Aislados en los bloques

El envejecido barrio de Can Clos logra una subvención extraordinara para instalar ascensores que permitan a sus mayores salir más a la calle. La ayuda llega tras 30 años de reivindicaciones

Bloques de Can Clos. Los que aparecen a la izquierda y en el centro, los más antiguos, carecen de ascensor.

Bloques de Can Clos. Los que aparecen a la izquierda y en el centro, los más antiguos, carecen de ascensor.

LUIS BENAVIDES / BARCELONA

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Tener más de 70 años y vivir en un tercer o cuarto piso sin ascensor es un problema muy extendido en la humilde y envejecida barriada de Can Clos, situada en la falda oeste de Montjuïc. "Nos apañamos como podemos. Cuando venimos de hacer la compra, primero subo algunas bolsas para aligerar peso y luego el carrito con ayuda de mi mujer", explica con resignación Plácido Montilla, de 77 años. "Conozco el caso de tres mujeres mayores que pueden estar varias semanas sin bajar a la calle porque no tienen ascensor. Y seguro que hay muchos más casos en el barrio", añade.

Los primeros cinco bloques se construyeron a toda prisa en 1952 con motivo del XXXV Congreso Eucarístico Internacional en Barcelona para alojar a los inquilinos de las barracas esparcidas por la ciudad. "Entonces éramos jóvenes y la falta de ascensores no nos preocupaba, pero ahora nos encantaría tener uno. Nos cambiaría la vida", cuenta Montilla, quien llegó a Can Clos con 27 años procedente de las barracas de Montjuïc.

Después de casi tres décadas denunciando este problema, la Associació de Veïns de Can Clos celebra ahora la aportación de 75.000 euros por parte del Distrito de Sants-Montjuïc para instalar de ascensores.

SUBVENCIÓN EXTRAORDINARIA

La aportación económica del Distrito permitirá que las subvenciones del Consorci de l'Habitatge de Barcelona para instalar ascensores en las 11 escaleras de Can Clos (las únicas que no tienen) puedan alcanzar hasta el 75% del coste de su instalación. "Las subvenciones que otorga habitualmente el Ayuntamiento para la colocación de ascensores en las fincas de vecinos es del 50%", subrayan fuentes municipales.

Por ahora, cinco de las 11 escaleras han presentado en la Oficina de l'Habitatge de Sants-Montjuïc (Antoni Capmany, 23) los papeles necesarios para poner en marcha unas  obras que pueden costar unos 2.500 euros por vivienda (ya descontada la subvención). "Lo más complicado es que los vecinos de escalera se pongan de acuerdo en la fórmula para pagar:  a partes iguales o por porcentaje según la altura", cuenta Guillermo Sáez, presidente de la asociación de vecinos. Algunos, continúa Sáez, no pueden pagar ni el 25% restante. "En algunos pisos viven con 400 euros al mes. Prefieren no tener ascensor y poder comer", cuenta el presidente de la entidad vecinal.

En algunas escaleras, el acuerdo es tremendamente complicado. Algunos vecinos no están dispuestos a pagar los ascensores. Es el caso de José Asensi, de 65 años y propietario de un piso en la calle de Diligències.  "Son edificios construidos por el Ayuntamiento, protegidos, y están obligados a poner ascensor porque tienen más de cuatro plantas", afirma Asensi.

GRAN FAMILIA

La solidaridad ha contrarrestado el peligroso aislamiento de los más mayores. "Aquí todos nos conocemos. Si se sabe que alguien no puede bajar, se le pregunta si necesita algo del mercado para subírselo", cuenta Sergio Roca, de 28 años, quien echa de menos una mayor variedad de establecimientos en el barrio. "Aquí solo hay tres bares, una farmacia y un pequeño colmado sin productos frescos", añade el joven.

"Un nuevo centro cívico en condiciones inyectaría mucha vida al barrio y mejoraría la calidad de vida de sus vecinos", cuenta el presidente de la entidad vecinal.