PSICOLOGÍA
Cómo aprender de los celos y la envidia para salir fortalecido
La envidia es la rabia en su expresión disfuncional
Ángel Rull
Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Ángel Rull
La interacción con el resto de personas genera que podamos sentir que nuestra vida está incompleta. Vemos que otras personas hacen viajes que nosotros no hacemos, tienen parejas o amigos que a nosotros nos faltan o unos trabajos en los que parecen más felices. Aunque los celos no son comunes a todo el mundo, sí se pueden llegar a sentir en momentos puntuales, y no siempre ligados a temas sentimentales.
Los celos nos muestran una parte interna de nosotros que no siempre vemos, hablan de necesidades no cubiertas o de emociones mal gestionadas. Siempre y cuando sepamos soltarlos, podemos aprender de ellos.
Los celos te enseñan
Los celos nos hablan de una realidad que no es la nuestra, de aspectos emocionales o materiales que nos gustaría tener. Aparecen cuando alguien tiene o hace algo que nosotros no, cuando el otro se atreve y nosotros nos quedamos sentados. Pero no solo se trata de envidiar al otro, sino que también, desde la rabia, nos dicen que deseamos que el otro deje de tenerlo, que fracase o que le vaya mal. Una parte ya no solo de falta de algo en nuestra vida sino también de mal deseo hacia el otro.
Los celos, sin embargo, escuchados y atendidos pueden enseñarnos determinados aspectos que nos harán más fuertes y generarán mejores herramientas que nos servirán en nuestro día a día. Por tanto, ¿qué podemos aprender de los celos?
1. Hay algo que temo perder
Esto puede ocurrir tanto en relaciones de pareja como entre compañeros de trabajo. Ese miedo habla de cómo tememos perder algo que tenemos. Los celos los orientamos siempre hacia al otro, cuando su función es crear la seguridad que evite la pérdida. Entonces, lo que nos dicen es que tal vez la actuación nuestra es la que tiene que mejorar: ser mejores parejas y ser mejores trabajadores y compañeros.
2. Hay algo que necesito tener
Cuando los celos se deben a la envidia de algo que no tenemos y que otro sí, están surgiendo mensajes sobre nuestras necesidades. Muchas veces, esto que nos falta debe ser incluido en nuestra lista de objetivos y empezar a trabajar por conseguirlo. La forma de hacerlo sería acercarnos al otro y, desde la admiración, tratar de aprender a lograrlo también nosotros.
3. ¿Lo necesito?
¿Necesito realmente lo que el otro tiene y yo no? Muchas veces no es una verdadera cuestión de necesidad, sino que obedece a un vacío emocional que creemos poder llenar con lo que los demás tienen, muchas veces objetos materiales. Es aquí donde debemos ser sinceros con nosotros y saber qué es lo que realmente nos falta.
4. Emoción desconectada
Nuestro sistema emocional funciona de forma global, no individual: lo que hago mal en el trabajo, tiendo a hacerlo mal en mi vida social. Las emociones que no se usan correctamente en unas áreas, tampoco se usarán en otras. Por eso, a la hora de sentir celos, debemos saber que tenemos un problema de gestión de la rabia; la sentimos en lugar de sentir orgullo por el otro, que ha conseguido lo que yo no, o en lugar de sentir amor, no crees merecer lo que otros tienen. Cualquiera de estas disfunciones te enseña a cómo debes modular la rabia y no creer que es injusto lo que verdaderamente no lo es.
5. Vuelve a ti
Los celos son el cambio del foco sobre lo bueno que tiene uno mismo hacia lo malo que tenemos o lo que nos falta. Es aquí donde tenemos que empezar a ver que somos nosotros mismos los que necesitan atención. Trabajar por nuestro bienestar, ganar en autoestima y potenciar nuestras fortalezas personales.
Los celos son vividos de forma negativa e intensa, por lo que creemos que nunca podremos llegar a aprender nada de ellos. Son vistos como una debilidad basada en la rabia o el miedo. Sin embargo, atendidos y gestionados nos harán crecer y fortalecernos, siendo nosotros mismos.
* Ángel Rull, psicólogo.
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