PSICOLOGÍA

¿Abandono o persevero? Claves para saber qué hacer

La perseverancia puede llevar al desgaste psicológico en momentos inadecuados

Una mujer descansa tras hacer deporte

Una mujer descansa tras hacer deporte / periodico

Ángel Rull

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El pensamiento positivo está promoviendo la falsa creencia de que siempre debemos perseverar. Sin embargo, cuando nos encontramos en un momento en el que todo parece estar estancado, debemos saber si realmente vale la pena, si contamos con las herramientas necesarias y, en caso contrario, si sabremos adquirirlas. Tomar la decisión es complicado, ya que puede implicar echar por tierra semanas o meses de trabajo, no solo en nuestra carrera, sino también en una relación o en un proyecto.

La perseverancia tiene un enemigo, el cual se puede confundir, como es la obstinación. Popularmente tiende a llamarse cabezonería, y es la causante de que, aun viendo las consecuencias negativas, sigamos yendo por el mismo camino. Cuando aparece la obstinación y cuando la meta que queremos no llegará, debemos rendirnos y empezar de nuevo en otro lado.

Saber cuándo abandonar

Cuando establecemos una meta lo hacemos con la convicción de que, al alcanzarla, el esfuerzo habrá merecido la pena y podremos estar mejor que cuando empezamos. Conformamos esa nueva realidad y empezamos a movilizar los recursos para su consecución, tanto a nivel interno como externo. Esta meta no tiene siempre que ir directamente unida a lo que creíamos que iba a ser lo mejor para nosotros. Pero, una vez que hemos empezado a movernos, lo negamos para no sentir que hemos perdido el tiempo.

Aunque en un primer momento estemos plenamente convencidos de que nuestro propósito es el que mejor se adapta a nuestras necesidades, podemos llegar a sentir vacío, desgaste psicológico y sintomatología ansiosa y depresiva. Antes de que sea demasiado tarde, debemos evaluar las consecuencias y saber si es el momento de abandonar o perseverar.

1. Ha pasado demasiado tiempo

Desde el momento en el que empezamos hasta el actual ha podido pasar un tiempo relativamente elevado. De ser así, nuestras preferencias han podido cambiar, al igual que nuestra situación o nuestras necesidades. Tenemos derecho a cambiar de opinión y aquí podríamos aplicarlo.

2. Trabajo duro

Una situación que puede confundirnos es cuando, para alcanzar el objetivo, tenemos que trabajar duro durante un tiempo determinado. Esto puede parecer razón suficiente para abandonar, cuando simplemente es una situación en la que deberemos sacar energía y motivación.

3. Consecuencias inmediatas

Al encaminarnos hacia el objetivo, podemos no estar teniendo en cuenta todas las consecuencias negativas que ya estamos teniendo. Horas de sacrificio y pérdida de tiempo o de dinero que no compensarían lo que alcanzaríamos después.

4. Déficit de capacidades

Tenemos una serie de herramientas que, con el paso del tiempo y de las necesidades del momento, van ampliándose. Ante un nuevo reto, no siempre contamos con estas herramientas y aprender otras nuevas no llega a ser del todo posible. Vernos superados es motivo de crecimiento, pero no de agotamiento. Podemos abandonar y enfrentar esa misma meta en el futuro.

5. No hay felicidad

El esfuerzo que requieren los retos no es incompatible con sentir bienestar y satisfacción. De hecho, si no aparece por ningún lado, nos estamos orientando a una meta que tampoco podrá llenar ese vació.

6. Desgaste

Nuestra salud física y mental puede verse seriamente perjudicada. Independientemente del valor de lo que queremos alcanzar, no debe rebasar lo que nuestro cuerpo o nuestra mente puede soportar.

Las redes sociales están llenas de mensajes que nos animan a seguir adelante, a luchar por nuestros sueños y no rendirnos jamás. Sin embargo, en muchas ocasiones, abandonar supone un mayor acto de valentía y de respeto por nosotros mismos. Debemos valorar nuestras necesidades en el momento presente y escuchar qué es lo que realmente queremos.

Ángel Rull, psicólogo.