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La antigua Bòstik despega

La industria de pegamento de la Sagrera se consolida en dos años como motor cultural

Montaje de una exposición en la Nau Bòstik, la semana pasada.

Montaje de una exposición en la Nau Bòstik, la semana pasada. / ÁLVARO MONGE

JÚLIA ALBACAR / BARCELONA

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La antigua fábrica de pegamento Bòstik, ubicada en la calle de Ferran Turné, 11 de la Sagrera, se ha convertido en solo dos años en uno de los principales espacios de creación artística de la ciudad, además de ser uno de los expositores más demandados. Su fundador, el arquitecto y fotógrafo Xavier Basiana, es también el impulsor de la Nau Ivanow, ahora de titularidad municipal. Fue él mismo quien la compró, rehabilitó y fomentó la marca Ivanow, para finalmente donarla al barrio. "Fue algo más fácil empezar con la Bòstik que con la Ivanow, porque ya tenía los contactos y la gente me conocía", dice ahora Basiana.

De los más de 5.000 metros cuadrados de superficie que tiene la Nau Bòstik, casi su totalidad está ahora ocupada entre proyectos de artistas residentes y otros que alquilan los espacios. "Los residentes son artistas que tienen talleres o trabajan aquí, y como contraprestación, colaboran con el proyecto Bòstik", explica Basiana. "Hay una pintora venezolana, una cooperativa fotográfica, un perfumero… Tenemos de todo" añade.

Madison, cantante y residente, explica su experiencia en la Bòstik: "Cuando Xavi me ofreció el espacio estaba casi todo en ruinas. Ahora lo he rehabilitado y voy a montar mi escuela de canto. A cambio me encargo de organizar un karaoke."

Voluntarios

Otra pieza clave del engranaje de la Bòstik son los voluntarios, que oscilan entre 15 y 20. "Limpiamos, vaciamos y adecentamos la fábrica gracias a los voluntarios, y, hasta la fecha seguimos funcionando así", afirma Basiana.

Jordi Ponsa, vecino de la Sagrera es uno de estos colaboradores. "Yo lo hago por el barrio. Ayudé con la fábrica Ivanow y por eso decidí también participar ahora en la Bòstik, aunque a veces pase más tiempo aquí que en mi casa", explica este jubilado.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Un arquitecto volcado en su barrio","text":"El encargado de la Nau B\u00f2stik, el arquitecto y fot\u00f3grafo Xavier Basiana, es casi un personaje en la Sagrera. Su otro gran proyecto cultural, la Nau Ivanow, ya es un espacio m\u00e1s que reconocido dentro del mundo del arte y como la B\u00f2stik surgi\u00f3 de una antigua f\u00e1brica rehabilitada. Basiana fue tambi\u00e9n uno de los principales impulsores de la estaci\u00f3n del Rec Comtal y de proponer el lavado de cara de la Sagrera. Pero 25 a\u00f1os despu\u00e9s, sin embargo, muchas de las infraestructuras prometidas por \u00e9l y el ayuntamiento todav\u00eda no han llegado. Afirmando sentirse un tanto responsable, Basiana pelea por cada espacio que puede conseguir para la ciudadan\u00eda.\u00a0"}}

Sin embargo, el propósito principal de la nave, a la par que dar cobijo a los artistas, es el alquiler de espacios para eventos culturales. Paula Rosselló, la segunda al mando de la Bòstik, aclara que "el precio depende de cada proyecto". "No cobramos lo mismo a una multinacional que quiere grabar un anuncio -indica-que a un grupo joven que ofrece su primer concierto".

Temor al derribo

Otro tema de vital importancia para la organización de la Nau Bòstik es que haya la menor burocracia posible. "No queremos trámites ni papeleo. La gente tiene nuestro teléfono, nos llaman y si está disponible el espacio pueden venir", añade Rosselló. "Así demostramos que la sociedad civil puede tirar adelante proyectos como la Bòstik", dice Basiana.

El principal problema ahora para la fábrica es el plan urbanístico por el que está afectada. Según la previsión municipal, el espacio ha de ser derribado. Sin embargo, Basiana se muestra optimista y asegura que es poco probable que la Nau Bòstik acabe en el suelo.