"Crecen las plantas y nosotros con ellas"

Can Pinyol es "el paraíso" para Ana Herreros. "Al lado de casa, el ayuntamiento asume el coste, una parcelita para ti... ¿Qué más se puede pedir?", describe. Para entender su entusiasmo cabe añadir que Ana es florista de profesión y que buena parte de sus búsquedas en internet tienen que ver con el universo de la botánica. "Aquí estoy haciendo todos mis experimentos. Saco todos mis planteles de semillas, los planto, creo fermentos...", explica con pasión. Su energía da para que ella misma coordine la comisión de planteles comunitarios de semillas.

Cuesta ver tanta entrega y pensar que alguien pueda dar a Ana un papel secundario en este proyecto, pero aún así sucede. "Mi marido me acompaña cuando puede porque también le gusta mucho este mundillo, ¡pero el huerto es mío, eh! Que la gente siempre me dice si voy a ir a la parcela con él y yo les tengo que aclarar que cuando viene es él quien lo hace como ayudante", explica, divertida. 

AUTOESTIMA

A ella le encanta comprobar que tan variado es el paisaje de plantaciones como los perfiles de visitantes. "No es un proyecto al uso. Por la mañana ves visitas de colegios, a mediodía llegan jubilados, por la tarde ves personas discapacitadas... Y siempre compruebas cómo se ayudan entre sí. Los usuarios salen de aquí con su sesión de solecito y trabajo físico, contentos y motivados", resume.  

El compañerismo se refleja también en el sistema tácito de trueque que impera en Can Pinyol. "Acabo de regalar un girasol y si a algún compañero le sobran unas acelgas, pues tráelas para acá", dice. "En este entorno tan favorable es fácil cambiar la mentalidad de la gente, aumentar su autoestima. Aquí crecen las plantas y con ellas crecemos nosotros. A veces alguien te dice que esas lechugas no crecerán con tal o cual plan, pero con el tiempo demuestras que sí se puede, y te vas todo ancha, con tu lechuga ecológica", explica.