UNA HISTORIA DE SARRIÀ-SANT GERVASI... el Tibidabo

La magia vive en el Tibidabo

El parque recreativo más antiguo de España continúa fascinando con sus instalaciones centenarias Las atracciones explotaban las vistas desde la montaña para atraer al público

Vista del Areromàgic, que actualizó el original Ferrocarril Aéreo, una de las atracciones históricas del parque del Tibidabo.

Vista del Areromàgic, que actualizó el original Ferrocarril Aéreo, una de las atracciones históricas del parque del Tibidabo.

ANNA ROCASALVA / BARCELONA

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Pocas cosas están tan presentes en el imaginario colectivo de los barceloneses como la imagen del avión del Tibidabo surcando el horizonte de Collserola. Después de cinco meses de rehabilitación, la famosa aeronave de 1928 vuelve a girar su hélice en el skyline barcelonés. Pero retrocedamos hasta finales del siglo XIX, cuando el creador de las populares pastillas para la tos y uno de los impulsores del Eixample, el doctor Salvador Andreu, traslada su residencia al pie de la montaña. "Su sueño era urbanizar la cima del Tibidabo, pero el proyecto no fructificó y mi abuelo le hizo cambiar de idea", explica Margarita Rubió, nieta del ingeniero jefe del parque, Marià Rubió.

Ambos supieron ver las oportunidades que ofrecía el lugar y en 1901 inauguraron el parque de atracciones del Tibidabo, junto con el Tramvia Blau y el funicular. Con el objetivo de atraer visitantes a la cima, construyeron atracciones que explotaban las vistas de la montaña. "La modernidad de la época era el transporte eléctrico; así nació el Ferrocarril Aéreo, la Atalaya y el Avión, que perviven hasta el día de hoy", comenta el escritor Ròmul Brotons.

"El Ferrocarril Aéreo es una reproducción de un monorraíl eléctrico alemán, concebido por el ingeniero Rubió en 1915", continúa Brotons. Lo componen unas vagonetas suspendidas que discurren entre el espacio exterior del parque y el interior de unos misteriosos túneles tematizados. "Hoy en día tenemos el decorado Embrujabrujas: una escenografía tecnológica con hologramas", describe la actual directora del parque, Rosa Ortiz.

En 1921 se construyó la Atalaya de la que se decía que curaba la tosferina, al elevar a los visitantes a 550 metros sobre el nivel del mar. El Avión era una réplica del primer aeroplano que hizo el trayecto Barcelona-Madrid. "Fue un éxito porque la gente pudo experimentar por primera vez lo que se siente al volar", explica Ortiz.

Otras novedades de la época fueron el Museo de la Primera Guerra Mundial, con trincheras a escala natural. Brotons añade: "Y la presencia de tribus africanas para amenizar el parque, que, aunque suene increíble, era algo común a principios de siglo". En los 30 se apostó por aumentar la colección de autómatas, que enamoraron al mismísimo Walt Disney, y que aún pueden visitarse en el museo del parque. "Recuerdo con especial cariño a la Moños", dice Rubió. "Una autómata hecha a imagen y semejanza de una famosa prostituta de la Rambla", remata Ortiz.

En el año 2000, el ayuntamiento compró el parque de atracciones más antiguo de España. "Nuestra gestión se basa en la escucha activa de todas las sugerencias de nuestros clientes y esto crea un vínculo emocional", afirma la directora. Todo el mundo se siente parte de la historia del Tibidabo y eso asegura su futuro. Ahora la magia del parque es que es de todos.