PSICOLOGÍA

6 hábitos que necesitan las Personas Altamente Sensibles

La alta sensibilidad puede dificultar el ritmo diario y las actividades cotidianas

Mujer en la playa

Mujer en la playa / periodico

Ángel Rull

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La alta sensibilidad se presenta como un conjunto de rasgos entre los que aparece la alta empatía, el mal manejo emocional o las tendencias perfeccionistas, lo que predisponen a la persona a una mala adaptación social si no consiguen manejarlos.

Las PAS (personas Altamente Sensibles) necesitan restructurar su rutina para incorporar una serie de hábitos que les permitan alinear sus necesidades con el ritmo diario. De esta forma, pueden alcanzar un mayor nivel de bienestar, lo que permite su desarrollo y adaptación.

Rasgos

La psicóloga Elaine Aron es una de las personas que más ha estudiado este tipo de personalidad, un estudio que le ha ocupado más de dos décadas. A través de sus estudios ha podido ir viendo qué rasgos son los que suelen caracterizar a una persona altamente sensible.

¿Qué rasgos podemos encontrar?

  • Empatía elevada.
  • Mayor sensibilidad a ruidos y estímulos fuertes.
  • Vida interior profunda y marcada.
  • Búsqueda del silencio.
  • Mal desempeño bajo presión.
  • Tendencia a sentir y expresar más sus emociones.

Hábitos para la sensibilidad

Las personas altamente sensibles cuentan con una serie de rasgos definitorios sobre los que acaba girando tanto su malestar como su bienestar. Reconocerlos y aceptarlos son pilares fundamentales para alcanzar una vida óptima, logrando que puedan escuchar sus necesidades y moldear una vida adaptada.

A través de los siguientes hábitos, la alta sensibilidad puede llevarnos a un mayor nivel de felicidad:

1. Desconexión diaria

El estrés o el ritmo acelerado de vida que solemos llevar afecta especialmente a la alta sensibilidad. Crea un nudo de emociones que necesita ser reparado diariamente.

Estas personas necesitan cada día un momento de desconexión en un ambiente tranquilo y con silencio. Es muy bueno hacerlo en casa, en una habitación con luz tenue, después del trabajo. La meditación y la respiración diafragmática podría ofrecer grandes beneficios.

2. Espacio para las emociones

El mundo emocional, si es importante para cualquier persona, lo es aún más dentro de la alta sensibilidad, ya que es vivido de forma intensa y, a veces, descontrolada.

Las emociones no deben reprimirse ni convertirse en tabú. Necesitan su espacio, ser escuchadas, colocadas y vividas. Solo de estar forma se convierten en aliadas de la persona que las siente.

3. Más creatividad

Cualquier actividad que tenga que ver con la creatividad, puede tener grandes beneficios a nivel emocional. Nos desconecta la parte más racional y podemos fluir dentro del arte, la música o el teatro.

La expresión de las ideas a través de la creatividad es una vía de escape para poder canalizar todo su mundo sensorial.

4. Relaciones profundas

Existe una tendencia a ver la alta sensibilidad como un rasgo introvertido, cuando lo que está ocultando es la necesidad de vivir de una forma más significativa las relaciones.

Huir de grupos grandes y disfrutar de la intimidad les permite expresarse, dar sentido a lo que viven y sienten y poder conectar con el otro. Las relaciones profundas con un menor número de personas les ayudan a vivir mejor.

5. Vida con propósito

Mientras que unas personas pueden simplemente vivir el día a día y disfrutar el presente, sin analizar el sentido, las personas altamente sensibles necesitan vivir una vida con propósito, en la que sientan que todo va hacia alguna parte.

Alinear valores, emociones y fortalezas y encontrar cuál es nuestro camino o nuestra pasión va a ayudar a marcar un recorrido más concreto y, por consiguiente, más fácil.

6.  Descanso

Tantos las horas de sueño como los momentos de descanso son primordiales. También lo es el cuidado del cuerpo, tanto a través de la alimentación como con el deporte.

La vida óptima que pueden alcanzar las personas con una alta sensibilidad pasa por la aceptación de sus rasgos y la adaptación de su vida a lo que ellos sienten y necesitan. Más momentos de silencio, relaciones con sentido o un mayor espacio a la creatividad les ayudan a poder vivir desde el desarrollo y la felicidad.

Ángel Rull, psicólogo.