Centros públicos

Los profesionales de la salud mental reclaman más recursos para tratar a jóvenes y adolescentes

Catalunya cuenta con un único centro público para subagudos que está desbordado por la demanda

Imagen de dos internos jugando al ping-pong en el patio del Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni de Sant Boi de Llobregat

Imagen de dos internos jugando al ping-pong en el patio del Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni de Sant Boi de Llobregat / ACN

ACN

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El Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni de Sant Boi (Baix Llobregat) cuenta con la única unidad de crisis de adolescentes y subagudos pública de Catalunya. Dispone de 50 plazas -25 de agudos y 25 de subagudos- para tratar las situaciones más graves en salud mental en jóvenes de entre 12 y 18 años. María José Muñoz, psicóloga clínica en el centro, explica que, además de la estabilización clínica de los pacientes, su objetivo es "estimular en un proyecto de vida" para facilitarles la reinserción a la sociedad. Y es aquí, lamenta, donde encuentran las máximas dificultades por la falta de recursos. "Los problemas comienzan cuando los damos de alta porque el trabajo que hacemos, en muchos casos, no tiene continuidad en la comunidad", añade.

Desbordados

En declaraciones a la ACN, María Martín, psiquiatra y coordinadora de la unidad de adolescentes del complejo Benito Menni, explica que el centro comenzó a tratar jóvenes en 1994 con el objetivo de ofrecerles "tratamientos específicos" cuando los administrados en hospitales generalistas habían fracasado. Fue en 2003 cuando se crearon las dos unidades actuales, la de agudos, donde los jóvenes pueden quedarse un mes, y la de subagudos, donde los pacientes con patologías más graves pueden estar un máximo de 75 días.

Casi 10 años después, la unidad de subagudos del complejo Benito Menni es la única pública que hay tanto en Catalunya como en España. Esto hace que trabajen con lista de espera y que no puedan dar respuesta correctamente a toda la demanda. "Muchos jóvenes se han de esperar en un box de urgencias hasta que pueden ingresar, lo que hace que se perpetúen muchos síntomas y que la recuperación sea más difícil", lamenta María José Muñoz.

Trabajo terapéutico

Muñoz señala que el objetivo del centro es, en primer lugar, estabilizar clínicamente los pacientes y, a partir de ahí, hacer con ellos un trabajo terapéutico para estimular sus capacidades para "reconducirlos" a la comunidad. Un trabajo multidisciplinar que implica a los profesionales médicos, los educativos y los servicios sociales, entre otros. Un trabajo en cadena, añade, que cuando alguna de sus piezas falla "lo complica todo mucho".

Tanto Muñoz como Martín, aunque ven necesario abrir nuevos centros de subagudos, creen que la clave para mejorar la atención a los adolescentes pasa más por dotar de recursos al sistema comunitario. Aquí, lamentan que muchas veces ven como el trabajo realizado en el centro no tiene continuidad en el exterior para que los jóvenes, en caso de no tener recursos sus familias, ven parado su progreso y muchas veces vuelven a reproducir la enfermedad. "Los recursos son necesarios para detectar antes los trastornos y para tratar de forma eficaz antes de que empeoren y se cronifiquen", apunta Martín.

Pacientes psicóticos graves

Martín explica que el centro atienden principalmente pacientes psicóticos graves, con esquizofrenias y trastornos bipolares, por ejemplo, y con trastornos afectivos como depresiones o crisis de ansiedad. Además, la gran mayoría presentan muchos factores asociados como consumo de drogas y alcohol o episodios de maltrato o abandono. En este sentido, la responsable del centro recuerda que un paciente con una familia estructurada y un entorno social positivo responderá mucho mejor al mismo tratamiento que un joven con un escenario vital totalmente diferente, como la mayoría que atienden, que los puede llevar a una depresión severa e incluso a conductas suicidas.

Falta de recursos

Apuntan también que la falta de recursos para atender a los adolescentes se está haciendo más evidente a raíz de la crisis económica de 2008 y la pandemia del coronavirus. En este sentido, Martín asegura que la falta de recursos ha "desestabilizado" e incrementado la ansiedad en muchas familias, lo que repercute directamente en la salud mental de los adolescentes. "Las patologías son las mismas, pero estamos viendo cómo cambia su representación con muchas autolesiones e intentos de suicidio", señala.

También han detectado muchas patologías asociadas a los avances tecnológicos, que derivan en adicciones a videojuegos, móviles o redes sociales.

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