Cien años de libros

El Sant Jordi recoleto de la centenaria librería Pompeya

La pequeña librería de la calle Cardenal Casañas ha cumplido un siglo de vida sin que nadie en la ciudad se enterara demasiado

Librería Pompeya en Sant Jordi 2022

Librería Pompeya en Sant Jordi 2022 / Jordi Otix

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Existen en Barcelona tres librerías centenarias. La Fabre, especializada en títulos infantiles en alemán y en juguetes centroeuropeos de aire artesanal, fundada en 1860 y que en 2015 abandonó su emplazamiento original en la Rambla de Catalunya para trasladarse a la calle Aribau; la Quera, nacida en 1916 en un local de la calle Petritxol en el que hoy los libros de montaña y viajes conviven con un espacio gastronómico, y la Pompeya, la última en cumplir el siglo, un hito extraordinario y merecedor de homenajes que alcanzó hace poco más de un mes sin que nadie en la ciudad se enterara demasiado.

La Llibreria Pompeya (así figura en el rótulo) abrió sus puertas en marzo de 1922 en el número 5 de la calle Cardenal Casañas, a un paso del Pla de la Boqueria. “Sé que fue antes de Sant Josep, pero no el día exacto”, confiesa la afable Maria Montserrat Martí Guadall, que desde hace casi 50 años trabaja en el comercio que su abuelo materno, Joan Guadall, fundó después de abandonar su empleo como comercial de Seix Barral, que por entonces era una empresa de artes gráficas. A Maria Montserrat la ayuda su sobrino Ricard, la única persona que hoy por hoy puede garantizar la continuidad familiar. “Parece que quiere seguir con el negocio”, apunta la propietaria con indisimulada satisfacción.

Una fiesta sin agobios

En la centenaria Pompeya se vive un Sant Jordi recoleto, de proximidad. No hay tenderete en el exterior y las dimensiones de la tienda -la superficie útil es de poco más de 50 metros cuadrados (todos los libros están en estanterías, ordenados por editoriales)- no permiten congregar a más de siete u ocho personas al mismo tiempo. “La gente del barrio que no tiene ganas de cambiar de ambiente ni de hacer colas nos pide durante la semana los títulos que quiere y viene el día de Sant Jordi a buscarlos. Tenemos bastante más actividad que un día normal, pero sin agobios”.

Sant Jordi en la Llibreria Pompeya, vista exterior.

Sant Jordi en la Llibreria Pompeya, vista exterior. / Jordi Otix

No siempre ha sido así. En 1931, la librería se amplió con un nuevo espacio que le brindó la posibilidad de abrir otra entrada en el número 84 de las Rambles. De este modo, años después, pudieron tener parada propia en el principal bulevar barcelonés cada 23 de abril. “Nos juntábamos mi padre, mi madre, dos hermanos que ya no están, otros familiares y yo, y, además de vender libros, hacíamos una gran fiesta, comíamos juntos… Era un día muy bonito. Pero empezaron a faltar, nos fuimos quedando solos, había que contratar gente y ya no salía a cuenta”. La ampliación se cerró en 1984 y la tienda volvió a su tamaño original.

Bares y suvenires

En todos estos años, la humilde Pompeya ha sobrevivido a todo tipo de vicisitudes, desde una guerra civil hasta la apertura en 1975, a muy pocos metros, de la mucho más espaciosa librería Documenta, hoy reubicada en la calle Pau Claris. Todo un ejemplo de resistencia que Maria Montserrat Martí ve más amenazado que nunca por la implacable turistificación del Barri Gòtic. “El tejido comercial de esta zona está en proceso de extinción. Aquí solo quedarán bares, restaurantes y tiendas de suvenires”.

Una tienda de suvenires es, justamente, lo que hoy ocupa el número 84 de las Rambles, donde antes estaba uno de los accesos a la librería. Un letrero indica que en el bazar, quizá como una reminiscencia de aquellos tiempos pompeyanos, “si parla italiano”. Es un bonito detalle.

Suscríbete para seguir leyendo