Acepta tu cuerpo: cuatro formas de lograrlo

Las exigencias estéticas culturales, influidas por la educación y la publicidad, nos hacen querer desear un cuerpo que roce la perfección. Procuramos lograrlo a través de dietas milagro, largas tablas de ejercicio físico, tratamientos de belleza y operaciones quirúrgicas. Una tendencia que sí nos empuja a la salud si logramos mantener la aceptación sobre nuestro cuerpo y sus imperfecciones.

La obsesión con el cuerpo acaba teniendo repercusiones directas sobre la salud emocional de la persona, que termina, en muchos casos, suponiendo un riesgo para la integridad física.

Así aparece la obsesión

Durante nuestro desarrollo físico y emocional, formamos un autoconcepto y una valoración subjetiva en base a lo que somos y representamos. Estos dos pilares sustentan la autoestima y nuestro mundo psicológico en las etapas posteriores.

Nuestras vivencias y experiencias tienen un impacto directo sobre este desarrollo, y pueden acabar siendo fruto de obsesión con la apariencia física:

• Humillaciones, especialmente durante la adolescencia o si ha sido de forma reiterada en cualquier etapa.
• Focalización y exageración de una imperfección del cuerpo, alimentado muchas veces por el entorno.
• Baja autoestima.
• Falta de valoración externa, lo que hace que no haya una base segura para la autovaloración.
• Continua exposición a valoraciones físicas, como lo que ocurre al trabajar en entornos donde es importante la apariencia.
• Ideal de belleza demasiado elevado.

Acepta tu cuerpo

Nuestra autoestima se comporta y actúa de forma subjetiva. No siempre está basada en la realidad y es a través de ese sesgo como influye en nosotros mismos. Tiene, por un lado, un aspecto emocional, basado en la valía que creemos que tiene nuestra personalidad o nuestra inteligencia, y, por otro lado, un aspecto físico. Este último es el que se relaciona con la aceptación y la salud, llegando a influir a su vez sobre el área emocional.

La autoestima física y su aceptación son pilares importantes y muy sensibles a lo externo. Por eso, fortalecerlo y desarrollarlo no solo aliviará malestar psicológico, sino que tendrá una influencia positiva en la felicidad global percibida.

1. Rompe con el patrón

Los cánones de belleza establecidos obedecen solo a una pequeña minoría. Pero esta minoría es la que acaba preocupando al gran grupo.

En televisión y en vallas publicitarias vemos cuerpos imposibles que nos dicen qué ponernos, cómo hacerlo y cómo sentirnos. Sin embargo, no se ajusta realmente a la media. Por eso, a nivel físico y emocional debes desligarte de ello.

2. Trabaja el realismo

La perfección que buscamos es utópica. De hecho, aunque muchas veces queremos cambiar un pequeño número de cosas de nuestro cuerpo, al conseguirlo, no estamos satisfechos y buscamos más. La perfección, por tanto, no existe, y buscarla y querer alcanzarla acaba generando ansiedad y frustración.

3. Cuídate

La obsesión por el estado físico nos lleva a tener patrones de comportamiento con un alto impacto negativo en nuestra salud física y emocional. Largos periodos de ayuno o dietas détox que hacen que el cuerpo sufra y se altere el metabolismo.

Invierte el patrón queriendo y mimando tu cuerpo a través de una alimentación sana y unos tratamientos naturales y adaptados a tus verdaderas necesidades.

4. Cambia lo que quieras

Dentro de la aceptación emocional, existe un componente que solemos pasar por alto: no siempre es bueno aceptar todo lo que nos compone. De hecho, debemos mantener el equilibrio entre lo que asumimos como parte invariable y todas aquellas cosas que sí sería positivo que se eliminases. Para ello, básate en la salud y en la repercusión que tendría para tu vida hacerlo.

La inmensa mayoría de las personas, especialmente las mujeres, no están contentas con su cuerpo, lo que acaba generando emociones negativas y una alteración en su ritmo de vida normal. Todo ello puede reducirse si a través de diversas pautas empiezan a generar con el tiempo aceptación hacia ellos mismos, centrado en su aspecto físico.

* Ángel Rull, psicólogo.