UNA HISTORIA DE SANTS-MONTJUÏC

Los jardines de la Font del Gat

Los jardines de Laribal, los más antiguos de Montjuïc, albergan el surtidor que dio nombre a la popular canción 'Marieta de l'ull viu'

Una de las fuentes de los jardines de Laribal, en Montjuïc, ayer.

Una de las fuentes de los jardines de Laribal, en Montjuïc, ayer.

ANNA ROCASALVA / BARCELONA

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La canción Marieta de l'ull viu, que relata el romántico encuentro entre una joven y un soldado en la Font del Gat, forma parte de la cultura popular catalana. "Fue escrita y compuesta por el periodista Josep Amich y el músico Joan Viladomat", explica el historiador Oriol Granados. Los dos eran iconos del Paral·lel de los años 20, cuya avenida está a pocos minutos a pie de la auténtica Font del Gat, en los jardines de Laribal de Montjuïc, "donde las clases populares iban a merendar y a disfrutar del agua de sus fuentes", agrega el historiador.

Ubicado en el paseo de Santa Madrona, 2, el jardín debe su nombre al antiguo propietario del terreno, Josep Laribal, director del periódico republicano El Diluvio, y cuya finca compró el Ayuntamiento de Barcelona en 1908, tras la muerte del periodista. Viendo el éxito de la Exposición Universal, la burguesía catalana quería impulsar la Exposición Internacional de 1929 en Montjuïc, "así que el ayuntamiento declaró de utilidad pública los terrenos privados, adquiriendo 118 hectáreas de la montaña", comenta Granados.

Obra de Forestier

En 1915, se encargó el proyecto de ajardinamiento al arquitecto paisajista Nicolás Forestier, responsable del parque de María Luisa de Sevilla. "Forestier realizó un trabajo magnífico unificando los casi 32 metros de desnivel del terreno de Laribal a base de caminos, escaleras, pérgolas y placitas", explica el exdirector del Centre Gestor del Parc de Montjuïc, Antoni Falcón. El resultado es un acogedor parque novecentista con influencias neoárabes. "Un homenaje al jardín mediterráneo de los perfumes, con sus flores de azahar, rosales, jazmines y gardenias", describe Falcón.

La sensibilidad de Forestier también se refleja en el uso y la disposición de los materiales, como la escalinata del generalife, con sus pasamanos por donde corre el agua; y el respeto por la naturaleza autóctona, como el olivo centenario que crece al pie de otras escaleras "que el paisajista mantuvo como homenaje al árbol", dice Falcón.

Pero el proyecto no fue del agrado de todos. "El dictador Primo de Rivera tenía una fuerte francofobia y paralizó el proyecto, también para reprimir, de alguna forma, el movimiento catalanista de la época", comenta Granados. Forestier tuvo que regresar a Francia pero le pasó las directrices a su compañero y director de Parques y Jardines de Barcelona, Nicolau Maria Rubió i Tudurí, que completó la actuación en Montjuïc.

Desde 1922

El actual jardín abrió sus puertas en 1922 convirtiéndose en una de las obras permanentes de la Exposición Internacional, "igual que el hermoso restaurante de la Font del Gat de Puig i Cadafalch", explica Granados. "Los jardines de Laribal fueron hechos con mucha poesía y permiten atravesar el túnel del tiempo -concluye Falcón-. Por eso, la restauración que hicimos en el 2000 fue muy purista y fidedigna a la original".