PSICOLOGÍA

Cumple tus metas con el mapa de objetivos

Saber cómo marcar objetivos determina el éxito futuro que tendremos

Mano con brújula

Mano con brújula / periodico

Ángel Rull

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La planificación de objetivos es algo que tenemos asociado a algunas actividades de nuestra vida, como la realización de un viaje, pero que olvidamos a la hora de situaciones trascendentales, como saber en qué punto queremos estar dentro de cinco años.

Cuando sabemos qué queremos hacer o hacia donde debemos ir, su éxito depende de un factor clave: la forma que tenemos de marcar y planificar el objetivo. Por eso, no es solo importante lo que queremos o las herramientas que tenemos para lograrlo, sino también saber planificarlos y escoger la estrategia adecuada para llevarlo a cabo.

Mapa de objetivos

Independientemente de las herramientas o las habilidades con las que contamos, debemos tener claro que el punto de partida de cualquier camino es la planificación. Cuando realizamos un viaje, todo empieza por un plan. Escogemos el destino y en base a eso vamos cerrando temas como el medio de transporte, el alojamiento, las visitas a museos o las excursiones. Si por el contrario improvisáramos, habría partes no controladas que alterarían el viaje, su desarrollo y el disfrute.

Si con algunas cosas tenemos claro que hay que marcarse una buena planificación, ¿por qué con otras cosas no lo hacemos? De hecho, cuando ponemos en riesgo nuestro futuro o nuestra comodidad a largo plazo, no planificamos. Podemos tener claro en qué puesto queremos estar dentro de dos años, pero no hay un camino con etapas marcado. Jugamos a improvisar y la meta, de alcanzarse, se debe más al azar que a la manera activa que hemos tenido de lograrlo.

¿De qué forma podemos poner en práctica el mapa de objetivos para alcanzar nuestras metas?

1. Punto de partida

La única forma de saber que hemos llegado al objetivo es definiendo el punto de partida y el punto de llegada. Esos dos puntos y sus diferencias nos dicen si estamos en el punto deseado.

Por eso, define el lugar en el que ahora mismo estás. El trabajo que tienes, la situación que te rodea o el momento en el que te encuentras. Debes definir la situación inicial de la mejor forma posible, siempre en torno a tu meta. Si tu meta es un puesto laboral definido, el punto de partida será tu trabajo actual, los conocimientos que tienes y las herramientas con las que cuentas.

2. Meta central

Una vez marcado el punto de partida, define la meta central, el punto de llegada. Será la situación final en el que verás satisfecho tu objetivo.

Siguiendo con el ejemplo anterior, define el puesto que quieres, el tiempo que tienes para lograrlo y las condiciones que tú crees que marcan que estés en la situación deseada.

3. Submetas

Cuando ya has definido la meta final, debes marcar todos aquellos pasos intermedios que debes lograr previamente y que te acercarán al final.

Por ejemplo, tal vez necesites un nivel específico de inglés para tener el puesto deseado y un máster en gestión con el que ahora no cuentas. Esas submetas están relacionadas con tu objetivo final y sin ellas no llegarás al final del camino.

4. Escríbelo

Las metas y el camino deben estar siempre por escrito. Hazlo de forma gráfica, dibuja un camino real en un folio y todos aquellos pasos intermedios necesarios. Esto te pondrá el foco en tu objetivo.

Ten siempre presente tu mapa. Colócalo en un lugar visible y repasa cada día lo que necesitas y el motivo que te empuja hasta allí.

El mapa de objetivos es una forma estructurada y eficiente de marcar tus metas y saber cómo llegar hasta ellas. Hace que pongas el foco en lo necesario, en lo que ya tienes y en lo que necesitas para salir de donde estás y lograr aquello que te propongas.

Ángel Rull, psicólogo.