UNA 'DIADA' ATÍPICA

La conjura del Sant Jordi de julio

Autores, libreros y lectores unen esfuerzos para sostener la tradición de una fiesta desnaturalizada por la pandemia

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Víctor Vargas Llamas

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La nueva realidad también era esto. El impacto de la pandemia de coronavirus da hasta para un giro inesperado de la leyenda de Sant Jordi, transformándola en un ‘remake’ salpicado de contemporaneidad, con la bestia redimensionada en la fatalidad de un virus y con los escritores que dignifican la tradición abocados a salvarla encarnando el papel de héroes por accidente. La deconstrucción es tan voluble que ni respeta el rigor del santoral y empuja al ostracismo a Santa Brígida de Suecia, que ve cómo el mediático guerrero 'okupa' su casilla en el calendario. Y lo que siempre fue un festejo sin discusión se asomaba este jueves con un poso de adversidad que amenazaba con diluir su auténtica esencia.

Cuesta empaparse de Sant Jordi en plena canícula de julio, como ha pensado <strong>Núria Pradas</strong> al bajarse del tren a primerísima hora de la mañana y echar tan en falta el trasiego de tenderetes de libros y rosas que tradicionalmente salpican el centro de Barcelona cada 23 de abril. La flamante ganadora del Ramon Llull acude puntual a la cita de ver la ciudad "vestirse de Sant Jordi", pero este año le ha impactado encontrarla tan desnuda. Más arropada se ha sentido al coincidir con la camarilla de colegas en el habitual almuerzo previo al maratón de firmas de cada año que organiza Edicions 62. Allí estaban Enric Calpena, Laia Aguilar, Xavier Bosch, Gemma Ruiz y Laia AguilarXavier BoschPilar RaholaTambién Care Santos, que se ha negado a despojarse de aquellas tradiciones que no atentaran con los protocolos de seguridad. Por eso ha renovado su ilusión, estrenado pluma y ha "abandonado" uno de sus libros en un espacio aleatorio de la ciudad, como hace cada año.

A Santos la pandemia le obligó a deshacer el camino de su última obra, 'Seguiré els tus passos', cuya presentación estaba prevista el 17 de marzo. Un revés tan imprevisto como necesario, a diferencia, a su entender, de las últimas  anulaciones adoptadas por las autoridades, cuya "descoordinación" está haciendo "mucho daño" a una industria editorial para la que reclama más empatía institucional. Nadie es ajeno a las adversidades que acarrea un año tan anómalo, pero el instinto de muchos creadores busca el lado positivo de esta crisis. Lo encuentra Pradas, para quien la suspensión del acto de paseo de Gràcia y otros eventos culturales no es "demasiado justa", pero prefiere quedarse con un acto de introspección y loa "la comunión" que hubo en el gremio durante los momentos de mayor incertidumbre durante el estado de alarma. "Compartimos, inquietudes, sensaciones e iniciativas. Hemos sido un equipo, más que nunca, y espero que así continúe", describe.

Apoyo abrumador

El protocolo de esta singular celebración ha derivado en prácticas más propias de otras profesiones, como la de firmar libros incluso con cita previa. Así lo ha hecho Stefanie Kremser en la librería Documenta, donde ha departido con sus lectores con más margen del habitual. Tiempo para 'feedback' presencial, el del Sant Jordi de toda la vida. Tiempo también para deseos. "Si esta rareza nos demuestra que la 'diada' puede ser en julio, será que bien puede ser todas las semanas del año", razona la autora de 'Si esta calle fuera mía'. Puede que no ande tan desencaminada. La librera Nura Nieto subraya la abrumadora reacción de la clientela durante la pandemia y sonríe viendo que "la familia" de Documenta tampoco hoy ha faltado a la cita. Algunos pasillos del local andan especialmente concurridos.

Ante tanta competencia, Lluís-Anton Baulenas se ha tenido que esforzar y agudizar el ingenio, citando a Cortázar y a ‘Rayuela’ en una alocución para desentrañar los intríngulis de ‘Los caminos de Rut’. Incluso ha entonado una canción en francés, no sin antes disculparse, demostrando que su mantra de "resistencia del teatro y la novela" en estos tiempos tan duros no es mera palabrería. Su espíritu irreductible se cobra una nueva lectora interesada que iguala el saldo de periodistas presentes. 

Búnkers literarios

Otro búnker literario en esta 'diada' atípica se encuentra en la librería Jaimes, que desembarca sus tenderetes en la acera y gana ambiente con la colindante parada de rosas de los Navarro, una de las escasísimas que se ven en Barcelona, y que ha sufrido un "considerable descenso de ventas, acentuado por la suspensión del acto de paseo de Gràcia. Entre los miembros de la resistencia, Marisa y Roger, que acuden a Jaimes como "un acto de militancia cultural". Aval definitivo para la tesis de Enric Calpena, que contempla este "Sant Jordi 2" como "una oportunidad" de reforzar los vínculos con el lector y el carácter romántico de un festejo trufado de "impedimentos".  

Culminada la deconstrucción, el escritor y editor Emili Rosales abona el terrreno para la ilusión futura por todas estas semanas en las que autores, distribuidores y lectores "lo han dado todo" y han encajado la crisis con empaque. A sus ojos, la fatalidad que ha rodeado a este Sant Jordi 2020 marca una estela de ilusión para el futuro: "A pesar de tanta adversidad o justamente por eso, hoy es el Día del libro más deseado de toda la historia".