un vecino llamado... Xavi Calero

«Conocí la rumba en Hostafrancs, una de sus cunas»

<b>Xavi Calero, cantante y músico de Los Manolos </b>se conoce la Font de la Guatlla como la palma de su mano. Ha vivido siempre entre este barrio y el vecino Hostafrancs, donde nació el grupo de rumba catalana que puso a bailar a todo el estadio olímpico una noche de agosto.

CARME ESCALES
BARCELONA

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Pisos pequeños y una montaña coronada por un castillo hicieron de la calle el espacio de juego para niños y niñas de la Font de la Guatlla, el barrio en el que nació Xavi Calero. «Nos lo pasábamos pipa. Éramos verdaderos niños de la calle, porque en ella estábamos todo nuestro tiempo libre», recuerda el compositor, cantante y guitarra de Los Manolos.

En la falda de Montjuïc, y desde la calle de Morabos en la que vivía, emprendía diariamente una nueva aventura. Las rodillas peladas de Calero eran el resultado de la imaginación que ponía en los juegos. «Inventábamos historias de piratas, alrededor de aquel castillo que para nosotros tenía un aire de misterio que nos fascinaba. Éramos ocho o diez amigos. Nos metíamos por todas partes», explica el vecino. «Incluso, nos habíamos colado, de noche, en el circuito de carreras de motos de las 24 horas de Montjuïc. Salíamos a tirar la basura y saltábamos la valla, en pijama», rememora.

Pasado y presente

«Solíamos jugar siempre junto al castillo, ignorando todo lo que había pasado allí 20 años atrás», puntualiza. «En casa nunca hablaban de la guerra. Nadie en el barrio explicaba nada», dice Calero. «Con el tiempo, fuimos sabiendo de vecinos que habían sido prisioneros en el castillo de Montjuïc y de otros que habían muerto allí.  Entonces, puedes entender que la generación de nuestros padres no quisiera hablar de ello, por miedo o por sus ganas de olvidar», reflexiona.

Los padres de Xavi Calero habían llegado a Barcelona en los años 40, desde un pueblo de la Mancha. «A mi abuelo materno, que era de la UGT en su pueblo de Manzanares, lo fusilaron, pero mi abuela nunca nos lo dijo. Yo he conocido la historia del consejo de guerra que le hicieron, recientemente, porque recibimos una carta de los socialistas que nos preguntaban si queríamos que se pusiera el nombre de nuestro abuelo en el lugar de la fosa común donde fue enterrado», explica.

«¿De qué sirve ahora conocer todo aquello? Justicia ya no se puede hacer, pero al menos, nos sirve para entender algo más de nuestro pasado». Son reflexiones de Xavi Calero, junto al castillo en el que, entre otros entretenimientos, se divertía con su pandilla buscando balas en los muros de la fortificación.

«Independientemente de su historia, hoy, gracias a la recuperación de todo este espacio y su entorno para la ciudad, ha dejado de ser un lugar siniestro», declara el músico, que hace tres años actuó durante la celebración de las Nits blanques de Montjuïc, conciertos al aire libre, en la explanada donde Calero había judado en su infancia.

Hoy, la fortificación y otros lugares de la montaña de Montjuïc siguen formando parte de su vida diaria, pero ahora disfrutada en familia. «Está muy bien recuperar la cultura del parque. Muchas veces, con otras familias, venimos al Joan Brossa a celebrar cumpleaños», explica el músico que, antes de darse a conocer con Los Manolos y la canción del verano de 1991, All my loving, estudió Periodismo.

La rumba y el éxito

Aquella cultura de calle que abrigó la infancia y juventud de Xavi Calero acabó por compactar a 10 amigos de Hostafrancs que, en las plazas y calles del barrio siempre oyeron sonar la rumba. «Yo conocí este estilo musical, uno de los nacidos en Europa, aquí en  Hostafrancs, que es una de las cunas de la rumba junto con el Raval y Gràcia», declara el componente de Los Manolos.

En el grupo actual, que acaba de grabar un disco recopilatorio de éxitos, con la colaboración de Peret, el Sevilla (Mojínos Escozíos), Victoria Abril y Marina, de Ojos de Brujo, hay tres miembros del grupo original que conocimos en los 90. «Después de disolver Los Manolos, en el 2004, refundamos la banda tres de los antiguos componentes y cuatro músicos más», puntualiza Xavi Calero.

Antes, en el 2002, el décimo aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona, había vuelto a reunir a Los Manolos que actuaron en el estadio olímpico para rememorar aquel histórico momento. «Tras el éxito del verano anterior con nuestro primer disco, estábamos en una nube, y al año siguiente, pudimos actuar en la clausura de los juegos. Nos tocó a nosotros», dice. «Era la época dorada de las discográficas. Confluyeron la euforia por los juegos y las ganas de fiesta. Creíamos que como ciudad habíamos llegado a alguna parte. Lástima que no hayamos sabido darle continuidad a aquella fuerza», expresa.

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