Historias de superación

Las vidas tras el kárate transformador de Santa Coloma: "Soy una persona nueva"

Tres alumnos del cinturón negro Lee Redondo explican a EL PERIÓDICO su experiencia en primera persona en el proyecto deportivo de la ciudad catalana

Nabila Boussouf, alumna del proyecto de kárate transformador de Santa Coloma de Gramenet.

Nabila Boussouf, alumna del proyecto de kárate transformador de Santa Coloma de Gramenet. / Elisenda Pons

Marina León

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El proyecto 'Kárate Kyokushin' de Santa Coloma de Gramenet lleva más de una década dando oportunidades a chicos en riesgo de exclusión social de las ciudades ubicadas en la periferia de Barcelona. Ahora, el proyecto da el salto a la Fundació Esportiva Grama, entidad deportiva de referencia metropolitana. Estas tres historias de superación ponen cara y ojos a las vidas que dignifica el maestro cinturón negro Lee Redondo a través del kárate colomense.

Faysal Boujghal (29 años, Santa Coloma)

Faysal es uno de los veteranos que conocieron al senpai Lee Redondo en la Biblioteca de Can Peixauet. "Yo pensé: 'Que me enseñe kárate, así me pongo más fuerte y hago cosas peores'”, explica Boujghal. Aunque para 'Tito', el nombre por el que lo conocen en la ciudad y el cual le recuerda que hubo una tiempo en que se “buscaba la vida en la calle”, el kárate le hizo nacer de nuevo.

En casa pasaban una “mala racha”: varios desahucios habían dejado a 'Tito' sin la atención de adultos que le dijesen que el camino por el que iba le “arruinaría la vida”. Ese alguien fue para Faysal Lee Redondo.

“El kárate ahora es mi estilo de vida: gracias a él estoy donde estoy”, dice el karateka, que recuerda la figura del senpai como la de un padre. “Hizo un papel muy importante en mi vida, el que no supieron hacer mis padres”, explica recordando entre risas al Faysal que creía que el kárate lo ayudaría a seguir delinquiendo.

"Hablando mal, mandaría a tomar por culo a aquel Faysal; ahora puedo ir con la cabeza bien alta por Santa Coloma: me he hecho querer”, argumenta el chico. El karateka, actualmente campeón de la Spanish Cup IKO Spain, todavía siente que no “ha devuelto” todo lo que el kárate le ha dado y, sobre todo, el voto de confianza que le dio Redondo y lo cambió para siempre: “Gracias al kárate estoy aquí; si no, estaría muerto o en la cárcel”.

Faysal Boujghal, alias 'Tito', uno de los alumnos del kárate inclusivo de Santa Coloma.

Faysal Boujghal, alias 'Tito', uno de los alumnos del kárate inclusivo de Santa Coloma. / Elisenda Pons

Steven Buitrago (19 años, Badalona)

Alguien que coincide con Faysal en que el kárate le ha salvado la vida es Steven Buitrago. Hace cuatro años que llegó solo a España desde Bogotá (Colombia), para vivir con su tía, la misma que lo ayudó presentándole el Kárate Kyokushin.

“Llegué aquí muy subido; no hacía más que meterme en problemas: ni estudiaba, ni trabajaba, ni hacía nada”, explica Buitrago. Fue el deporte el que “me enseñó a ser humilde, a tener disciplina y objetivos en la vida”.

“No tengo papeles, es muy complicado que alguien confíe en mí para trabajar y la burocracia va muy lenta”, se lamenta Buitrago, para quien el kárate es su única seguridad: “No sé qué haré mañana, si habré encontrado trabajo o ya tendré papeles, pero el kárate siempre estará en mi vida”.

Steven Buitrago, integrante del 'Kárate Kyokushin' de Santa Coloma.

Steven Buitrago, integrante del 'Kárate Kyokushin' de Santa Coloma. / Elisenda Pons

Nabila Boussouf (45 años, Santa Coloma)

Nabila Boussouf también conoció a Lee Redondo en la biblioteca, durante los primeros años del proyecto. Daba clases de informática allí y ya hace casi una década que es la ‘madre’ de sus compañeros karatekas.

Así recuerda sus primeros años: “Estaba muy mal; había pasado por un divorcio muy feo y tenía muchos problemas”. Ahora, gracias al deporte, es “una persona nueva”.

“En Marruecos no podía hacer kárate; lo hacía como podía en la calle porque somos muchos hermanos y mis padres no tenían dinero. Ahora soy feliz gracias a él”, cuenta. Nabila concluye con algo que se repite en el tatami del polideportivo donde entrenan con Redondo: “Estoy viva gracias al kárate; venir aquí y ver a mis compañeros, hacer kárate me ha salvado”

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