PSICOLOGÍA

Educa a tus hijos en optimismo con estos consejos

La visión positiva del futuro nos predispone a tomar mejores decisiones en la resolución de problemas

Un niño columpiándose en una imagen de archivo

Un niño columpiándose en una imagen de archivo / Myles Tan / Unsplash

Ángel Rull

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El optimismo es una fortaleza personal innata que se encuentra presente tanto en niños como en adultos. Se ve modificada a lo largo de los años por el conjunto de experiencias vividas y la educación recibida. Esto es lo que marca la diferencia en el desarrollo y la forma que tiene cada uno de utilizar sus recursos optimistas.

Enseñar y educar en optimismo conlleva otorgar a nuestros hijos unas herramientas que les servirán en el futuro y les ayudarán además a prevenir determinados problemas mentales. Protegerá su autoestima y evitará síntomas depresivos.

Optimismo como fortaleza

El optimismo es la capacidad de creer en un futuro próspero, lo que nos permite enfrentarnos a la adversidad con el convencimiento de que acabaremos superándolo, al menos a nivel emocional. Esta habilidad nos permite ganar en resiliencia y enfrentar mejor la adversidad, apoyándonos en la parte positiva, en nosotros mismos y en nuestras capacidades.

Desde el optimismo no se obvia la realidad ni se evitan las emociones negativas. El peso de la acción y el foco, sin embargo, giran hacia el bienestar, pese a las circunstancias.

Educa en optimismo

Los niños son especialmente sensibles a los acontecimientos vitales, no contando, además, con el suficiente conocimiento del mundo como para poder razonar y gestionar mejor sus emociones. Por eso necesitan que los padres y educadores les doten de herramientas positivas que les ayuden a enfrentarse mejor al mundo.

Si enseñamos optimismo con los siguientes consejos, nos aseguraremos la mejor adaptación de nuestros hijos y un incremento en su nivel medio de bienestar:

1. Enseña con ejemplos

Los niños necesitan sentir validez y seguridad con aquello que hacen. Por eso, cuando se enfrentan a nuevos retos, se sienten más débiles. Busca mediante ejemplos claros, sencillos y recientes enseñarles que han sido capaces en otras ocasiones superar los problemas pese a partir desde el desconocimiento.

2. Trabajo los puntos débiles

Cuando hacen actividades que les salen mal, no hay que restar importancia a sus emociones o exigirles la perfección. Estas actividades son las que más deben practicar, con paciencia y dando espacio a la frustración. De esta forma, sin tirar la toalla, sabrán que pueden enfrentar tareas más complicadas en el futuro.

3. Refuerza el triunfo

Cada pequeño logro que consiguen es digno de ser premiado, desde el refuerzo verbal o con pequeñas actividades en familia. El ocio debe ser prioritario frente a los premios materiales o los castigos.

4. Foco en lo positivo

Nuestro lenguaje y nuestra actitud determina el camino que estamos siguiendo, lo cual se refuerza con la atención externa. Da mayor prioridad a sus necesidades cuando sean formuladas en positivo, nunca desde el pesimismo o el victimismo. Puedes además enseñarle cómo mejorar esa parte del lenguaje.

5. Acéptate

Eres el mejor ejemplo para tu hijo y tienes un impacto directo en su autoestima. Por eso, todas aquellas palabras o conductas relacionadas con la desvalorización serán imitadas por los más pequeños. Trátate con compasión, respeto y cariño. Tus hijos harán lo mismo.

6. Juega usando las fortalezas

Si ponemos el foco en todas las habilidades que nos hacen destacar, podremos potenciarlas. Para aumentar su autoestima, busca juegos o actividades donde se ponga a prueba aquello que se le da bien, desde el logro y el reto. Si fuera demasiado fácil se aburriría y asimilaría que todo en la vida no requiere de esfuerzo.

Como padres, queremos lo mejor para nuestros hijos, y para dárselo necesitamos dotarles también de herramientas emocionales, no sólo de seguridad física. Educar en optimismo es una buena forma de protegerles y darles autoridad e individualidad.

Ángel Rull, psicólogo.