PSICOLOGÍA
Cómo aguantar a tu cuñado y no discutir en las reuniones navideñas
Las comidas con la familia pueden acarrear numerosos conflictos
Ángel Rull
Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Ángel Rull
La Navidad es una de las fechas que más controversia genera en las personas. Por un lado, nos apetece compartir esos momentos con las personas a las que queremos, pero, por otro lado, nos vemos obligado a asistir a compromisos donde nos encontraremos con miembros de la familia con los que siempre rozamos. Los cuñados suelen ser los miembros que más malestar nos generan, especialmente cuando salen en la mesa los temas sociales, de política o fútbol. Tendemos a aguantar durante una parte del tiempo y podemos acabar explotando al final de la comida o de la cena. Aunque sean comentarios sin importancia, no nos gustan y entramos al trapo.
Las reuniones familiares deberían ser momentos en los que solo estuviéramos con personas que nos hacen la vida más fácil. Sin embargo, no suele ser así. Nos toca compartirlas con personas que no nos gustan. Pero es momento de que cambiemos nuestra forma de enfrentarnos a ellos para que este año no acabemos también discutiendo.
Cuidado en la mesa
Los eventos navideños son el momento perfecto para poder reunir a la familia y disfrutar de su compañía. A lo largo del año no siempre es posible, especialmente cuando se vive lejos de ellos. Es un momento para compartir y disfrutar, aunque ciertos miembros pueden perjudicar la situación. Comentarios malintencionados o temas inadecuados pueden hacer que se pierdan los papeles y se discuta. Y es que, aguantar a los cuñados no siempre es tarea fácil.
A través de las siguientes pautas podremos sobrellevar las fiestas con nuestros seres menos queridos en la mesa, incluso llegando a formar buenos recuerdos:
1. Pasa página
Cuando alguien no nos cae bien, tendemos a acumular rencor y sacarlo cuando ya no viene a cuento. De hecho, ese rencor nos va envenenando las horas o días previos a la comida o la cena, haciendo que estemos ya proclives a discutir. Si no soltamos el pasado por un momento, es casi seguro que, aunque nuestro cuñado esté tranquilo, nosotros pasemos un mal rato.
2. Extinción
¿Qué hacemos cuando nuestro hijo grita para llamar nuestra atención? Lo mismo que con nuestro cuñado, prestar atención y acabar gritando nosotros también. Sin embargo, el modelo educativo correcto es el de la 'extinción'. Ante una conducta indeseada, la que queremos que desaparezca, lo mejor es no hacer ningún tipo de comentario, como si no estuviera pasando. Al no recibir la atención, que es lo que la persona quiere, dejará de repetirse. Aunque hay que tener paciencia, no funciona a la primera.
3. Daños colaterales
Siempre tenemos que tener en cuenta que, de haber un cuñado, hay una tercera persona implicada que suele estar en medio en el enfrentamiento. Tenlo en cuenta antes de discutir o a la hora de tener más paciencia. No lo estás haciendo por él sino por su pareja.
4. Cuidado con el alcohol
Te has mentalizado durante todo el día para tener paciencia y no discutir, pero con el paso de las copas de vino se te va olvidando. Es conveniente vigilar la cantidad de alcohol que tomamos. Puede parecer una buena idea al principio para poder soportar la comida o la cena pero acaba volviéndose contra nosotros.
5. Así no, así sí
Aunque vayamos a tener paciencia y a ignorar ciertos comentarios, no debemos tolerar ataques directos ni nada que vaya en contra de nosotros. Pararlo es tan simple como usar la fórmula 'así no, así sí': "ciertos comentarios generan un mal clima, si te apetece, podemos hablar de deporte". Expresar la disconformidad y ofrecer una alternativa a la conversación es lo mejor para que no haya un vacío que pueda acabar en discusión.
Aguantar a nuestro cuñado es tarea obligada varias veces al año. No podemos escapar del compromiso y debemos llevarlo lo mejor que podamos. Si sabemos cómo reconducir la situación, si ignoramos ciertos comentarios o si no nos pasamos con el alcohol, todo saldrá bien. Solo tenemos que poner un poco de nuestra parte.
* Ángel Rull, psicólogo.
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