PSICOLOGÍA

Cinco técnicas para no discutir

Los conflictos no siempre suponen un avance en la relación con la otra persona

Hombre gritando

Hombre gritando / periodico

Ángel Rull

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ante cualquier cuestión, vemos cómo cada persona lo enfrenta según sus propios esquemas, los cuales pueden llegar a ser muy diferentes a los nuestros. Esta forma de pensar diferente llega a ser motivo de discusión, cuando lo único que se busca es imponer las ideas y no llegar a un punto de acuerdo, sin querer convencer al otro, solo ganar. Aunque la diferencia de opiniones es algo natural, no lo es pensar que nuestras ideas son más válidas que las de los demás.

Cuando surgen confrontaciones por puntos de vista diferentes y se llega a una discusión, no hay un avance ni un aprendizaje gracias al otro, sino que puede suponer una herida que habría que resolver en el futuro. Esta herida, en el peor de los casos, puede ser motivo para que una relación de amistad o de pareja termine. Para poder evitarlo, debemos saber cuándo no hay que llegar a una discusión y cómo podemos hacer para evitarla de forma asertiva.

Sin discusiones

Las discusiones no son algo agradable para ninguna de las partes. Aparecen ante puntos de vista opuestos, falta de asertividad o una mala gestión emocional. Controlando estas variables, deberíamos ser capaces de discutir de forma constructiva, algo que depende de las dos personas y de la situación que lo haya detonado.

Si observamos que la discusión que está a punto de estallar no nos llevará a ningún lado, debemos anticiparnos y hacer que esta no se produzca. Resulta complicado, ya que el otro quiera llevar a cabo la confrontación, pero con las siguientes técnicas podremos evitarlo:

1. No me pongo a la defensiva

En las discusiones todos queremos ganar e imponer nuestras ideas. Esto hace que no solo ataquemos, sino que sintamos la necesidad de defendernos, incluso cuando el otro no está haciendo nada para herirnos.

Mantén la calma y no sientas que es algo personal. Son ideales o valores que chocan entre dos personas, donde no hay ninguno más válido. No defiendas en exceso tus ideas. Son ya tuyas y, aunque los demás no estén de acuerdo, no las pueden borrar ni menospreciar.

2. Mis respuestas son circulares

Las discusiones llegan porque hay un comienzo donde las dos personas se lanzan varios argumentos. Se responde en base a lo que el otro dice, cambiando las palabras y buscando nuevos puntos. Sin embargo, si bloqueamos este punto, el otro desistirá y no aparecerá realmente un conflicto. Para ello, responde siempre con la misma frase de forma fija y estable. Se creará una situación de disco rayado que se abandonará por agotamiento.

3. Me calmo y calmo al otro

Las discusiones hacen que conectemos con nuestra ira, que se active nuestro cuerpo y se acelere el pensamiento. Busca devolverte al estado de calma, donde se piensa con mayor claridad. Puedes hacerlo cambiando de lugar, respirando o dando un paseo. Y es buen momento para que también involucres al otro.

4. Doy la razón al otro

Esta técnica implica que sepamos que no existe una única idea verdadera, independientemente de la opinión del que tenemos enfrente. Por eso, cuando la situación empiece a complicarse, debemos darle la razón, aunque no sea cierto. Esto creará una situación de incertidumbre que calmará el ambiente. No debe hacerse desde la sorna o el desprecio, ya que podría causar lo opuesto.

5. Aplazo mi defensa

Esta técnica debe usarse cuando el otro nos ataca de forma personal y nos sentimos bloqueados o muy enfadados. Como debemos hacerlo desde la asertividad, tenemos que lograr primero calmarnos. Por tanto, salimos de la situación, nos damos un respiro y después decimos lo que sentimos sin atacar.

Manejar o evitar discusiones es cuestión de poner en prácticas nuestras habilidades emocionales. Estas habilidades, que a veces no tenemos, se pueden aprender y entrenar con el fin de irnos desarrollando asertivamente. Nos serán muy útiles cuando no queramos discutir con el otro.

Ángel Rull, psicólogo.