INMUEBLE PREMIADO POR SU REHABILITACIÓN

El edificio del jardín pintado

Obra del arquitecto modernista Jeroni Granell, el inmueble de Pàdua, 75 destaca por los colores y el esgrafiado

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casa-modernista-1 / LUAY ALBASHA

Anna Rocasalva

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"Se buscan chicas con experiencia en laboratorio", rezaba un anuncio de 1946. Las interesadas, informaba el reclamo, debían presentarse en la calle de Pàdua,  75. Durante casi tres décadas, anuncios destinados a la misma dirección se fueron sucediendo con periodicidad. "Falta mozo, se necesita repartidor con bicicleta propia, se busca oficinista...", fueron otros de los reclamos.

Hasta mediados de los años 70, esta casa del barrio de El Putxet i el Farró fue la sede de la fábrica de Esencias Buil SA, un laboratorio de perfumes. El propietario, José Buil, no podría haber escogido un emplazamiento más acorde con el producto de su pequeña empresa. Y es que el lugar donde se ubicaba era una antigua residencia modernista, cuya rica decoración floral en la fachada parece que hasta desprenda aromas campestres.

Pintada de vivo magenta y delicado verde pálido, el inmueble destaca por el esgrafiado que cubre toda la fachada principal. El revestimiento evoca un romántico jardín vertical, con sinuosas plantas enredaderas terminadas en flor. Encima del portón, una elegante tribuna de madera sobresale del frontispicio, con vitrales en forma de geranios anaranjados y amarillos, de tallos verdes y aguamarina. Parece como si la decoración quisiera presumir del interior, donde originalmente se hallaba un jardín arbolado y un bucólico estanque.

Origen enigmático

A día de hoy, el origen de esta residencia unifamiliar sigue siendo un misterio que ha traído de cabeza a medio barrio. "Esta vivienda de cuento de hadas es de Jeroni F. Granell", afirma el vecino Josep Arisa. "Sabemos que su construcción finalizó en 1903 pero no hay nada más en los archivos del distrito y de la ciudad", agrega. Granell fue un arquitecto modernista que destacó por los singulares esgrafiados y por su amor a los vitrales que, junto al maestro Antoni Rigalt, llegaron a fabricar para el Palau de la Música y el Hospital de Sant Pau.

¿Quién entonces podría permitirse una casa así? Muy posiblemente la misma burguesía acaudalada que, huyendo de la contaminación fabril y la situación socialmente convulsa de la Barcelona de finales del siglo XIX, empezó a construir sus torres de veraneo, cuando Sant Gervasi era aún un municipio.

Rehabilitación premiada

Tras años de abandono, el inmueble fue reconstruido en 1989 por Alonso Balaguer Arquitectes Associats que, tres años más tarde, ganó el premio a la mejor obra de rehabilitación por este proyecto. "Con la ayuda del departamento de patrimonio, restauramos la fachada y mantuvimos parte del jardín interior –explica el arquitecto Sergi Balaguer– Pero la casa es totalmente nueva porque no había nada que se pudiese salvar".

Su misteriosa historia se habrá perdido en el tiempo, pero la belleza de este lugar sigue despertando la admiración de los transeúntes, entre ellos, su actual propietario, Ventura Contreras: "Cuando la compramos estaba en ruinas pero fue amor a primera vista", explica.