gira en torno a todas aquellas conductas relacionados con la alimentación y que afectan de forma negativa a la salud, las relaciones o el ocio. Se encuentran involucrados patrones emocionales y de pensamiento y puede llegar a suponer la pérdida completa de la salud. La persona empieza a poner el foco sobre el peso, sobre los alimentos o sobre su cuerpo y moviliza toda su energía y todas las áreas de su vida para lograr sus objetivos. Estos mismos objetivos suelen ser imposibles de alcanzar y suponer en sí mismo un riesgo para la persona.
La alimentación y su control, así como el efecto que esto tiene sobre el cuerpo, empieza a crear un círculo vicioso, donde la persona al principio puede sentir satisfacción, pero que después todo se congrega en evitar un malestar. Un efecto muy similar al que producen las drogas en nosotros.
Trastorno o droga
Cuando pensamos en una persona que ha perdido el control sobre la comida, solemos imaginar a alguien con un trastorno de la alimentación, aunque no siempre es así. La anorexia o la bulimia implican más elementos, aparte de esa pérdida de control. En algunos casos, la alimentación ha podido asociarse a escapar del malestar, a la búsqueda rápida de la satisfacción o, simplemente, a no pensar. Esto nos hace estar bien al principio, apareciendo la culpa o la tristeza en aumento. Pero implica que vamos a tener una mayor tendencia a volver a caer en lo mismo de lo que estamos huyendo. Volvemos a comer descontroladamente para no sentirnos mal y empezamos a generar el círculo vicioso.
Los procesos cerebrales que acompañan a procesos de adicción son los mismos que se desencadenan en aquellos casos donde la comida es fuente de evitación de la realidad y después de pérdida de control. Un mecanismo similar que acaba trayendo también consecuencias muy negativas para quien lo sufre.
Así aparece
A lo largo de nuestra vida nos vamos enfrentando a diversas situaciones en las que nuestras emociones cobran especial protagonismo. Hay ansiedad, estrés, tristeza o culpa. Es un proceso necesario pero que a veces nos queremos saltar. Para ello, buscamos mecanismos de evitación, escapes a los que nos aferramos y que nos hacen, aunque solo en un primer momento, sentirnos bien y huir de las emociones negativas. La comida es uno de estos mecanismos, creando al final un círculo vicioso que se suma a la problemática inicial.
Los síntomas que nos hacen ver que hemos podido perder el control con la comida son los siguientes:
1. Emociones negativas a la comida
Sea lo que sea que nos hizo escapar con la alimentación, ahora ya la hemos empezar a asociar a estar mal. Todo lo que se relacione con ella, lo rechazamos, como salir a comer fuera o cocinar.
2. Cambios de peso
El estado físico se ve afectado, incluso de forma brusca, o bien subiendo o bajando de peso. Los demás también son conscientes de este cambio.
3. Todo o nada
Podemos estar gran parte del día sin comer y en el momento en el que probamos la comida, no podemos parar. Solemos relacionarlo con la ansiedad cuando también existe un hambre física y real.
4. Rechazo de nuestro cuerpo
La comida y nuestro malestar emocional impactan sobre nuestra imagen corporal, la que también rechazaremos, convirtiéndose en parte del problema.
La alimentación es algo con lo que convivimos a diario y forma parte de nuestra cultura. Sabemos que existe un problema cuando la rechazamos o la negamos y, es especialmente notable cuando aparece también la culpa o la vergüenza ante ella. Síntomas claros que nos indican que debemos buscar ayuda.
* Ángel Rull, psicólogo.
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