Un vecino de Sarrià-Sant Gervasi

Arcadi Oliveres: "En parte le debo la vida al patrón de Sarrià, Sant Vicenç"

Quien presidió Justícia i Pau durante 13 años tiene en el barrio de Sarrià recuerdos de niño y de joven, y 34 años de vivencias como vecino, ya en la madurez. En la actualidad, Arcadi Oliveres vive fuera de Barcelona, pero Sarrià es aún para él un punto de anclaje con la ciudad.

Major de Sarrià, 35 Conversaciones en el rellano«DE PIE MANTUVÉ LARGUÍSIMAS CHARLAS CON PORTER, QUE FUE RECTOR DE LA UNIVERSITAT CATALANA D'ESTIU DE PRADA DE CONFLENT», REMEMORA.

Major de Sarrià, 35 Conversaciones en el rellano«DE PIE MANTUVÉ LARGUÍSIMAS CHARLAS CON PORTER, QUE FUE RECTOR DE LA UNIVERSITAT CATALANA D'ESTIU DE PRADA DE CONFLENT», REMEMORA.

CARME ESCALES / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Vivir en una finca sin ascensor puede propiciar más momentos en la escalera para topar con el vecino. Limitarse a saludarlo sería la opción más convencional, pero no precisamente la elegida por Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945) cuando se encontraba en el portal al historiador, catedrático y crítico de cine, Miquel Porter, quien también fue miembro de Els setge jutges, impulsores del movimiento de la Nova Cançó.

Oliveres no perdía ocasión para escuchar y aprender de aquel sabio vecino «con el que, menos de fútbol, podía hablar de todos los temas», recuerda el economista y profesor en las facultades de Derecho y Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona. «En nuestra misma finca de Major de Sarrià teníamos un vecino que subía las escaleras con dificultad y tenía a su esposa inválida en casa», relata Oliveres. «Durante mucho tiempo, le estuvo pidiendo al propietario de la finca que pusiera un ascensor, pero el dueño no accedía a instalarlo»,  prosigue. «Solo al final, el amo le concedió, tal como también había solicitado el vecino, disponer de un taburete, cada dos plantas, para poder reposar un poco de su esfuerzo de subida y bajada de la escalera comunitaria. Hasta que un día, un chico, vecino nuestro también, encontró al señor mayor, sin vida, sentado en uno de aquellos taburetes en el rellano», explica Oliveres.

La ética como camino

El rescate en su memoria del triste episodio, ilustra bien la sensibilidad del que fuera presidente de Justícia i Pau durante 13 años -tres mandatos-. Sus claras explicaciones de Economía, materia en la que se doctoró en la Universitat de Barcelona, desnudan a las compañías multinacionales ante la pobreza mundial. Oliveres ha estado en primera línea de movilizaciones de la ciudadanía para expresar su posición en temas como la constitución de la asociación de vecinos del Eixample Esquerra, la OTAN, el 0,7%, las campañas de apoyo a los inmigrantes sin papeles o la deuda externa.

Desde el 2013, ha liderado, junto a Teresa Forcades la plataforma del Procés Constituent que defiende la libertad de expresión de las voluntades de la ciudadanía de Catalunya sobre su futuro.

Precisamente, fue en Sarrià donde Oliveres vivió una de sus primeras implicaciones sociales en primera persona. Fue el 9 de marzo de 1966 cuando se disponía a participar, junto a otros estudiantes, en la constitución de los estatutos de un sindicato estudiantil desvinculado del poder franquista y la policía, para evitarlo, cercó el convento de los hermanos Caputxins de Sarrià que les habían prestado su hogar para poder celebrar la asamblea. «Fue gracias al provincial de los Caputxins, Joan Botam, que pudimos reunirnos». El asedio, que pasó a la historia como La Caputxinada, duró tres días.

Vínculo familiar con Sarrià

De pequeño, y hasta que se casó, Arcadi Oliveres vivió en el Eixample Esquerre, en la calle de Villarroel por debajo de la Gran Vía. «A Sarrià veníamos a ver a mis abuelos maternos, que vivían en una casa en la calle de Jaume Piquet, muy cerca del antiguo cine Breton, cuyo rótulo todavía se puede ver en la fachada», dice Oliveres. «Yo, en parte le debo la vida a Sant Vicenç, patrón de Sarrià, porque mis padres se casaron en su iglesia», comenta el ahora residente en una casita entre Sant Cugat de Vallès y Mirasol.

«Era la casa, una barraquita, que mi abuelo paterno había comprado para la familia y donde yo pasé todos los veranos de mi vida», explica Oliveres. Allí se mudó a vivir, con su esposa, hace una decena de años. Pero Sarrià siempre será, para la pareja, el barrio en el que se independizaron. «Primero estuvimos en un piso en una zona más nueva del distrito, que contrasta con el núcleo antiguo de Sarrià donde vivimos después», declara. «Para hacer  vida de barrio, Sarrià estaba muy bien. Y todavía hoy me encuentro a mucha gente a la que saludar en sus calles», afirma.

Añade que uno los espacios que más frecuenta es  la cafetería del Centre Cultural Orlandai, a la salida de la estación de los Ferrocarrils. «Siempre que es posible quedo aquí por la comodidad de bajar del tren y tenerlo al lado», justifica Oliveres.  Próximamente, una escultura en el patio recordará a su hijo Marcel, fallecido en el 2011 a causa de un cáncer cuando aún no había cumplido los 30 años. Fue uno de los impulsores de La festa dels balcons de la Fiesta Mayor de Sarrià, que consiste en organizar actos culturales en balcones del barrio. Marcel Oliveres también se opuso como activo exalumno de la Escola Orlandai a que la torre que albergaba esta escuela cooperativa de padres fuera derribada por la constructora Núñez y Navarro.