Santa Coloma tiene una enorme masa de agua termal en el subsuelo

El ayuntamiento estudia generar energía para edificios o construir un balneario en la ciudad

CARLES COLS / SANTA COLOMA

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Santa Coloma de Gramenet (120.000 habitantes en apenas siete kilómetros cuadrados) se asienta sobre un yacimiento gigante de agua termal. Caldes de Gramenet. La broma ya corría de boca en boca en una expedición que la madrugada del viernes ha organizado el ayuntamiento de la ciudad al subsuelo del barrio del Fondo para dar detalles del descubrimiento y, sobre todo, para anunciar que estudiará cómo sacar partido de este tesoro. Lo casi seguro será aprovechar esa enorme fuente de calor para suministrar calefacción y refrigeración a los edificios municipales de la ciudad. Lo más incierto pero no inviable sería explotar esas aguas subterráneas para, en superficie, levantar unas termas, un 'hamman', un balneario… el nombre tanto da. Ya se verá. La cuestión es que de madrugada, a unos 50 metros de profundidad, Núria Parlon, la alcadesa, sonreía por lo que es sin duda todo un golpe de suerte para la ciudad.

Que bajo Santa Coloma había agua termal se sabía desde el 2004. Durante las obras de construcción de la línea L-9 del metro ya brotó inoportunamente agua y vapor en el tramo comprendido entre las estaciones de Santa Rosa, Fondo y Esglèsia Major. Se consideró un contratiempo y nada más, una anécdota de los trabajos. Pero en el año 2012, durante las obras de construcción del nuevo mercado y de la biblioteca del barrio del Fondo, aquel episodio salió en mitad de una conversación informal. Fue una especie de “y si…”. Fue así como con la ayuda del Consorci del Besòs se encargó un análisis exhaustivo al profesor del departamento de Geociencias de la Universitat de Barcelona Enric Vázquez-Suñe. En su currículum ya destaca el trabajo que realizó en las ‘catacumbas’ de la Sagrada Família cuando se perforó el túnel del AVE, en su día una polémica de tomo y lomo, pero lo de ahora en Santa Coloma ha sido para él mucho más excitante. Si fuera arqueólogo, sería como si hubiera dado con la tumba de Alejandro Magno.

CAUDAL SORPRENDENTE

Durante semanas ha recorrido de madrugada los túneles del metro con una cámara térmica en mano. Aunque las paredes fueron en su día bien selladas con hormigón, en algunas zonas la pantalla se vuelve loca. Lo que debería ser azul se torna anaranjado. Ahí hay algo. El agua, además, es tozuda y en algunos puntos logra traspasar la estructura. Sin embargo, el clímax de la exploración, la prueba del nueve de que a Santa Coloma le ha tocado la lotería, ocurrió en superficie, en la calle de Verdi, justo al lado de la boca de metro de Fondo. Un grupo de especialistas perforó un estrecho pozo de 120 metros de profundidad. Lo siguiente fue inyectar aire para descubrir si brotaba agua. Hay que imaginar aquel instante como un retrato de la impaciencia. El sorpresón fue mayúsculo. Comenzó a manar agua, 30.000 litros por hora, y vapor. Tal vez no tuvo la épica de cuando James Dean da con el petróleo en ‘Gigante’, pero el momento tuvo su qué. Aquello era más de lo previsto y hubo que buscar ayuda con rapidez para taponar el pozo.

Conviene aclarar cuanto antes, eso sí, que en el subsuelo de Santa Coloma no hay una gigantesca bolsa de agua, como un lago subterráneo. Aquella es una zona granítica formada en el paleozoico, es decir, como mínimo hace 230 millones de años. Su singularidad es que es permaable, por fracturas en la roca, de modo que las corrientes de aguas subterráneas de la Tierra tienen justo allí una oportunidad de ascender, y calientes. En el pozo de Verdi, a 120 metros de profundidad, la temperatura es de 60 grados, suficiente como para comenzar a planificar su explotación económica.

MILES DE AÑOS DORMIDAS

Todo ha sido tan reciente y precipitado que aún no se ha realizado una análitica del agua. Vázquez-Suñé no espera grandes sorpresas. No son aguas sulfurosas, eso seguro. El olfato no las delata. Tal vez no sea potable, o sí, ya se verá, pero muy difícilmente será toxica. En cualquier caso, han estado allí miles de años dormidas. Con anterioridad a las obras del metro, nada se sabía de ellas.

Los próximos pasos están ya decididos. Se han solicitado los permisos necesarios a la Direcció General de Energia i Mines de la Generalitat para perforar tres pozos más, con la intención de alcanzar los 200 metros de profundidad. La sospecha es que el caudal disponible es, a escala humana, inagotable. Se trata de confirmar esa tesis, explica el geólogo. Después será la hora de los planes.

Santa Coloma tiene, para esa siguiente fase, un referente cercano, el de Barcelona. La capital catalana no tiene un manantial termal, pero sí una red de calefacción pública en más de medio centenar de edificios del distrito 22@ que funciona gracias al calor que genera la planta de tratamiento de residuos del Fòrum. Según la alcaldesa, con fondos europeos y con cualquier otra vía de subvención alternativa, el ayuntamiento debería poner en marcha una infraestructura de este tipo cara al próximo mandato.

La hipótesis del balneario termal es más vaporosa. A lo mejor parece chocante en la Santa Coloma de hoy, pero hace medio siglo, cuando solo era un pueblecito, aquello era un estupendo lugar de vacaciones de familias bien de la burguesía catalana. Qué distintas habrían sido las cosas si el yacimiento se hubiera descubierto entonces...