Opinión | Papel mojado

Miqui Otero

Miqui Otero

Escritor

¿Recuerdas cuando granizó en abril?

No se buscaron planes B para Sant Jordi, como sí se hace con las bodas o las fiestas

Barcelona 23/04/2022 Icult Ambiente Sant Jordi la Rambla AUTOR: JORDI OTIX

Barcelona 23/04/2022 Icult Ambiente Sant Jordi la Rambla AUTOR: JORDI OTIX / Jordi Otix

¿Te acuerdas de cuando granizó aquel Sant Jordi de 2022? ¿Lo recuerdas?

Yo firmaba a media mañana en la plaza Reial y el viento venía preñado de promesas de ventas, brindis de quintos y revuelo de besos sin mascarilla. La gente tenía muchas ganas, aquel día. El caso es que durante la pandemia (porque recuerdas la pandemia, ¿no? Sí, la primera, exacto) se había dicho mucho aquello de "sortirem millors". El caso es que no salimos mejores, pero mucha gente retomó el hábito de leer. Durante los confinamientos (¿te acuerdas de que llegamos a fregar tomates y bolsas de pasta con un paño húmedo de lejía?) todo el mundo puso Netflix (Netflix, sí, hombre, aquella plataforma donde la gente pasaba más tiempo decidiendo qué poner que viéndolo), pero luego muchos se cansaron y volvieron a leer.

El Sant Jordi anterior ya había sido como la gran primera fiesta después del túnel pandémico. Y el del año 22 prometía acabar en 'after'.

Durante la semana se había hablado mucho de que quizás llovería. Pero en realidad nadie se lo acababa de creer, porque la lluvia en Sant Jordi es como ese amigo que siempre dice que vendrá a la fiesta pero no aparece. Así que no se buscaron planes B, como sí se hace con las bodas o las fiestas. Demasiada fe, a veces.

El día amaneció con el típico cielo Tupperware, una bóveda gris y húmeda. Pero pronto parecía que abría y que, una vez más, no había nada que temer. Incluso Rafa pasó para darme una lata de Estrella Galicia, mientras firmaba un libro a una pareja gallega. Aproveché para recitar el texto de las etiquetas de los botellines, memorizado a los 16, cuando también me aprendí un fragmento muy pedante de 'Rayuela'.

Vinieron muchos lectores y me explicaron qué sentían y todos hacíamos ver como que no llovería. Cuando puse mi autógrafo en el último ejemplar, empezó a granizar. Fue algo extraño. Si hubieran llovido ranas o langostas no lo habría sido más. Cinco minutos antes hacía el calor del Edén. De repente, aquello parecía el Eclesiastés.

Me metí en los soportales. Y luego, quizás porque granizaba, en el Glaciar, con Txell. Había sido una pequeña broma de ese guionista cada vez más experimental que teclea en las alturas. Otros decían algo del cambio climático. El caso es que, media hora después, volvió a granizar. Y hora y media después, lo hizo de nuevo. Y entonces algunos toldos volaron y el papel (el papel, sí, aún lo usamos) se mojó ondulándose en olas matutano.

Hay quien aún habla de la nevada de 1962. Pero, ¿recuerdas aquel Sant Jordi?

Sí, parece que fue ayer.

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